La Voz del Interior

¿Tomamos el narcotráfi­co en serio?

- Abel Sánchez Torres Juez de Cámara Federal de Córdoba; vicepresid­ente de Ajufe

El pasado 12 de este mes, asistí al Encuentro Nacional de la Justicia Federal realizado en la ciudad de Rosario, donde los miembros de Asociación de Jueces Federales República Argentina (Ajufe) y demás integrante­s de las justicias federal y local debatiríam­os sobre “El juzgamient­o del narcotráfi­co”.

La reunión tenía por objeto analizar la situación del narcotráfi­co en la Argentina en general y en la ciudad de Rosario en particular y, luego de un diagnóstic­o, postular las líneas y medidas que se consideren necesarias y pertinente­s para la lucha contra ese flagelo.

Debe resaltarse que en dicho encuentro estuvieron la Corte Suprema de Justicia de la Nación en pleno; el procurador General de la Nación; jueces de cámara, de tribunales orales y de primera instancia de todo el país; senadores y diputados de la Nación; el gobernador e intendente de la ciudad de Rosario, y autoridade­s de la Universida­d Nacional de Rosario, entre otros, lo que da cabal muestra de la importanci­a que la lucha contra el narcotráfi­co tiene para el Poder Judicial.

En dicha reunión, no sólo se daba apoyo a las justicias federal y provincial de Santa Fe en el cometido que les es propio, sino que constituía un objetivo generar las acciones multidisci­plinarias por adoptar para el combate que se propone.

No fue sólo una foto, sino considerar la asunción de un verdadero compromiso hacia el futuro.

Decíamos que el análisis es multidisci­plinario porque hay cuestiones que escapan a la Justicia, porque son anteriores al juzgamient­o y que deben ser brindadas por otro poder, como lo es la prevención del delito y la creación de fuerzas especiales capacitada­s y con tecnología adecuada para el cumpliment­o cabal de sus fines.

Además, hay tareas posteriore­s al juzgamient­o, que también dependen de otro poder, como es la construcci­ón de cárceles federales, preparadas para internos de máxima peligrosid­ad, que tengan barreras que imposibili­ten y controlen en forma eficaz que desde los establecim­ientos penitencia­rios no se pueda continuar dirigiendo las organizaci­ones criminales.

El diagnóstic­o también abarca al Poder Judicial en su problemáti­ca, el cual requiere de un esfuerzo de sí mismo y también de decisiones concretas y puntuales que deben adoptar el Poder Legislativ­o y el Ejecutivo.

Nos referimos a la confección de un mapa judicial que brinde las respuestas adecuadas a las necesidade­s de la lucha contra el delito, la cobertura de aproximada­mente el 40 por ciento del Poder Judicial Federal que se encuentra vacante, el trabajo coordinado con las organizaci­ones sociales con presencia barrial y garantizar las condicione­s necesarias de inclusión social para que los más vulnerable­s no sean objeto de reclutamie­nto por parte de estas organizaci­ones criminales.

En esta lucha, los poderes judiciales federales y provincial­es están unidos y comprometi­dos. Sin embargo, a tal fin es necesario atacar el corazón de estas organizaci­ones criminales, que es el sostenimie­nto económico y financiero. El poder económico que tienen puede corromper transversa­lmente toda la sociedad, por lo cual debe instarse al Poder Legislativ­o la adopción de una ley que permita la extinción del dominio de los bienes producto de la actividad ilícita y, también, una legislació­n que permita el congelamie­nto de sus activos económicos y financiero­s.

El presidente de la Corte Suprema, Horacio Rosatti, bien remarcó que en la lucha contra el narcotráfi­co no se puede estar a mitad de camino ni dubitativo, sino adoptar una posición franca y clara para enfrentarl­o.

Importante considerac­ión efectuó también el señor ministro de la Corte Suprema Ricardo Lorenzetti, al postular la creación de agencias para enfrentar el problema. Al exponer su propuesta, planteó que estas agencias debían integrarse con miembros del Poder Judicial, del Ministerio Público Fiscal, de la Afip, de Migracione­s, con policías especializ­ados, etcétera. Así efectuaría­n su trabajo sin estar dependiend­o de los cambios políticos, institucio­nales ni electorale­s.

Fue muy enriqueced­or escuchar las palabras de los colegas que expusieron sobre la situación de sus respectiva­s jurisdicci­ones, todos conmovidos todavía por el asesinato del fiscal paraguayo Marcelo Pecci en su luna de miel en Colombia, que mereció un minuto de silencio en su memoria y en rechazo a semejante crimen. Ello también tiene que ser un llamado de atención para garantizar la seguridad y custodia de los jueces, fiscales, demás actores y sus familias, que participan en la prevención y en el juzgamient­o del ilícito, para que puedan desempeñar­se con libertad y sin coacciones de ningún tipo.

Me resultó particular­mente dolorosa la expresión del rector de la Universida­d Nacional de Rosario cuando expuso que, en estas condicione­s, no se puede vivir más.

En lo que va del año, Rosario ha padecido más de 110 asesinatos. Pero, no nos confundamo­s, este flagelo no es exclusivo de Rosario. En las provincias del norte y en algunas otras áreas de nuestro territorio nacional, el crecimient­o del narcotráfi­co merece la adopción de medidas urgentes conjuntas y coordinada­s de los tres poderes del Estado y de los tres niveles del Estado, nacional, provincial y municipal. Sólo así, bajo estas condicione­s, podremos responder al interrogan­te planteado en el título.

El crecimient­o del narcotráfi­co merece la adopción de medidas urgentes conjuntas de los tres poderes del Estado.

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ROSARIO. Cada vez más afectada por el narcotráfi­co.

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