Las claves del mundo ovni en Punilla
El fenómeno que cambió el perfil de Capilla del Monte.
Hay un solo lugar en Argentina en el que la librería más grande está casi exclusivamente dedicada a ovnis, esoterismo, meditación y medicinas alternativas. Sí, en Capilla del Monte.
Un banco de plaza, sobre la diagonal Buenos Aires, sirve de escenario para que los turistas se lleven su foto junto a un extraterrestre allí sentado, obra de un escultor local.
Esta ciudad cordobesa tiene su historia como polo de atracción sobre el fenómeno ovni.
El 9 de enero de 1986, una comitiva municipal llegó al cerro del Pajarillo, a cuatro kilómetros del centro. Una vecina del paraje Quebrada de la Luna había avisado que algo raro había ocurrido la noche anterior: una enorme huella de cenizas, una mancha redonda y negra aparecía dibujada en la montaña. Ahí nació la hipótesis del aterrizaje de una nave extraterrestre. El tema tardó nada en hacerse noticia. Llegaron medios y visitantes de todo el país, y no pocos del exterior.
Fernando Diz decidió radicarse en Capilla del Monte en 1990. Antes había trabajado en una librería de Buenos Aires y desde muy chico tuvo una especial atracción por los eventos sobrenaturales. “Un día iba caminando por la Capital y en una esquina de pleno centro escuché una voz que me dijo: ‘¿Te vas a quedar acá, a que la ciudad se te venga encima?’”, cuenta. Y dice que miró hacia atrás y a los costados, y no había nadie. “Perdí la noción del tiempo y del espacio. Al día siguiente, recibí el llamado de un amigo que me invitaba a viajar a Capilla del Monte”, completa.
Fernando cuenta que los viajes se hicieron cada vez más frecuentes, hasta que decidió dejar todo para mudarse a una casa, frente al gran cerro Uritorco.
En el censo de 1990, la ciudad era un pueblito serrano de siete mil habitantes. Pero el fenómeno ovni y el imán del Uritorco comenzaron a atraer cada vez a más personas. Junto con otros amigos, Diz abrió un restaurante sobre la única calle techada del país. Se llamaba “Entre platos”. Su logo eran dos platos hondos pegados que simulaban un platillo volador.
Con los años, Fernando se transformó en uno de los principales difusores del fenómeno ovni de Capilla del Monte y ha participado de notas y de documentales de medios de todo el mundo, que llegaban atraídos por el sitio de avistaje con más fama de Sudamérica.
Diz recuerda, por ejemplo, la visita de un equipo de la televisión japonesa que lo buscó como guía. Mientras ascendían hacia el Uritorco en una camioneta, uno divisó una luz detrás del cerro y detuvieron la marcha: la filmación puede verse en YouTube, con los gritos de asombro de los miembros del equipo nipón. “Han visto un ovni”, les dice Fernando ante las cámaras.
En la mitología capillense, hay un par de nombres que se repiten como forjadores de la mística que rodea al Uritorco como santuario de la ola alienígena.
Ángel Cristo Acoglanis fue uno. Decía ser médico y que había nacido en Grecia. Algunos de sus biógrafos señalan que era argentino y que es poco probable que haya viajado al exterior en su vida. Entre fines de los ´70 y de los ‘80, se generó un culto en torno a su figura y a lo que publicitaba como su “descubrimiento”: la puerta a la ciudad de Erks (Encuentro de Remanentes Kósmicos Siderales), en la Quebrada de la Luna, sobre el paraje Los Terrones.
El hotel Roma, en Capilla del Monte, fue utilizado como base de operaciones de Acoglanis. Y los seguidores no tardaron en llegar. Ese hombre, que decía ser médico, se atribuía el don de contactarse con habitantes de Erks, una ciudad oculta en los subsuelos del Uritorco.
En 1989 dejó todo contacto: un amigo y socio entró a su “consultorio” en Buenos Aires y le asestó seis balazos.
De pioneros
Diz conduce actualmente un programa de radio sobre el mundo ovni y afirma que otro de los precursores de la mitología capillense fue el abogado cordobés Guillermo Alfredo Terrera. En una nota publicada en 2006 por La
Voz, el escritor y periodista Javier Camarasa describía al abogado fallecido en 1998. Terrera decía que había recibido en 1948 un “extraño regalo” de un hombre llamado Orfelio Ulises Herrera. Era un “bastón de piedra negra”, una piedra “que habla”. Escribió Camarasa que el abogado decía que era “una herramienta de los dioses para unir y dar sabiduría a los hombres, y poder a quien lo tuviera”. Y el depositario iba a ser Terrera.
“Terrera da a conocer esta historia en 1978. Se jugó su reputación al contar ese mensaje que había recibido 30 años antes”, afirma ahora Diz, quien agrega que el abogado simpatizaba con la filosofía nazi.
Sobre el boom de los ovnis en Capilla también hay que atribuirle una cuota al periodista porteño José de Ser, quien en la década de 1980 hizo crónicas desopilantes para el muy visto noticiero televisivo Nuevediario.
Durante un verano en el que el periodista se encontraba retratando la incipiente temporada teatral de Carlos Paz, una llamada telefónica le contó que en el norte de Punilla aparecían luces extrañas y que podría ser una buena cobertura para él.
“A Nuevediario lo veían millones de personas. Hay que situarse en la época, en la que se veían sólo canales de aire. Y De Ser representaba al periodismo fantástico, bizarro”, apunta Diz.
Las notas de Nuevediario en el Uritorco pueden verse aún en YouTube. Desde la perspectiva actual lucen bizarras, pero en esa época se convirtieron en un suceso que no tardó en mostrar sus efectos en Punilla.
“El tema ya estaba. Hay ediciones de la revista Flash, que vendía más de 500 mil ejemplares por semana, que lo venía siguiendo desde los primeros años de la década de 1980”, agrega Diz.
La ciudad, entonces, dejó de mirar hacia El Zapato, esa formación rocosa de tantas postales de antaño, y fijó su mirada hacia el Uritorco, el nuevo imán. Fue un éxito de reconversión turística.
De Quilmes al Uritorco
Claudia Ponsa y Hugo Bronn tenían un negocio de venta de repuestos en Quilmes (Buenos Aires). A Hugo siempre le fascinaron las historias de platos voladores. Un día, la pareja encaró sus vacaciones hacia Capilla del Monte. Y fue amor a primera vista.
Al poco tiempo, compraron un lote y fueron levantando un local y un pequeño complejo de cabañas. En 1999 abrieron La Pirámide Misteriosa, un comercio cuyos principales atractivos son el mundo extraterrestre y las piedras energéticas.
En la entrada, los turistas encuentran un alienígena de gran tamaño, como de guardia. Pocos turistas se resisten a una foto junto a ese muñeco verde. “Lo llamamos Axterisco. Es mi hijo, lo armé yo. Ya cumplió sus 22 añitos”, ironiza Hugo.
“Un día vinimos a conocer el Uritorco, atraídos por el tema ovni, y nos enamoramos del lugar”, dice Claudia.
“Tenía un negocio funcionando en Buenos Aires y sé lo que es que te pongan un arma en la cabeza. Acá empezamos de nuevo y a remarla todos los días, y armamos el local con lo que teníamos”, dice el bonaerense acordobesado.
Días antes de esta nota, Hugo subió al Uritorco. Y muestra una foto que le sacó un amigo en la que aparece una figura detrás y que él ve parecida a un platillo volador.
“El tema ovni se habla en todo el mundo y no es para tratar de loca a la gente que está con esto. Además, en Capilla tenemos a los que vienen a meditar o por el reiki, además del turismo de aventura”, indica.
De hecho, en los últimos años la ciudad viene experimentado una variante en su perfil turístico: la mayoría quizá ya no llega por el efecto ovni, sino por esas otras búsquedas ligadas a las terapias alternativas, la armonización y otras variantes.
Sigue viniendo gente y medios de diferentes países. En los últimos años estuvieron varios equipos de la televisión japonesa.
Fernando Diz
Periodista en Capilla del Monte