El de tela es el más común, usado por casi el 60% de los peatones, y sólo 22% usa el tricapa
En el relevamiento de La Voz también se midió qué tipos de barbijos usan los cordobeses. Entre quienes lo usaban correcta o incorrectamente, el 59 por ciento eran tapabocas de tela.
Con el 22,7 por ciento le siguió el barbijo tricapa, o quirúrgico, uno de los que mayor protección ofrece.
Terceros, con el 14 por ciento, se ubicaron los de la marca Atom Protect o similares que emplean un tecnología antiviral desarrollada por investigadores del Conicet. El 4,3 por ciento restante llevaba puesto las mascarillas KN95 que aseguran un filtrado del 95 por ciento de las partículas.
El uso incorrecto (sin cubrir la nariz) es mayor entre quienes utilizan tapabocas de tela: 33,3 por ciento. En tanto, el 15 por ciento de las personas que llevaban barbijo tricapa o “del Conicet” lo usaban incorrectamente.
Triple protección
El barbijo o tapabocas reduce el riesgo de contagio por las tres vías posibles:
Por contacto de superficie. Evita que el portador se toque la boca o nariz tras tocar un objeto posiblemente contaminado.
Directo. Funciona como barrera para evitar que las gotas expulsadas por un infectado impacten directamente en el rostro del portador del barbijo. Si el infectado usa barbijo, evita que este las expulse.
Por el aire. Los barbijos filtran las partículas microscópicas a las que se adhiere el Sars-Cov-2, las cuales permanecen flotando en el aire.
Para este último punto la calidad del barbijo y el ajuste son claves. Los tapabocas de tela deberían tener tres capas. En Argentina, la fabricación de tapabocas está desregulada.
En cuanto al agarre, deben cubrir bien la nariz y la boca hasta el mentón. Y el ajuste debe ser perfecto para que no haya espacio entre el este elemento y la cara.
Dos formas para saber si el tapaboca tiene buen agarre son sentir que el aire cálido roza la cara y que los anteojos no se empañen mientras usamos barbijo.