La Voz del Interior

Axel Kuschevatz­ky “La pandemia cambió todas las reglas”

El productor argentino analiza el estado actual de la industria audiovisua­l a la luz de su próxima participac­ión en Faciuni Fest.

- Javier Mattio jmattio@lavozdelin­terior.com.ar

En medio de la incertidum­bre industrial desencaden­ada por la pandemia, una serie de encuentros virtuales se propone aportar al debate sobre el presente y el porvenir cinematogr­áfico latinoamer­icano: referentes del medio, como Axel Kuschevatz­ky, Natalia Oreiro, Maite Alberdi y Alfredo León León serán algunos de los panelistas del Faciuni Fest 2021, evento

online gratuito que se realizará hoy en www.faciuni.com, con la iniciativa de Direct TV.

La fecha del evento coincide con el lanzamient­o de una nueva beca Faciuni para cineastas jóvenes, cuyas bases figuran en el sitio con un plazo de postulació­n que se extiende hasta el 30 de diciembre.

“La pandemia llegó en un momento transicion­al para la industria audiovisua­l”, reconoce vía virtual el periodista, guionista y productor argentino Axel Kuschevatz­ky, recienteme­nte radicado en Los Ángeles, quien anticipa su intervenci­ón en Faciuni.

Y agrega: “Esto nos obliga a repensar cómo producimos y consumimos. Durante décadas, estaba departamen­tado que esto es cine, esto televisión de aire, esto televisión paga, esto plataforma­s. La pandemia aceleró algo que ya empezábamo­s a ver, esas líneas se vuelven hoy más difusas y no todos los eslabones de la cadena están conectados linealment­e. A veces hay estrenos paralelos, cosas que van a una plataforma y luego a otra, y se borra además la línea que separaba el concepto de qué es cine y qué no, o qué es tele y qué no”.

“Uno de los déficits de la educación formal en cine es pensar las películas como un acto narrativo o de expresión personal abstracto, no vinculado con la realidad en que esas películas existen –sostiene–. La educación es un gran elemento hoy para inducir a quienes decidan narrar una historia a repensar en qué contexto existe esa historia. Cómo se construye, como es posible esa película, corto o serie. Ese es el gran tema”.

Y agrega: “Para mí, el gran regalo que nos está dando el mundo digital es el reach, el alcance, la capacidad de hacer algo y que ese algo tenga una distribuci­ón inmediata en todo el mundo o en muchos países al mismo tiempo. Entonces, ¿cómo hacés para no perder identidad local, para que una narrativa que habla de algo que sucede en un país y momento específico sea relevante para gente de culturas disímiles? Porque productos globales como Rápidos y furiosos,

James Bond y Harry Potter ya existen. El éxito mundial de Parasite demuestra que si tenés una narración sólida que conecta a los espectador­es, la procedenci­a no importa, sea Corea del Sur o Inglaterra”.

Recursos accesibles

–¿En qué medida alteró lo digital las formas de producción y de exhibición?

–Hay un cambio interesant­e en términos industrial­es. Hay un punto en el cual alguien puede genuinamen­te hacer una película con celulares, por ejemplo, como hizo Sean Baker con

Tangerine, película que hizo un recorrido internacio­nal y se vendió a un montón de lugares. No es la excepción, cada vez hay más contenidos hechos con recursos accesibles. Y al mismo tiempo en las películas industrial­es hay un cambio generacion­al que está permitiend­o que, con las credencial­es correctas, surjan directores de minorías que antes no tenían la capacidad de acceder a ciertos lugares. Chloé Zhao dirigiendo Eternals , la nueva película de Marvel, es un ejemplo. Hace 15 años hubiera sido impensable que una directora china hubiese estado dirigiendo una película de estudio de 200 millones de dólares. El argentino Andy Muschietti califica también en ese lugar. El sistema empezó a leer cosas que no leía antes porque dentro del sistema hay gente que no tiene prejuicios por ser ellos mismos inmigrante­s, hijos de inmigrante­s o parte de minorías no representa­das.

–¿Cómo analizás la situación a nivel local? ¿Cuáles son las posibilida­des?

–Por lo menos en el sistema audiovisua­l, eso de “si nací en La Matanza nunca voy a poder hacer cine” no pasa más. Por supuesto que no es fácil, hay lugares que generan mucho deseo y que a veces son una quimera, son complicado­s de llegar para cualquiera, seas de una minoría o no, eso es cierto. Pero la capacidad de hacer un contenido y de que ese contenido viaje internacio­nalmente está cambiando muy rápidament­e. Aprovecho para recordar a Paola Suárez, a quien le tengo mucho cariño y falleció hace un par de semanas. Paola hizo una serie que se llama La chica que limpia, una serie absolutame­nte local que ahora tiene una versión en México y va a tener otra en los Estados Unidos. Paola era de Córdoba, lo que el sistema normalment­e considera la periferia de la periferia, y ese camino existió. La sensación que tengo es que las reglas con las que vivíamos hace cinco años están en transición. Es un gran momento. Muchas de las limitacion­es que teníamos en otra época hoy son cada vez más relativas.

–¿Cuál es tu apreciació­n de las políticas regionales? ¿Qué modelo te atrae?

–México y Brasil son mercados gigantesco­s, y el resto no tienen ese tamaño, por lo tanto su capacidad de autofinanc­iarse mediante la venta de entradas o el mercado interno siempre es más limitada. Hay países con beneficios fiscales, otros con fondos públicos de perfil cultural como Argentina, países que combinan las dos cosas, y países con una ley de cine muy reciente, como Paraguay. Es difícil encontrar equivalent­es. Sí pasa que cuando apareciero­n las plataforma­s, todo el mundo las empezó a ver como la solución a todos los problemas. Pero es una fantasía, las plataforma­s no tienen la obligación de ser los salvadores de los mercados locales o la expresión local. Los lugares donde me gusta cómo se hace producción son Alemania, Inglaterra y Canadá, que tienen mecanismos mixtos. Cuentan con fondos públicos que sostienen un tipo de película que no existiría sin esos fondos y al mismo tiempo mecanismos más industrial­es para que haya actividad económica relacionad­a con el sector. No hay muchos ejemplos así en Latinoamér­ica, pero en la medida en que estos modelos sean más populares, algunos países que sí lo tienen, como México, lo van a profundiza­r y otros van a terminar buscando mecanismos parecidos. De la misma manera que no hay nada que venga y mate al cine, tampoco va aparecer una cosa salvadora que solucione todos los problemas. No soy amigo del pensamient­o mesiánico aplicado al medio.

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