Por qué la victoria de los talibanes era inevitable
AFGANISTÁN. La intervención extranjera lleva décadas y dificultó siempre la estabilidad local. El rol de las potencias y el contexto interno.
En menos de una semana, los talibanes han capturado casi una docena de ciudades clave en Afganistán y han tomado el poder de Kabul, la capital. Con la salida de las fuerzas estadounidenses, hace unas semanas, y del presidente, Ashraf Ghani, las milicias fundamentalistas han recuperado el control del país 20 años después. Durante estas dos décadas, Estados Unidos invirtió millones de dólares en Afganistán para expulsar a los talibanes, un esfuerzo que claramente no tuvo éxito. Pero un vistazo a la ubicación geográfica estratégica del país y a la política de la región (incluido el apoyo a los talibanes) nos dice que el desenlace de los últimos días era inevitable.
Afganistán está estratégicamente situado entre el centro y el sur de Asia, una región rica en petróleo y gas natural. También ha luchado contra los esfuerzos de los diferentes grupos étnicos afganos por crear sus tierras ancestrales. La población pastún (y en menor medida la población baluch) está especialmente implicada en estas batallas.
Por estas, y otras razones, Afganistán se ha enfrentado durante mucho tiempo a la constante intromisión de la Unión Soviética/Rusia, el Reino Unido, Estados Unidos, Irán, Arabia Saudita, India y, por supuesto, Pakistán. La relación de Afganistán con Pakistán estuvo cargada de tensiones desde que el primero fue reconocido como Estado soberano en 1919.
Cuando Pakistán obtuvo su independencia en 1947, Afganistán fue el único país que votó en contra de su formación en las Naciones Unidas. Parte de la tensión surgió de la negativa de Afganistán a reconocer la Línea Durand, la frontera de 2.500 kilómetros que atravesaba miles de tribus pastunes en 1893.
Ante el temor de que los pastunes de ambos países pidan la creación de una patria nacional en el norte de Pakistán, este país lleva mucho tiempo tratando de convertir a Afganistán en un Estado islámico cliente, apoyando una identidad islámica (por encima de la pastún) para ganar profundidad estratégica frente a India.
Pakistán ayudó a dar poder a los talibanes en 1994 y ha sido el vecino más implicado. A través de su principal agencia de inteligencia, el ISI, financió operaciones de los talibanes, reclutó mano de obra para sus ejércitos y ayudó a planificar ofensivas.
Pero al hacerlo puede haber creado un problema mayor para Pakistán, ya que el gobierno talibán provocó un éxodo de ciudadanos afganos hacia ese país.
Irán
La relación de Irán con Afganistán, con el que limita por el este, también se complica por la dinámica regional y su relación con Estados Unidos. Como país chiíta, Irán tuvo largas diferencias ideológicas con los talibanes. En la década de 1990, intentó establecer alianzas, incluso con Estados Unidos, para contrarrestar la amenaza talibán.
Sin embargo, dos décadas después, las relaciones de Estados Unidos con Irán están en su punto más bajo. Irán apoyó tanto al gobierno afgano como a los talibanes para mantenerlos divididos.
Rusia y China
A Rusia le preocupa sobre todo evitar la inestabilidad en su frontera con Afganistán y mantener a este país libre de la influencia de Estados Unidos. Desde la década de 1990, Moscú desarrolló relaciones con diferentes grupos en Afganistán, incluidos los talibanes, a pesar de los recelos sobre el posible apoyo talibán a los grupos terroristas.
Estas relaciones se intensificaron tras la aparición del Estado Islámico en 2015. En la lucha para derrotarlo en Afganistán, Rusia vio que los intereses de los talibanes coincidían con los suyos. Salieron a la luz informes que develaban que Rusia armaba a los talibanes afganos y socavaba directamente los esfuerzos de Estados Unidos en la zona, incluso pagando recompensas para matar a soldados estadounidenses y aliados.
China, por su parte, siempre mantuvo relaciones con los talibanes. La principal preocupación de China es extender su influencia hacia el oeste para ganar profundidad estratégica frente a India y Estados Unidos.
Nuevas alianzas
Presintiendo la inevitabilidad, se formaron alianzas oportunistas de casi todos los vecinos de Afganistán con los talibanes, excepto India. Este país se muestra reacio aunque recientemente inició contactos, con el apoyo de Qatar. Sin embargo, Nueva Delhi dejó claro que no apoya el derrocamiento violento de Kabul.
Altos funcionarios afganos advierten que la victoria de los talibanes dará lugar a una consolidación del poder de varios grupos terroristas si les permiten establecer una base para lanzar ataques.
En medio del caos, el gobierno depuesto por los talibanes acusó a Estados Unidos de dejar atrás un “desastre”. Sin embargo, aunque muchos critiquen al presidente estadounidense Joe Biden por haber retirado las tropas, es poco probable, dadas todas estas fuerzas regionales en acción, que hubiera podido lograr la estabilidad, sin importar el tiempo que se quedase.
* Profesora, Departamento de Gobernancia, Universidad de Essex