Alma alternativa y sabores del mundo
Chilli Street Food es una propuesta para quienes buscan sabores, sonidos y visuales no convencionales en la noche cordobesa.
Las propuestas locales que compilan selecciones de comidas callejeras del mundo son estimulantes cuando logran buenos resultados en la cocina. Si a eso le sumamos buena música, buen sonido, cervezas artesanales, una breve pero jugosa carta de vinos, coctelería y diseño gráfico en las paredes, hablamos de un lugar con estilo, como Chilli Street Food.
Aquí no sólo se come y se bebe bien, sino que la experiencia se completa con otros atractivos sensoriales. La calle, la música, el ruido, la salsa picante que sirven en la mesa. Para el que está dispuesto a poner el cuerpo, Chilli es adrenalina pura.
Si hablamos de tacos de verdad, hablamos de tortilla de maíz, de cilantro, y de una salsita picante. Los Tacos al pastor ($ 550) de Chilli son hermosos. Llegan de a tres por cada porción y logran combinar con gracia y frescura lo anterior junto con el dulzor del ananá y la palta, el contrapunto de la cebolla encurtida y una base de carne de cerdo marinada con aciote.
Es tan bello el momento de su consumo con las manos, que sólo podría mejorarse con una rica y refrescante cerveza. Y lo intentamos con una artesanal cordobesa, una pinta de Apa Chelin ($ 320).
Parece que estamos en una serie sobre viajes gastronómicos, y que podría ser un bar de cualquier ciudad del mundo. Pero estamos acá, en nuestro propio Vietnam. Ese sea tal vez el punto más fuerte de Chilli, el del viaje al caos interior de cualquier ciudad estimulante, pero a pocas cuadras de nuestra casa.
Pita de cordero
Para el segundo plato de la noche cambiamos la Apa por la Ipa de Chelin ($ 320). Más intensa, más amarga, más lupulada. Con ella vamos a acompañar un Pita de cordero ($ 600), que también se puede compartir (para probar varios platos en una sentada).
Este pan de medio oriente llega abierto. El que quiere lo come con cubiertos y el que no, lo enrolla y se arma su propio sándwich de cordero, que llega tierno y sabroso, acompañado principalmente de salsa de yogur y pepino, con perejil fresco y tomate en cubos.
La salsa sriracha que ofrecen para acompañar ayuda a levantar picor y sensaciones variadas. La cerveza es aliada y cómplice del momento para neutralizar su impacto, al igual que los nachos (totopos según su nombre original).
El tercer y último plato de la noche será un Pad Thai de cerdo ($ 520). Aquí empieza a jugar la cocina asiática, el wok caliente y las cocciones al momento. Tiene vegetales como zanahoria y repollo blanco, repollo colorado, que se combinan con el cerdo algo sequito y apenas agridulce, fideos de harina de arroz, maní y salsas.
También hubo destellos de anís estrellado, semillas de sésamo, y cebolla de verdeo cruda. Lo exótico, el crunch extraño, es fundamental a la hora de sorprender al paladar.
Hay que destacar la propuesta vegetariana de Chilli, presente en varios platos, y la propuesta de coctelería que también es original. Estamos ante un lugar que merece otra visita.