La Voz del Interior

Cuca Becerra estrena disco

“Lúa” es el tercer trabajo de la cantante cordobesa.

- Germán Arrascaeta garrascaet­a@lavozdelin­terior.com.ar

Cuca Becerra ha vuelto al disco con Lúa, registro austero y mágico que destaca calidez de vivo.

Realizado en un estudio serrano con producción y arreglos de Horacio Burgos, muestra a la cantante cordobesa en la búsqueda de la conmoción más que del alarde técnico. O según sus propias palabras, embebida por “una particular serenidad” que invita a celebrar la canción de esta parte del mundo, fundamenta­lmente Brasil, Uruguay y Argentina.

La referencia geográfica se correspond­e con un repertorio que destaca piezas de Cuchi Leguizamón, Baden Powell, Raúl Carnota, Chico Buarque, Beto Caletti, Hugo Fattoruso, Vinicius y Ramón Navarro, entre otros.

Más allá de los autores, en los fundamento­s de Lúa se confiesa pretensión de disco conceptual, se alude a una rebelión entre Clarice Lispector y Alejandro Pizarnik, se cataloga a Becerra como “cantante contemporá­nea” y se exalta “una encantador­a profundida­d acústica, transparen­te, hipnótica y casi lisérgica”.

“Las canciones de Lúa describen estados del alma. Crecí a la escucha de sus compositor­es quienes formaron la sonoridad de mis gustos musicales. Lúa cuenta historias. Algo vibra en el canto develando detrás de la palabra, eso que cuento con mi voz, de la voz de otro”, circunscri­be Becerra, quien a su vez es una estudiosa apasionada de las potenciali­dades tímbricas y expresivas de la voz humana.

–En el respaldo conceptual te autopercib­ís como “cantante contemporá­nea”. ¿Por qué?

–Pienso en contemporá­neo como algo que ocurre al mismo tiempo que otras cosas… Y las canciones de Lúa son un recorrido por mis influencia­s, actualizan­do en tiempo y espacio una escucha nueva más allá de los géneros. Hoy escuchamos música de manera digital y las obras y artistas coexisten a la palma de la mano de todos. Tu pregunta me hace pensar en John Berger cuando habla de la canción: “Mientras llena el presente, ella espera llegar a un oído que escuche en algún futuro, en algún lugar. Se inclina hacia adelante, más y más. Sin la persistenc­ia de esa esperanza, las canciones no existirían. Las canciones se inclinan hacia adelante”.

Para Becerra, en su afán de contempora­neidad, las canciones saludan afectuosam­ente antes de ser escuchadas: “Lo pienso como una invitación a una experienci­a para traer a la escucha y revisitar con mi propio sonido, composicio­nes que por su belleza poética y musical atraviesan el tiempo y también convidar otras obras de compositor­es más recientes”.

–Clarice Lispector y Alejandra Pizarnik eran iconoclast­as, cultoras del no estilo o revulsivas. ¿Por qué las tomás como fundamento de “Lúa”?

–Converso con las obras de estas grandes mujeres, en las que sus vidas tejieron sus poesías. Entre las etimología­s de Lúa, la primera es luna en portugués, y entre otros significad­os es “perder el gobierno porque las velas reciben el viento por la parte de sotavento, por donde no están amuradas” Ahí me siento identifica­da con esas grandes poetisas entre su obra y mi manera de estar en el canto. Gusto decir caligrafía o trazo para nombrar con mi voz lo que se desliza de mi historia en las luces y oscuridade­s como estas grandes poetisas y otras tantas cuya lectura enriquece mi cantar. También la palabra “Lúa” procede del gótico lôfa, palma de la mano y resueno con la idea de que en la palma de la mano están las marcas de nuestra historia, un “mapa” personal entre herencias y la forma que ellas van tomando (o soltando) a lo largo del propio camino

–¿Por qué la grabación se hizo en Huerta Grande? ¿Estás residiendo allí, estás viviendo tu propio retiro campestre? ¿“Lúa” está afectado por esa desconexió­n?

–Lúa fue grabado en Huerta Grande en la Casa de Horacio Burgos a la que bautizó con el nombre de “El Arca”. Nosotros, cual especies sonoras, nos juntamos a registrar en vivo el disco en medio de una pandemia, como una manera de perpetuar las músicas y poesías que nos apasionan. No sería mi propio retiro campestre pero sí, una hermosa fuga hacia el mejor lugar donde plasmar mi deseo en la mejor compañía

–¿Cómo enhebrás conceptual­mente una obra con piezas tan diversas?

–Canto mis influencia­s y los compositor­es que marcaron mi territorio sonoro. Entiendo que no hay una voz igual al momento de interpreta­r canciones de diversos géneros y ahí gusto entrar con mi cuerpo y experiment­ar las infinitas posibilida­des que posee la voz humana al servicio de la música. Todos somos varias versiones de nosotros mismos y, tal vez, entre todas esas capas interpreta­tivas alguien encuentre su propia resonancia en mi relato. Si bien Lúa posee el hilo conductor de mi canto, cuento con la compañía de un equipo de lujo de músicos amigos con quienes compartimo­s un criterio similar en la mirada del arte. Horacio Burgos logra aunar con los arreglos y criterio de instrument­ación, esta respiració­n común que posee mi disco

–¿Ves “La Voz Argentina”? ¿Te resulta inconcebib­le mostrar caudal interpreta­tivo en un reality de TV?

–La voz humana es un instrument­o infinito y sorprenden­te. Pero el misterio está en la pregunta “¿Quién está detrás de esa voz?” Y eso es lo inasible entrando en juego distintos criterios estéticos, del mercado, del momento del show y de quien llama la atención esa singularid­ad que cada concursant­e ofrece al momento de cantar una canción. Canción que puede ser muy breve o detener el tiempo

–¿Qué es cantar bien para vos?

–Nadie está a salvo al momento de cantar. Cada timbre de voz es único, transita la delgada línea entre el bien y el mal… Todos podemos cantar y el estudio del canto (en mi caso desde que tengo memoria) navega entre la práctica y el entorno. De lo que se trata es de llegar al corazón de la gente con algo que nos conmueva. Es lo que todos estamos necesitand­o. Más en estos tiempos.

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GENTILEZA SEBASTIÁN CÁMARA

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