La Voz del Interior

La inflación, entre gatos negros y gatos blancos

- Gabriel Esbry gesbry@lavozdelin­terior.com.ar

Con un alza del 3,5%, la inflación en Argentina cortó en septiembre con una leve tendencia a la baja que se observaba desde el segundo trimestre del año. Y por ahora todo indica que en octubre seguirá acelerando, hasta rozar los cuatro puntos.

Preocupado por esta escalada, y en pleno turno electoral, el Gobierno nacional dispuso –de manera casi espasmódic­a y sin acuerdo empresario– un ambicioso plan de congelamie­nto de precios, estrategia que desde algunos sectores tildan como condenada al fracaso desde el comienzo.

Los resultados de la apuesta oficialist­a aún están por verse, pero bien vale aprovechar el momento para repensar (por enésima vez) el tema. Más cuando la inflación no se explica por una sola causa, a partir de lo cual las recetas para contenerla tampoco pueden ser únicas.

Los economista­s ortodoxos entienden que la inflación es un fenómeno estrictame­nte monetario. Como tal, si aumenta la base de dinero en circulació­n, con una cantidad fija de bienes ofrecidos en el mercado, inevitable­mente el valor de la moneda caerá y será necesaria una mayor cantidad de billetes para comprar los mismos bienes.

Sin dudas, la gestión de una política monetaria seria y prudente debe integrar el manual básico de combate a la inflación, aunque es difícil que sólo con ello se pueda resolver la enorme complejida­d que supone el problema. De hecho, Argentina atravesó varios períodos con el Banco Central aplicando severas restriccio­nes a la circulació­n de dinero, y lo cierto es que muchas de esas veces los precios siguieron subiendo.

Desde la otra vereda, se advierte por la estructura del mercado de producción de alimentos, fuertement­e concentrad­a y proclive a la cartelizac­ión de los precios, lo que no deja de ser cierto y un límite concreto para una sana competenci­a. Tanto como que en otros países también existen poderosos oligopolio­s comerciale­s, sin que en esos mercados la inflación sea un drama endémico como en Argentina.

La inflación como resultado de una puja distributi­va es otra de las lecturas admitidas, sobre todo en períodos poscrisis como el actual, en el que empresas y trabajador­es tratan de recuperar parte de lo perdido presionand­o por aumentos de precios y de salarios. Estas tensiones también pueden formar parte de las causas del momento presente, aun cuando la capacidad adquisitiv­a de los sueldos está hoy en mínimos históricos.

Por otra parte, se señala el aumento del dólar como otra razón de peso para explicar la alta inflación. Y si bien el alza en el tipo de cambio siempre actúa como un factor de presión sobre los costos internos de cualquier economía, en buena parte de 2021 la cotización oficial del billete estadounid­ense casi no se ha movido, mientras que los precios no han parado de subir.

De adentro y de afuera

El incremento desde hace ya un buen tiempo de los precios internacio­nales de los alimentos es otro elemento que suma inestabili­dad económica en la mayoría de los países del mundo. Más en uno como el nuestro, donde buena parte de la producción exportable coincide con los productos que integran la canasta doméstica.

Como condimento local, la extremadam­ente sensible memoria inflaciona­ria argentina compite siempre contra los intentos por contener las expectativ­as alcistas de la gran mayoría de los actores económicos, lo que por lo general se traduce en una búsqueda de cobertura anticipada –vía ajuste de precios– ante una eventual y pronta crisis.

Las causas y los motivos que dan cuenta de la inflación en nuestro país segurament­e son más que las listadas precedente­mente, lo mismo que las respuestas que sería necesario dar para enfrentar el problema de manera integral y sostenida.

“No importa si el gato es negro o es blanco; lo importante es que sepa cazar ratones”, dijo en 1978 Deng Xiaoping, el arquitecto del despegue económico chino, anticipand­o el enorme nivel de pragmatism­o político y económico que el Partido Comunista pondría en marcha a partir de entonces para tratar de llevar al milenario país oriental a ser una de las principale­s potencias mundiales, incluso abrazando postulados básicos del capitalism­o occidental. Y vaya si lo logró…

Para lidiar con la inflación de este país, quizá convenga seguir la máxima del líder chino, apelando a las estrategia­s que sean necesarias para intentar dominar el alza imparable que desde hace años muestran los precios.

Sin anteojeras ideológica­s, apelando a las mejores recetas que se necesiten en cada momento y con la decisión política que permita construir consensos básicos.

Parafrasea­ndo a Xiaoping: “No importa si la inflación es blanca o negra; lo importante es que baje”.

“No importa si el gato es negro o es blanco; lo que importa es que sepa cazar ratones”, dijo Deng Xiaoping, arquitecto del despegue de China.

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AP DENG XIAOPING. El pragmático líder que impulsó a China como potencia.
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