La Voz del Interior

Sol Fantin “Ejerzo mi derecho a contar mi historia”

La escritora presentó su libro “Si no fueras tan niña, memorias de la violencia”, un relato en primera persona sobre años de abuso en una fundación religiosa “new age”.

- Noelia Maldonado nmaldonado@lavozdelin­terior.com.ar

Sol Fantin publicó hace poco Si no fueras tan niña ,un libro de memorias en el que reconstruy­e el final de su infancia y su adolescenc­ia en el aislamient­o en el que vivió por pertenecer a una fundación religiosa new age.

El libro comienza hacia el final de su niñez y se adentra en el vínculo que generó con unos de los gurúes de la organizaci­ón a la que arribó su familia, allá por la década de 1990. Este guía espiritual, quien debía ejercer su rol de cuidador, terminó abusando de ella por años.

La historia del libro termina siete años después, sin haber contado todo pero habiendo revelado lo suficiente como para entender qué impacto tuvo en su psiquis el trauma de un abuso que no fue solo sexual, sino que incluyó además la destrucció­n de su autoestima, de su voluntad, de su subjetivid­ad.

Después de dos décadas de silencio, que le permitiero­n procesar lo que había sucedido, Sol Fantin llega a este relato pormenoriz­ado y valiente sobre aquellos años de oscuridad.

La necesidad de contar la historia

Fantin decidió que tenía que contar su historia luego de atestiguar en otro caso de abuso del que ella también fue víctima.

Emilia Viacava, estudiante del Nacional Buenos Aires, denunció que fue abusada en un viaje de estudios a Tilcara. Resultó que muchas otras jóvenes, entre las cuales estaba la escritora, dijeron haber pasado situacione­s similares.

La causa finalmente prescribió, pero Fantin fue una de las testigos del caso. Cuando comenzó a echar luz sobre su adolescenc­ia, afloró el trauma de lo ocurrido no sólo con este coordinado­r, sino con su guía espiritual.

–¿Recordás cuál fue el disparador para animarte a escribir?

–Cuando decido dar testimonio abonando a la causa de Emilia entré en una especie de túnel del tiempo, de agujero negro. Empecé a conectar con mis propios recuerdos, con lo que me estaba sucediendo desde algunos años antes. Entonces empiezo a darme cuenta de que en efecto yo había estado a merced de otro abusador, en un caso más complejo que involucrab­a mi infancia y mi vida desde finales de los 13 años. Me solidaricé con ella y acompañada por mi propio proceso terapéutic­o me di cuenta de que había recurrido a la escritura desde siempre, y que lo que más necesitaba era reapropiar­me de ese extenso momento en mi vida que yo había mantenido oculto porque sentía confusión, miedo y hasta vergüenza. Me di cuenta de que necesitaba utilizar mi herramient­a (que es la escritura) para contarme a mí misma mi propia historia, poner los recuerdos en orden y entender lo que había vivido.

–¿Cómo fue el proceso de escritura teniendo en cuenta lo traumático de los hechos? ¿Tuviste acompañami­ento terapéutic­o?

–Si yo sólo me limitaba a relatar lo que me había pasado, la angustia me sobrepasab­a. En primer lugar, hice una extensa lista de recuerdos. A medida que iba haciendo la lista, me daba cuenta de que mis recuerdos estaban ahí, intactos, pero aislados. Este es un fenómeno particular que es propio de las sobrevivie­ntes. Y yo misma me iba asombrando, al ponerlos en texto me iba generando muchísima angustia haber atravesado eso y no haber podido contarlo. Me doy cuenta de que en mi escritunec­esitara ra empieza a aparecer como si fuera una voz doble. Como si la narración estuviera desdoblada entre lo que pasó y la mujer adulta que soy hoy. En un proceso posterior, trabajé sobre el texto para poder separar esas dos perspectiv­as y ponerlas como notas al pie, porque era como si yo desde la mujer ayudar a esa adolescent­e, explicando y poniendo la mirada del cuidado y de la comprensió­n que en ese momento no estuvo. Intenté arrojar luz y un marco que a mí me hiciera tolerable esos recuerdos.

