Los Juegos Paralímpicos y la posibilidad de igualar realidades
“El deportista paralímpico debe tener la posibilidad de ser considerado como igual, creer que deportivamente tiene el mismo valor, para que, de esa forma, pueda seguir con su desarrollo y su crecimiento, tanto colectivo como individual”, planteó el tenista en silla de ruedas riotercerense Gustavo Fernández cuando en 2019 decidió renunciar a su nominación para los premios Olimpia en la terna “Deporte Paralímpico” por sentirse “discriminado”.
Su postura puso en relieve una vez más las diferencias que sufren los deportistas discapacitados respecto de la realidad que afrontan los convencionales: en especial, la vara con las que se los mide.
Pero una vez cada cuatro años (cinco en este caso) el deporte mundial se iguala; se equiparan las realidades, los esfuerzos y los sueños de aquellos que se entrenan duro, compiten, sortean lesiones y frustraciones, se fortalecen y buscan motivarse aunque una pandemia los prive de realizar el deporte al que entregan gran parte de sus vidas. Y del 24 de este mes al 5 de septiembre sucederá en Tokio 2020, con la disputa de los Juegos Paralímpicos.
Porque el fuego sagrado se apagó en el Estadio Olímpico de la capital japonesa, pero continuó encendido alrededor del mundo en los corazones de los 4.400 deportistas con discapacidad de 160 países que esperan cumplir su sueño paralímpico.
Y lo harán en los mismos estadios que hasta hace poco más de una semana lo hicieron otros 11 mil grandes exponentes del deporte mundial en los Juegos Olímpicos; y vivirán en la misma villa; y deberán cumplir con los mismos protocolos sanitarios porque la vulnerabilidad ante el Covid-19 también nos iguala a todos: altos, bajos; gordos, flacos; videntes o ciegos.
El camino está hecho. El deporte paralímpico ganó terreno desde la primera celebración de los Juegos en 1960 y se espera, en un futuro, que la verdadera inclusión se dé con la realización simultánea de Juegos Olímpicos y Paralímpicos.
Porque “el deportista paralímpico debe tener la posibilidad de ser considerado como igual, creer que deportivamente tiene el mismo valor, para que, de esa forma, pueda seguir con su desarrollo y su crecimiento, tanto colectivo como individual”.