Autovía Punilla: una obra impostergable
Durante los últimos años, las grandes obras viales en la Argentina no han tenido un ritmo de ejecución acorde con la demanda de un parque automotor en constante expansión y en sintonía con muchas economías regionales que, en gran medida, están sujetas al transporte de carga por vía terrestre. De igual modo, para agilizar los traslados de mercaderías desde los puertos de Buenos Aires y de Rosario con destino interno, o bien con los países limítrofes, en particular con Brasil y con Chile.
A las limitaciones para afrontar presupuestos que superan las reservas disponibles, aun con financiamiento externo, se suman escollos de distinta naturaleza que demoran el inicio de las obras. Vale insistir, indispensables para descomprimir rutas obsoletas y peligrosas.
Un ejemplo de las dilaciones por diversos factores es constatable en la ejecución de la autovía del Valle de Punilla, proyectada por la Provincia de Córdoba para unir Villa Carlos Paz con la localidad de La Cumbre, al margen de la saturada ruta 38, y que según confirmó el ministro de Obras Públicas de la Provincia, Ricardo Sosa, será licitadas en octubre.
Los antecedentes más recientes señalan que la Secretaría de Ambiente de Córdoba aprobó el proyecto de construcción de la autovía en virtud de la resolución 192. La normativa pone a salvo el impacto sobre el ecosistema que podría generar el recorrido del trazado, uno de los principales argumentos esgrimidos por los ambientalistas.
Es decir, para la Provincia, la demorada obra cuenta ahora con “licencia ambiental” conforme a la ley respectiva. La disposición no ha logrado serenar las quejas de los pobladores. En tal sentido, es de confiar que la resolución oficial esté sustentada en rigurosos estudios técnicos y en materia de medioambiente. Y que el proceso ha superado la etapa del enriquecedor consenso.
Por el tiempo transcurrido desde que se planificó la autovía Punilla, las marchas y contramarchas superaron los tiempos y la prudencia en bien de iniciar los trabajos de construcción.
No es un dato menor el hecho de que no hay unanimidad de criterios respecto de la resistencia a la nueva ruta. El propio intendente de Cosquín, Gabriel Muso, ponderó la iniciativa vial en el convencimiento de que será muy beneficiosa para la ciudad que gobierna y para toda la región.
Es probable que la propuesta alternativa a la ruta nacional 38 afecte intereses comerciales en las localidades que dejarán de tener parte del movimiento de tránsito en esos núcleos urbanos. Es un planteo razonable, aunque no sería pertinente confundir esos derechos con asuntos ambientales.
No deja de ser un paso adelante que la Provincia haya superado, según sus análisis y su buen entender, los procesos preliminares que venían trabando el proyecto y su consecuente licitación.
No se trata de poner las máquinas a abrir camino sin el debido consenso. Pero pocos podrán negar que la ruta 38 orilla el nivel de colapso y está en riesgo de engrosar la lista de siniestros viales que se cobran vidas casi a diario en todo el país.