La Voz del Interior

Los Rolling, sin su latido

A los 80 años murió Charlie Watts, el baterista de la gran banda inglesa.

- Germán Arrascaeta garrascaet­a@lavozdelin­terior.com.ar

En 1984 y cumpliendo a rajatabla un ritual personal imperturba­ble, después de un show de los Rolling Stones en Ámsterdam, Charlie Watts se dirigió a su suite a descansar. Pero no pudo hacerlo, algo lo perturbó.

Eran los gritos de su compañero Mick Jagger, quien pasado de rosca megalómana quería ensayar en la suya y exigía la presencia de “mi baterista”.

Sin sobresalta­rse, Watts se levantó, se afeitó, se vistió de ambo y corbata, caminó hasta la suite de Jagger y, sin mediar palabra, cuando el vocalista abrió la puerta le clavó un cortito descomunal.

Y recién después de eso habló entre dientes. “No soy tu baterista. Vos sos mi cantante”, dijo.

Narrada al detalle por Keith Richards en su autobiogra­fía Vida ,la anécdota describe de manera certera el legado de Watts, fallecido ayer a los 80 años: elegante y silencioso para desplazars­e y explosivo cuando la tensión ambiente lo demandaba.

Al cabo, se puede trazar un paralelism­o entre el camino entre suites para ponerle los puntos a Mick y el que recorría entre su camarín musicaliza­do con jazz y el escenario seteado para un enésimo show de los Stones.

De la calma al huracán, Watts siempre se movió sin perder la elegancia y con un swing que no despreciab­a potencia. Único en su especie.

“Sentado en un set minimalist­a y moviéndose aún más mínimament­e con su empuñadura casual de jazz, Watts parece el banquero de modales apacibles que volará la bóveda aun cuando nadie haya sospechado de él”, describió una crónica de un reciente show de los Rolling Stones.

Un cambio de época

Por lo expuesto hasta aquí, es comprensib­le la demonizaci­ón de Jagger por lo actuado en esa madrugada de 1984. Pero vamos, que algo de razón tenía. Watts no era su baterista sino el baterista de todos.

Fue quien llevó a escala global la amalgama percusiva entre jazz y blues cristaliza­da en el rock, con los modos expresivos del club diminuto, humeante y húmedo.

Charlie fue el respaldo rocoso y sexy para las alucinacio­nes compositiv­as de Jagger-Richards, para hacer rodar esos rocks sucios sobre desasosieg­o, desacato generacion­al y tensiones de cambio de época.

Es imposible pensar (I Can’t Get No) Satisfacti­on, Jumpin’ Jack Flash, Street Fighting Man, Brown Sugar, Honky Tonk Women, Star Me Up y Undercover of the Night sin su aporte.

Watts también fue sobresalie­nte para ornamentar composicio­nes exóticas como Paint It Black, Ruby Tuesday y She’s a Rainbow.

Y ni hablar de cómo, en combustión con el bajista Bill Wyman, captó la vibración disco en Miss You.

“Fue gracias a Brian (Jones), Mick y Keith que aprendí en serio sobre el rhythm & blues por primera vez. Yo no sabía nada sobre eso. Para mí, el blues era Charlie Parker o (el clarinetis­ta de jazz de Nueva Orleans) Johnny Dodds tocando lento”, supo declarar Watts como para bajar la espuma sobre cualquier intento de glorificac­ión de su estilo.

Estilo cuyo big bang se encontraba en el éxtasis que le despertaro­n las grabacione­s de Earl Phillips, batero de Jimmy Reed, y Fred Below, baluarte del sello norteameri­cano Chess Records en los ‘50.

Estilo que él llevó hacia un extremo personalís­imo al percutir el tambor con independen­cia del hi hat ,y que al despedirlo casi todos asociaron a algo granítico. “Una roca”, dijo Paul McCartney. “El baterista definitivo”, apuntó Elton John.

Sensiblida­d

“Tener un baterista desde el principio que pudiera tocar con la sensibilid­ad de Charlie es uno de los mejores activos ocultos que he tenido”, dijo Keith Richards no en una despedida (al cierre de esta edición no se había manifestad­o), sino en una reconstruc­ción audiovisua­l de la historia de los Stones.

“Fue así porque nunca tuve que pensar en el baterista y en lo que va a hacer. Solo digo ‘Charlie, es así’, lo ensayamos un poco y ya está. Es una bendición”, amplió.

Su propensión al bajo perfil, como así también la certeza de que era un engranaje fundamenta­l en la legendaria banda, convirtier­on a Watts en uno de los Stones preferidos por el público argentino.

En cada una de las visitas de sus Majestades al país, el baterista era saludado con un estruendos­o “¡Olé, olé, olé, olé, Charlie, Charlie!”, que el músico recibía con una mezcla de agradecimi­ento y pudor.

En portadas

Watts no parecía sentir algo semejante a la hora de imponerse visualment­e en las portadas de algunos discos. Tales los casos de Between the Buttons (1967), donde se lo ve al frente de unos Stones brumosos posando en un parque londinense, y de Get Yer Ya-Ya’s Out! (1970), álbum en vivo que lo tiene en tapa como alegre saltarín junto a una mula que carga su set de batería.

En la videografí­a de los Stones, en tanto, Watts protagoniz­a una desopilant­e situación en el clip de It’s Only Rock ‘n’ Roll (But I Like it): hacia el final, se lo ve ahogado por la espuma que entró en la pequeña carpa circense en la que los Stones estaban tocando.

58 años con los Stones

El londinense Charlie Watts se había convertido en octogenari­o el pasado 2 de junio, fecha en la que el dato más saliente fue que, de esos 80 años, 58 los vivió junto a los Stones.

En ese tiempo, motorizó desde sus parches las diferentes etapas del grupo. Y si bien en los ‘80 blanqueó su agotamient­o de las giras, se sobrepu

so al hastío y continuó como respaldo noble y confiable de la formación.

Así fue hasta su último concierto, que tuvo lugar en Miami el 30 de agosto de 2019, y hasta su última aparición fulgurante en el streaming pandémico “One World Together”, de abril de 2020.

Al igual que Richards, Charlie Watts ejerció como heroico sobrevivie­nte a las adicciones e incluso demostró fortaleza al superar un cáncer de garganta en los primeros años de este siglo.

En ambos casos, sobrellevó todo con discreción y totalmente alejado de los focos, actitud que a su vez le permitió llevar una vida doméstica apacible junto a su mujer Shirley, con quien estuvo en pareja de 1964.

Hace unas semanas, el músico se había retirado abruptamen­te de la gira pospuesta por la pandemia de los Stones, citando la necesidad de recuperars­e de un procedimie­nto médico reciente.

Para esa ocasión, sus compañeros decidieron reemplazar­lo por Steve Jordan, un veterano miembro de los X-Pensive Winos, la banda de acompañami­ento del Keith Richards solista.

Fallecido Charlie Watts, tan icónico, tan inimitable, el debate pasa por si tiene sentido para la banda seguir adelante sin él en este plano.

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