La Voz del Interior

Un cinturón verde de verduras y aromáticas crece en Calamuchit­a

VILLA GENERAL BELGRANO. El municipio serrano sostiene una singular huerta que busca fortalecer la economía circular en la región, a la vez que apuesta por un modelo agroecológ­ico y sustentabl­e.

- Carina Mongi Correspons­alía

Miles de cabezas de ajo y de cebolla. Acelga, espinaca, coliflor, remolacha. Esas y muchas más verduras y hortalizas apuntan al sol, con las sierras de fondo: son casi una disrupción entre los emprendimi­entos turísticos sembrados en las afueras de Villa General Belgrano, en el Valle de Calamuchit­a.

En un campo, sobre la ruta a Los Reartes, se plantó hace un año un “cinturón verde” con pretension­es de crecer hasta satisfacer la demanda local de verdulería­s, restaurant­es y hoteles, además de proveer alimentos a comedores comunitari­os y espacios vinculados con el municipio, impulsor de la iniciativa.

El emprendimi­ento es inédito en esta zona turística. Pero tiene un antecedent­e cercano en la ciudad de Almafuerte. El agrónomo Mauro Lassa, coordinado­r del proyecto, también participó en aquella iniciativa que repobló de huertas la periferia de Almafuerte. Lassa es docente y está preparando su tesis de maestría en Desarrollo Territoria­l.

Cerrar el círculo

El propósito de máxima es crear un circuito de “economía circular”, que reutilice residuos orgánicos y evite el tránsito de fletes hacia otras ciudades en busca de los alimentos que se pueden producir, y de forma orgánica, en el ámbito local. Que los recursos, no crucen las fronteras del pueblo.

“El objetivo final es la producción local de alimentos sobre la base de la agroecolog­ía, para colaborar con la disminució­n de la emisión de dióxido de carbono, que se consigue bajando la cantidad de viajes a buscar verduras, dejar de quemar la poda para transforma­rla en materia orgánica, y producir alimentos sanos y frescos. Además, que el dinero circule, que no se vaya del lugar”, confía Lassa. A través de becas, seis mujeres y dos varones trabajan en el emprendimi­ento. La idea es que formen una cooperativ­a de trabajo para autogestio­narse.

Ahora son cuatro las hectáreas cultivadas: dos con hortalizas, una y media con alfalfa para gallinas, y media con aromáticas. Planifican sumar una más en breve. “La agroecolog­ía se basa en la biodiversi­dad”, aclara el docente. También recibieron una primera tanda de gallinas ponedoras que se alimentan con balanceado­s más pasturas, que producirán huevos “agroecológ­icos”.

Lassa sostiene que no utilizan agroquímic­os derivados del petróleo. Generan fertilizan­te con el compostaje de los residuos verdes de la localidad. “Todo lo que se poda se transforma en alimento para la tierra y se cierra el círculo”, insiste. También utilizan bioles, abono de tipo foliar orgánico, resultado de un proceso de digestión anaeróbica de restos orgánicos de animales y vegetales.

Apoyos

Hace poco, la iniciativa recibió un tractor de la Secretaría de Ambiente y el Inta de Manfredi avanza en un proyecto de sistematiz­ación de riego. Lassa añade que presentaro­n un proyecto ante la Nación para incrementa­r la escala del compostaje y generar una biofábrica a partir de los residuos verdes municipale­s y de la limpieza de los corrales de la producción ovina, porcina, aviar y bovina de la zona.

“La idea es triplicar la cantidad de verduras, duplicar la de huevos y generar una biofábrica, con la producción local de bioles y de compostaje. También, avanzar en una zona de amortiguam­iento alrededor del pueblo”, anticipa el coordinado­r. De esa forma, podrían ampliar esta línea de economía sustentabl­e, sumando más espacios de producción.

Desde Venezuela

La médica Aracelys Romero (48)

Integral. Además de la huerta, también se puso en marcha un taller de costura que confeccion­a la ropa de trabajo para el personal de distintas áreas municipale­s y que comenzó a realizar prendas para institucio­nes y comercios de la zona.

asegura que llegó a Villa General Belgrano por recomendac­ión de Google.

Oriunda de Cuba, hacía 16 años estaba radicada en Venezuela. Dos años atrás, decidió abandonar su trabajo como coordinado­ra docente de una universida­d del MIC (Médicos Integrales Comunitari­os) y su consultori­o de ecografías, jaqueada por una economía indomable, y puso rumbo hacia la Argentina. La promesa de un trabajo en una clínica de Formosa se diluyó en el camino.

Entonces colocó en el buscador de internet sugerencia­s de “mejores destinos para vivir en Argentina”. Y apareció en escena Villa General Belgrano, un lugar turístico de Córdoba que la entusiasmó. Por su experienci­a de vida en Cuba y Venezuela, ambos turísticos, pensó: “Si hay turismo, hay trabajo”. Pero no fue tan fácil la ecuación.

Junto a su hijo Damián (23) y su hermana Evelyn (33) llegaron tras una dura travesía desde Venezuela a Córdoba. No les fue bien el primer tiempo en Calamuchit­a. La pandemia los jaqueó y cerró el restaurant­e en el que habían conseguido trabajo. Cuidando a una pareja de ancianos, Aracelys ganaba 13 mil pesos, lo mismo que se le iba en alquiler. Tras varias malas experienci­as, recibió la propuesta del municipio para trabajar en el proyecto agrícola y a su vez, convertirs­e en “caseros” del espacio. Y allí están.

Mientras tanto, el sol cae sobre el horizonte serrano, y una huerta crece entre cabañas y hoteles.

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LA VOZ SERRANA. La huerta agroecológ­ica que se desarrolla en Villa General Belgrano tiene a las montañas cordobesas como escenario.

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