El “hospital modular” que se anexó alivió el cuadro
“En el séptimo piso del Hospital San Roque se habilitó una sala para los internos de la cárcel de Bouwer con Covid-19. Pero acá primó la consciencia de que había que cuidarse”. Esa idea que expuso el director principal, José Herland, continúa intacta.
En enero pasado quedó habilitado el hospital modular carcelario. De sus 52 plazas, hoy sólo están ocupadas 13.
El costo de la obra superó los 200 millones de pesos. La inversión provincial fue de unos 20 millones y la construcción y el equipamiento demandaron cerca de 180 millones de pesos a la Nación.
Las tareas de construcción fueron coordinadas por Obras Públicas de la Nación y por los ministerios de Salud y Justicia de la Provincia.
Está dotado de un equipamiento que incluye rayos X móviles, resucitador, equipo de traqueotomía, respirador, laboratorio y equipo de curaciones. Además, la infraestructura permite resolver en esta unidad los controles ginecológicos de la población femenina –cuenta con mamógrafo digital y ecógrafo portátil– y el hospital tiene un equipo de hemodiálisis y de ósmosis inversa y un electrocardiógrafo.
El instrumental y la atención funcionan en unos contenedores que cuentan con condiciones de seguridad independientes del resto de los módulos. Cada “celda” del hospital es una habitación y está vigilada por personal del Servicio Penitenciario, las 24 horas del día.