–¿Cuál fue la sensación cuando terminaste el libro? ¿Qué recepción tuvo en tu entorno?

–El sentimient­o fue de profundo alivio. Después me di cuenta de que yo había necesitado alcanzar la edad que tenía en su momento mi agresor para poner de alguna manera responder. Eso me pareció impactante. Es importante que otros puedan leerlo. Decidí ponerlo en estado público como un gesto de reparación hacía mí y hacia otros que han pasado por lo mismo. Es una voz que de alguna manera da cuenta de que no sucumbimos. Lo digo en primera persona del plural porque tengo plena conciencia de que muchos pasamos por lo mismo. Siento que recuperé una parte de mi vida. Que ya no es una vergüenza para mí, sino al contrario. Contarlo es un gesto de coraje y de solidarida­d. Tuve una recepción empática, amorosa. Mucha gente se puso en contacto conmigo para agradecerm­e algo que para mí es súper reparador.

–¿No temiste que hacerlo público te revictimiz­ara?

–No tuve ninguna situación de ese tipo pero tuve el cuidado de preservarm­e. Tengo práctica y decidí qué informació­n quería hacer pública y qué no. Es cierto que alguien que lo tiene menos elaborado o que es más reciente puede sentirse expuesto, lo imagino. En mi caso yo decidí qué quería decir. Y siento que estoy ejerciendo un derecho que es mío, legítimo, de contar mi historia. Incluso me pasó a nivel personal que algunos miedos o problemas en mi vida íntima empezaron a poder resolverse. Me siento más sujeto de vida y de mi deseo ahora que pude contar esta historia. En mi caso personal, es dejar de ser una víctima y, aunque siempre voy a ser una sobrevivie­nte, esto implica que este tema deje de ser una marca para mí.

El psicoanáli­sis y la voz –¿Qué poder tiene la palabra para reparar lo sucedido?

–Tengo un recorrido extenso con el psicoanáli­sis que también se vale de la palabra. El trabajo con la palabra es reparador y es todo para mí. La literatura y la escritura fueron siempre mi refugio, mi madriguera. La escritura no tiene solamente la función de registrar, sino también de organizar los recuerdos, las experienci­as. La palabra aporta estructura ahí donde el abuso deja oscuridad y confusión. El psicoanáli­sis es una práctica que le pone palabras a la angustia y propone seguir hablando ahí donde parece que hay un abismo. Habilita los caminos del deseo, algo muy dañado con este tipo de delitos. Además sentí cierta responsabi­lidad, ya que por ser docente y escritora tengo acceso a la palabra, puedo decir. Hay muchísimas personas que han vivido cosas del mismo calibre y no tienen acceso a contarlo.

Fantin aclara que este libro no tiene como propósito hacer justicia por mano propia, por eso no brinda la identidad del agresor. Pero el camino de la denuncia judicial empezó al terminar de escribir su historia y darse cuenta de la magnitud que tenían esas violencias.

La causa judicial está en su primera parte y comenzaron las investigac­iones. Su abogada es Gabriela Conder, la misma defensora que llevó el caso en el que absolviero­n a Eva Analía De Jesús, conocida como Higui.

 ?? GENTILEZA ALEJANDRO GUYOT ?? SOL FANTIN. Decidió contar su historia tras ser testigo de otra causa de abuso, en Tilcara.
GENTILEZA ALEJANDRO GUYOT SOL FANTIN. Decidió contar su historia tras ser testigo de otra causa de abuso, en Tilcara.
 ?? ?? Si no fueras tan niña Sol Fantin
Editorial Paidós 352 páginas $ 2.640.
Si no fueras tan niña Sol Fantin Editorial Paidós 352 páginas $ 2.640.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina