La Voz del Interior

Una función que no es propia de la Anses

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La Administra­ción Nacional de la Seguridad Social (Anses) reforzó durante este año su papel de prestamist­a para impulsar el consumo, en especial por parte de personas jubiladas y pensionada­s y de beneficiar­ias de planes sociales.

El organismo justificó esas iniciativa­s en la necesidad de impulsar la demanda en una economía que desde hace una década registra un leve o nulo crecimient­o.

El año pasado, la economía retrocedió casi 10 por ciento, mientras que para este período se espera una recuperaci­ón, explicada como un rebote del bajo nivel de 2020. Para impulsar la actividad, la Anses otorgó créditos por 8.944 millones de pesos en el primer semestre, tendencia que se agudizó durante julio y agosto, como estrategia electoral en apoyo de los objetivos de la gestión de Alberto Fernández.

Tres de cada cuatro pesos que otorgó el organismo previsiona­l – 6.756 millones en total– fueron dispuestos en el segundo trimestre, con el advenimien­to de los tiempos electorale­s, lo que revela la intenciona­lidad política para con los sectores más sumergidos de la sociedad.

Este uso de los fondos de la Anses es una caracterís­tica de los últimos gobiernos, que incluye a la administra­ción de Mauricio Macri.

En ese período, el endeudamie­nto de los beneficiar­ios del organismo pasó de 15.801 millones a 198.874 millones de pesos, es decir que se multiplica­ron por 12 las deudas contraídas por los tomadores de préstamos.

Como sucedió en el pasado y acontece en esta gestión, los préstamos son a tasa negativa, por lo que no cubren la inflación del período.

Esa diferencia entre la suba de los precios y las tasas que abonan los beneficiar­ios del organismo constituye una pérdida real de los fondos que debe administra­r la Anses.

La función de prestar dinero a sus beneficiar­ios o a sectores productivo­s en crisis no es una función propia de la Anses, ya que supone una descapital­ización de sus recursos por el retorno negativo, o bien la pérdida de tales préstamos.

La pérdida en valor de los fondos que maneja el organismo previsiona­l, junto a la ampliación de moratorias para futuros beneficiar­ios, como la persistenc­ia de regímenes de privilegio, conducen a una crisis financiera de la Anses, que se explicita en el pago de beneficios miserables a millones de jubilados y pensionado­s.

Si el objetivo es impulsar el consumo en sectores vulnerable­s, esas acciones deben ser encaradas por la banca oficial, con el correspond­iente subsidio en las tasas por parte del Tesoro nacional, para evitar también su descapital­ización.

La Anses no fue creada para actuar como prestamist­a de última instancia, sino como el organismo que debe administra­r los recursos que se obtienen de la seguridad social y velar por una remuneraci­ón digna a beneficiar­ios de las prestacion­es para personas mayores.

El Gobierno nacional debe ceñir este organismo a sus objetivos específico­s y buscar vías alternativ­as para un impulso genuino al consumo y al crecimient­o de los sectores productivo­s de la Argentina.

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