Qué recordaremos en Córdoba de la elección de hoy
¿ Qué recordamos de las Paso legislativas de 2013? ¿Y de las primarias de 2017? ¿Cuántos recuerdan que al fin de ese día Héctor Baldassi era la gran revelación de la política de Córdoba y que muchos lo veían como candidato a gobernador? De las Paso de 2019, recordamos que sepultó las expectativas de Mauricio Macri e hizo subir el dólar, pero esas primarias incluían las precandidaturas presidenciales. Estas no.
Lo que recordaremos en Córdoba de la votación de hoy será igual de impreciso que en los casos anteriores, excepto por un dato fundamental: esta es la elección en la que empieza a reconfigurarse el confuso panorama de la oposición política provincial.
El único resultado definitivo y trascendente de los comicios es el que surja de la interna de Juntos por el Cambio. La tensión existente entre las fórmulas que encabezan Luis Juez-Rodrigo de Loredo y Mario Negri-Gustavo Santos no evidencia que la distancia entre ambas listas sea tan amplia como algunas encuestas anuncian, en especial en la Capital. Todo indica que habrá festejos a boca de urna, aunque la cautela recomiende esperar el escrutinio.
Hay claras postales de los ánimos reinantes. Mario Negri denunció desde el viernes la existencia de una campaña sucia en redes sociales y Elisa Carrió se la atribuyó a “fuego amigo”. Se percibe la preocupación en ese equipo que representa al oficialismo radical y que cuenta con el apoyo de Mauricio Macri. Juez ya convocó a festejar esta noche. Y en el entorno de De Loredo, díscolo del radicalismo, avisan que aspiran al balcón de la Casa Radical para la celebración.
Es posible que recordemos escenas de fractura expuesta por esa interna feroz, en lugar de la unidad que todos prometieron para los festejos de la rotunda victoria que se anotará hoy en Córdoba la sumatoria de las cuatro listas de Juntos por el Cambio. Lo seguro es que a la luz de ese resultado, la oposición provincial iniciará hoy un proceso de cambios drásticos.
Votar en pandemia
De la jornada de hoy recordaremos, sin dudas, que por primera vez votamos en pandemia. Que fue una decisión acertada del sistema político argentino postergar un mes la convocatoria a las urnas. Que el virus nos dio un respiro a la hora de votar, pero que no dejar saliva en el sobre es en esta ocasión un acto de responsabilidad cívica tan importante como el de ir a sufragar. Cuántos de los casi tres millones de cordobeses habilitados irán a votar es una de las grandes incógnitas de la jornada, y nada indica que sea el riesgo sanitario el único responsable si la concurrencia finalmente es escasa.
También recordaremos que el peronismo que lidera el gobernador Juan Schiaretti hizo el máximo esfuerzo por diferenciarse del kirchnerismo, y que el Gobierno nacional eligió el camino opuesto: la lista del Frente de Todos es la más peronista que pudo construir el presidente Alberto Fernández.
Hacemos por Córdoba procura que recordemos que la fórmula que encabezan Alejandra Vigo y Natalia de la Sota obtuvo un triunfo, aun cuando la sumatoria de boletas de Juntos por el Cambio la pueda llegar a duplicar en votos. El triunfo que busca Hacemos por Córdoba es ganarle al kirchnerismo: que el país tome nota de que Schiaretti es el único gobernador peronista que desafió al Gobierno nacional y que le ganó. El peronismo cordobés llega confiado a la elección y el Frente de Todos, que lee las mismas encuestas, espera un resultado que está lejos de las expectativas iniciales.
Recordaremos la pobreza extrema de la discusión preelectoral. La simplificación extrema de los posicionamientos ideológicos. La ausencia de debate; la imposibilidad de recordar siquiera algunos de los proyectos de quienes se postulan como precandidatos para ocupar una banca en el Congreso.
Recordaremos la sensación de desconcierto que nos produjeron las 23 boletas que hay en el cuarto oscuro. A la mayor parte de esos candidatos es posible que no volvamos a verlos por mucho tiempo, ya que todo indica que de las 13 fuerzas que compiten, la mitad no llegará al 1,5 por ciento de los votos válidos que hacen falta para participar de las generales del 14 de noviembre.
Es importante que no olvidemos que ese desconcierto ciudadano en el cuarto oscuro obedece a una deuda histórica del sistema político, que aunque reconoce que las listas sábanas ya no deberían ser el vehículo de la expresión política de cada ciudadano y admite que la boleta única de papel representaría un cambio superador, siempre encuentra una excusa para no reemplazar el sistema de votación.
También sería fundamental que recordemos que cada una de esas 23 listas que compiten en Córdoba recibió del Estado nacional más de siete millones de pesos para imprimir las boletas, que a todos les sobró por lo menos la mitad de esos recursos públicos y que apenas cuatro listas informaron que van devolver el vuelto. Entre las 19 restantes, hay varias que hacen de la transparencia su bandera. Urge que todas las fuerzas rindan cuentas y devuelvan lo que no les corresponde. La sospecha de que son justamente esos recursos la principal motivación de unas cuantas listas representa un daño inaceptable para el sistema democrático.
Es muy posible que una de las cosas que más recordemos de la jornada de hoy es que, tras una larga espera de los datos y luego de observar varios festejos oficialistas y opositores en simultáneo, nos vayamos a la cama sin una respuesta acabada a la pregunta principal de esta elección, que es cómo le irá hoy al Gobierno de Alberto Fernández y Cristina Kirchner, en el primer test que afronta la pandémica gestión que encabezan.
Esa pregunta tiene tantas respuestas como jurisdicciones electorales hay en Argentina, aunque Buenos Aires equivalga casi a medio país y las demás provincias del centro tengan mayor relevancia política que el resto. En todos los casos, además, las respuestas que valen llegarán dentro de un mes, y ni siquiera para entonces se visualizan triunfos o derrotas determinantes para la fundamental: las relaciones de poder en el Congreso.