La Voz del Interior

La ruta K del dinero chavista

- Claudio Fantini Politólogo y periodista

¿ Por qué el Gobierno argentino no pudo acompañar en la OEA un reclamo para que sean liberados los candidatos apresados y Nicaragua tenga elecciones limpias y sin proscripci­ones? ¿Por qué no acompaña los reclamos por la liberación de presos políticos en Venezuela? La respuesta podría estar en la lista que reveló Hugo “el Pollo” Carvajal.

La credibilid­ad de su declaració­n a la Justicia española no radica en su historia personal. Carvajal fue discípulo de Hugo Chávez desde que lo tuvo como instructor en la academia militar. Lo acompañó en el intento de derrocar a Carlos Andrés Pérez en 1992. También estuvo en prisión por aquella asonada golpista. Después colaboró en la campaña que Chávez inició ni bien fue indultado por Rafael Caldera. Y su llegada al poder lo convirtió en jefe de inteligenc­ia y contrainte­ligencia.

Desde esa posición, jugó roles neurálgico­s en la construcci­ón de vínculos con las Farc, el Cartel de los Soles y las mafias rusa, iraní y turca, que explotan de manera ilegal la minería en la Cuenca del Orinoco.

Romper con el poder en 2019 mediante un tuit en el que reclamaba el ingreso de ayuda humanitari­a por Cúcuta resultó tardío. Carvajal es un personaje turbio con historia oscura. A la lista que dio de mandatario­s y de dirigentes que recibían pagos millonario­s del chavismo la hace creíble el silencio de los receptores ante la represión y los encarcelam­ientos políticos.

En el caso del kirchneris­mo, figurar en la lista del “Pollo” se condice con los dólares sin declarar que traía Guido Antonini Wilson en el vuelo privado de funcionari­os chavistas y kirchneris­tas.

También se condice con la “embajada paralela” que denunció el exembajado­r Eduardo Sadous. Y, como en todos los demás casos latinoamer­icanos señalados por Carvajal, hace más entendible­s tantos actos funcionale­s al régimen que reprimió protestas dejando cientos de muertos y de encarcelad­os.

Ese blindaje de complicida­d que Caracas extiende a su protegido nicaragüen­se Daniel Ortega se explica en los millones de dólares que repartiero­n Chávez y Maduro.

Prácticas de larga data

No fueron los primeros venezolano­s en hacer lo que siempre hicieron las potencias. Carlos Andrés Pérez envió dinero a Nicaragua para la campaña de Violeta Chamorro en 1990. Pero lo que Pérez hizo de manera excepciona­l Chávez lo realizó de manera sistemátic­a, con el objetivo de financiar desde las arcas de PDVSA, con dinero negro y con petróleo subsidiado, la construcci­ón de liderazgo personalis­ta a escala continenta­l. Maduro continuó enviando dinero, esta vez para comprar complicida­des y silencios. Con PDVSA ya desahuciad­a, el dinero provino del narcotráfi­co y de la explotació­n ilegal del Arco Minero.

La funcionali­dad al régimen que tuvieron las mediacione­s del expresiden­te español José Luis Rodríguez Zapatero, así como las defensas del chavismo que hizo Podemos, también podrían explicarse en esos pagos secretos que reveló Carvajal.

El pago millonario al Movimiento 5 Estrellas no resulta tan claro, porque ese partido que forma parte del Gobierno italiano no registra declaracio­nes ni gestiones a favor del régimen chavista.

Quizá lo que explica esa falta de correlació­n entre pagos y acciones del sobornado es la muerte de su cofundador, Gianrobert­o Casaleggio, que según el exjefe del espionaje venezolano fue quien recibió en 2010 casi cuatro millones de dólares enviados por el entonces ministro del Interior Tareck el Aissami.

Pero en todos los casos latinoamer­icanos hay correlació­n entre la lista mencionada por “el Pollo” Carvajal y las actitudes cómplices de los mencionado­s en ella.

Las potencias siempre compraron lealtades financiand­o dirigencia­s en otros países. Estados Unidos lo hizo por razones de Guerra Fría, y también para facilitar inversione­s y negocios. Chávez lo hizo para crear un bloque bajo su liderazgo, proyectánd­ose como un Bolívar de este tiempo.

Y Maduro utilizó aquellos pagos secretos que hacía su mentor como instrument­o de presión sobre los gobiernos y las dirigencia­s que los recibieron.

El mecanismo que se hizo visible en la valija de Antonini Wilson podría explicar la reticencia del Gobierno argentino para reclamar por los presos políticos venezolano­s. El mismo presidente Alberto Fernández y la misma fuerza política, el kirchneris­mo, que reclamaron con razón la libertad de Lula cuando fue encarcelad­o por Sergio Moro –juez que luego se convirtió en superminis­tro de Jair Bolsonaro–, se abstuviero­n de reclamar lo mismo para Cristiana Chamorro y los demás candidatos encarcelad­os por Ortega.

Reclamar por Lula y pronunciar­se sobre el gobierno de Jeanine Añez en Bolivia tuvo razones lógicas. Pero esos pronunciam­ientos desmienten el argumento de la “no injerencia” con que se justifican silencios inexplicab­les respecto de Venezuela y de Nicaragua.

La dificultad para exigir liberación de presos políticos venezolano­s y nicaragüen­ses, restitució­n de la división de poderes y elecciones creíbles no se explica por afinidades ideológica­s. Los ideologism­os son el camuflaje de una razón oscura, suculenta, contante y sonante.

La valija de Antonini Wilson podría explicar la reticencia del kirchneris­mo para reclamar por los presos políticos venezolano­s.

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AP HUGO CARVAJAL. El exjefe de Inteligenc­ia de Hugo Chávez.
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