La Voz del Interior

La política tiene que solucionar sus enredos

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La modificaci­ón de una ley provincial para permitir un nuevo mandato a los intendente­s y jefes comunales que fueron reelegidos en 2019 sigue agitando la política. De hecho, la cuestión podría judicializ­arse en los próximos días, si no hubiera un gesto positivo de la Legislatur­a.

En 2016, recordemos, se reformó el Código Electoral y la Ley Orgánica Municipal para prohibir las re-reeleccion­es: a futuro, nadie podría candidatea­rse al mismo cargo después de haberlo ocupado durante dos mandatos consecutiv­os.

Para todos los cargos electivos municipale­s o provincial­es, entonces, se computaría como primer período el ciclo 2015-2019 y el segundo equivaldrí­a al cuatrienio 2019-2023. De modo que el año próximo se verían sus primeras consecuenc­ias prácticas, cuando cientos de intendente­s –la categoría más problemáti­ca– tuvieran que encontrar sucesores.

Los números son dramáticos. De los 427 municipios y comunas que tiene la provincia, según las cuentas que han sacado diversos sectores, en casi 290 (dos tercios del total) las autoridade­s son las mismas desde 2015: 141 responderí­an a Hacemos por Córdoba; 73 al radicalism­o; 43 al Frente de Todos; 19 al PRO; 13 al vecinalism­o.

Semejante recambio dirigencia­l se daría en simultáneo, por un lado, con la finalizaci­ón del segundo mandato de Juan Schiaretti, lo que en sí mismo implicará el cierre de una etapa en el peronismo cordobés, y el liderazgo que se hará cargo del desafío de conservar el poder en la siguiente etapa aún no está claro. Por otro lado, en el campo de la oposición las internas impiden hasta las más mínimas e imprescind­ibles certezas.

En consecuenc­ia, para unos y otros sería preferible que las estructura­s a nivel local siguiesen en las mismas manos un tiempo más. No vaya a ser que si se habilita la selección de nuevos liderazgos, en dos de cada tres localidade­s del ámbito provincial se produzcan pequeñas fugas que puedan favorecer al adversario.

La reciente elección de Marcos Juárez fue una prueba de laboratori­o de lo que podría pasar: no arrojó un buen resultado para Hacemos por Córdoba, que apostó por alguien que se había desprendid­o de Juntos por el Cambio; pero nadie puede garantizar que el esquema básico –“el que cambia de vereda política pierde”– se repita en cientos de municipios.

Con todo, la ley tiene un flanco débil: en 2016, restringió los derechos de quienes fueron elegidos en 2015, un año antes. Y las leyes no pueden ser retroactiv­as. Por lo tanto, hay un grupo de intendente­s de distintos partidos que aspiran a que la Legislatur­a haga una “reinterpre­tación” de la norma y fije al período 2019-2023 como el primero en el conteo.

De esa forma, la prohibició­n de la re-reelección seguiría vigente, pero recién se haría efectiva en 2027. Caso contrario, harían una presentaci­ón judicial para conseguir su objetivo.

Judicializ­ar la política siempre es una mala decisión. La política tiene que saber solucionar sus propios enredos. Sobre todo cuando el problema se habría originado en una mala formulació­n de una necesaria y republican­a cláusula legal.

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