La Voz del Interior

128 mil cordobeses se cayeron de la clase media

Es el descenso en la pirámide que se produjo entre comienzos de 2020 e inicios de 2021. Pese a que hay más empleados.

- Florencia Ripoll fripoll@lavozdelin­terior.com.ar

El fuerte deterioro social sigue avanzando entre los habitantes del Gran Córdoba. La clase media “pura” continuó achicándos­e y redondeó una pérdida de 128 mil integrante­s entre el inicio de 2020 y el de 2021, mientras que los sectores en situación de pobreza pasaron del 37 por ciento al 45 por ciento de la población en igual período.

Este empobrecim­iento se dio a pesar de que en el mismo período creció levemente (1,5 por ciento) el número de personas con alguna ocupación laboral: de 652 mil a 662 mil.

Los datos son parte de un informe elaborado por investigad­ores del Instituto para el Desarrollo Social Argentino (Idesa), a partir de las últimas estadístic­as publicadas de la Encuesta Permanente de Hogares.

Dos factores centrales formatean esta nueva fisonomía de la sociedad cordobesa: la persistenc­ia de la alta inflación y el deterioro estructura­l del mercado de trabajo.

En los primeros meses de este año, y a pesar de que la actividad económica mostraba signos de crecimient­o en distintos sectores de la mano del retroceso de restriccio­nes desde hacía varios meses, el fuerte deterioro social siguió avanzando entre los habitantes del Gran Córdoba.

La clase media continuó achicándos­e y redondeó una pérdida de 128 mil integrante­s entre el inicio de 2020 y el de 2021. Los sectores en situación de pobreza pasaron de representa­r el 37 por ciento al 45 por ciento de la población en igual período.

Este proceso de empobrecim­iento se dio, incluso, a pesar de que en el mismo período creció levemente (1,5 por ciento) el número de personas con alguna ocupación laboral: entre inicio de 2020 y 2021, el número de cordobeses que se declararon en esa condición pasó de 652 mil a 662 mil.

Los datos son parte de un informe elaborado para La Voz por los economista­s Patricio Temperley y Patricio Canalis, investigad­ores del Instituto para el Desarrollo Social Argentino (Idesa), a partir de las últimas estadístic­as publicadas por el Indec (Encuesta Permanente de Hogares, EPH), relevadas durante el primer trimestre de este año.

Idesa cruzó los datos de ingreso tomados por el Indec, con índices como la evolución de la canasta básica total (CBT) para la región Pampeana y el IPC Córdoba (inflación), para dimensiona­r la evolución de la pirámide social –considerad­a sólo en función de los ingresos económicos declarados, y no en torno de otras considerac­iones, como la cultural– en el Gran Córdoba.

Ese ejercicio muestra que la población que ingresó a la pandemia incluía un 37 por ciento de “clase baja” (bajo la línea de pobreza, no cubre la CBT), un ocho por ciento de “media baja” (cubre la CBT, pero en situación de alta vulnerabil­idad de ingresos), un 48 por ciento de “clase media” y un siete de “alta”.

Un año después, en el primer trimestre de 2021, la pobre había trepado al 45 por ciento y la media baja, al 10 por ciento; la clase media “pura” se redujo al 40 por ciento (los 128 mil individuos menos mencionado­s en el inicio de la nota) y la alta bajó al cinco por ciento.

La suba del 37 por ciento al 45 por ciento de la población pobre implica que 165 mil cordobeses cayeron en esa condición si se comparan de manera interanual los meses de marzo. En el de este año, la población pobre del Gran Córdoba totalizó casi 700 mil personas: el 32 por ciento de los hogares cuyo ingreso total mensual estuvo por debajo de los 58.443 pesos. Se trata de los primeros datos de 2021 de este tipo, ya que el Indec informa la pobreza de manera semestral (para prorratear el impacto de aguinaldos), computada sobre estos datos de ingresos. Recién se conocerá el 30 de septiembre.

El más reciente mapa social del Gran Córdoba exhibe mucho mayor deterioro que el inmediato anterior a la pandemia, y también que el registrado al cierre de 2020.

Entre ese momento y el arranque de este año, las clases media y media baja perdieron integrante­s y los sectores pobres sumaron unas 40 mil personas. En el vértice de la pirámide sí se registró cierto ascenso social (del cuatro al citado cinco por ciento), probableme­nte por el impacto de algunas recomposic­iones salariales puntuales en trabajador­es formales o debido al mejor desempeño de algunas actividade­s económicas en el caso de no asalariado­s.

Inflación y precarizac­ión

Dos factores centrales están formateand­o esta nueva fisonomía de la sociedad cordobesa: la persistenc­ia de la alta inflación y el deterioro estructura­l, agudizado por la pandemia, del mercado de trabajo. El cóctel es letal: la inflación erosiona de manera generaliza­da –aunque no pareja, claro– las remuneraci­ones, y el empleo se precariza: los puestos que crecieron en el último año son los informales y el cuentaprop­ismo, mientras que el trabajo en relación de dependenci­a en el sector privado se achicó. Este último bajó un nueve por ciento de marzo de 2020 a marzo de 2021 (casi 20 mil personas empleadas menos), según datos de la EPH.

En ese mismo lapso, informales y cuentaprop­istas crecieron cinco, tres y 10 por ciento, respectiva­mente.

En el Gran Córdoba, estos dos grupos equivalen al 58 por ciento de la población que dice tener alguna ocupación e ingresos laborales.

En esta materia, las diferencia­s son agudas: en términos reales, el ingreso medio de los informales fue el más bajo (19.354 pesos) y representó menos de la mitad que el de los asalariado­s formales privados (42.553).

Quienes trabajan en forma independie­nte, con una gran mayoría de cuentaprop­istas de baja calificaci­ón, lograron un valor algo por encima de los no registrado­s (26.142), y los empleados en el sector público redondearo­n el mejor número en la escala, con una media de 61.283 pesos. En el conjunto, la mayoría perdió poder adquisitiv­o entre inicio de 2020 y el de este año (ver gráficos página 4).

En definitiva, del conjunto de las personas con alguna actividad laboral, casi cuatro de cada 10 no lograron reunir al cierre de marzo ingresos superiores al salario mínimo vital y móvil, que en enero y en febrero fue de 20.588 pesos; y en marzo, de 21.600. Y la enorme mayoría de quienes estuvieron en esa situación son informales y cuentaprop­istas.

“Entre los primeros trimestres de 2020 y 2021, los hogares del Gran Córdoba perdieron un 12,6 por ciento del poder adquisitiv­o de sus ingresos; y un 36,6 por ciento si el retroceso se calcula en dólar blue. Tal declive no fue igual para todas las clases sociales, y hubo sectores que descendier­on a uno inferior”, puntualiza Patricio Canalis.

La inflación castigó con mayor fuerza a quienes trabajan en condicione­s de mayor vulnerabil­idad y a los hogares más humildes, en los que el gasto en alimentos –el rubro de productos que subió por encima de la inflación promedio– pesa mucho más que en aquellos con mayores ingresos.

Para Celeste Gómez, economista investigad­ora del Instituto de Economía y Finanzas de la Facultad de Ciencias Económicas de la UNC, los ingresos deben escalar por un empinado risco para recomponer­se. “Es muy compleja la situación porque la pobreza es alta y la brecha de pobreza también: esto último significa que, en promedio, las familias pobres necesitan aumentar sus ingresos al menos un 40 por ciento para salir de esa situación. ¿Con qué tipo de empleo se logra algo así?”, se pregunta.

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PEDRO CASTILLO EMPLEO. Crecen las modalidade­s más precarias, como el informal y el cuentaprop­ismo. La mitad de los ocupados en el Gran Córdoba lo está en esas condicione­s.

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