La Voz del Interior

Con un lanzador, Argentina completa el ciclo de la industria espacial

El proyecto Tronador II tiene tres etapas, con Córdoba como protagonis­ta. Para 2030, esperan poder colocar satélites en órbita.

- Juan Pablo Carranza jpcarranza@lavozdelin­terior.com.ar

La carrera espacial argentina suma un hito clave. Desde esta semana comenzará el desarrollo para que, en el año 2030, la Comisión Nacional de Actividade­s Espaciales (Conae) y la empresa de capitales estatales Veng SA pongan en funcionami­ento un lanzador espacial de satélites, que les permitirá concretar el proyecto Tronador II.

Un proyecto único en su tipo en América latina, con el que Argentina será el primer país que tendrá una plataforma propia de lanzamient­o, por instalar cerca de Bahía Blanca. La importanci­a del anuncio hizo que ayer el presidente de la Nación, Alberto Fernández, viajara a Córdoba para su presentaci­ón y compartier­a el escenario en Conae con el gobernador Juan Schiaretti (ver página 3).

Cuando esté todo instalado, la Base Centro Espacial Manuel Belgrano, al sur de la provincia de Buenos Aires, se convertirá en una suerte de Cabo Cañaveral (la célebre estación que tiene la estadounid­ense Nasa en Florida), desde donde partirán los cohetes –si se permite la imprecisió­n– que pondrán en órbita los satélites.

A Córdoba le toca un rol clave en el desarrollo del corazón tecnológic­o del proyecto. Los ingenieros y técnicos que trabajan en la estación de Conae, ubicada en Falda del Cañete, tendrán a su cargo el diseño de los motores, su proceso de fabricació­n y el recubrimie­nto superficia­l que acompañará cada módulo.

Si se toma toda la cadena espacial, Argentina cuenta con todos los eslabones para la producción: tecnología, talentos, desarrollo de satélites para usos científico­s, administra­ción y gestión de los datos.

Resta sólo un lanzador espacial propio que le permita completar el circuito y ganar autonomía en esta disciplina y no depender de agencias espaciales de otros países o privadas que cobran cerca de 40 mil dólares el kilo de satélite puesto en órbita bajo sus condicione­s.

El proyecto

Varias institucio­nes participan de este proyecto para la investigac­ión espacial. Además de la Conae en Córdoba, están involucrad­os el Centro Espacial Punta Indio (Cepi), la Universida­d Nacional de Córdoba (UNC), a través del Centro Espacial Teófilo Tabanera, y las universida­des de Mar del Plata y de La Plata.

Inclusive el trabajo de los privados también es clave en este trayecto. Además de las 200 personas entre Veng SA y Conae involucrad­as en el proyecto Tronador II, hay más de 50 que trabajan en pequeñas y medianas empresas que son proveedora­s de insumos y de tecnología. Esa última cifra aumentará rápidament­e, estiman los que conocen la industria.

Argentina destinará 9.730 millones de pesos para el desarrollo del primer prototipo del lanzador (TII–70). Todavía no se puede calcular cuánto de esa inversión retornará. Lo que está claro es que un gasto de este tipo de tecnología no tiene un retorno inmediato ni directo, sino que se ve en la industria y en la innovación que se aplican.

No es un dato menor la elección del lugar donde se instalará la base para el lanzador. Ese sitio cerca de Bahía Blanca permite recorrer la distancia mínima y consumir la menor cantidad de combustibl­e para que los satélites alcancen el recorrido establecid­o que permitirá tomar siempre la misma foto del mismo lugar a la misma hora, para cualquier satélite que se ponga en órbita. Un timelapse espacial.

Otro de los beneficios que tiene contar con un lanzador propio es que la Argentina podrá comerciali­zar servicios geoespacia­les y de puesta en órbita. Esta parte del negocio, en principio, estará a cargo de Veng SA. También le permitirá recopilar informació­n para, desde esa plataforma, poner a punto sistemas antes de satelizar. Y reparar las estaciones propias con autonomía.

Gradualmen­te

Recién en 2030 se pondrá a prueba todo el conjunto del lanzador con cuatro motores. Podrá colocar en órbita satélites de entre 500 y 750 kilogramos a una distancia de hasta 600 kilómetros de la Tierra.

Antes, el primero de los lanzadores de prueba es el Tronador II–70 (por los 70 centímetro­s de diámetro del motor que lo impulsa), que se lanzará en 2026 desde Cepi. Casi tres años después se probará el Tronador II– 150, que testeará el desempeño de uno de los tres motores centrales de 30 toneladas. Un año más tarde, se lanzará el Tronador II–250, la última fase del proyecto, desde la nueva base de Bahía Blanca. Sobre esta base, el lanzador podrá poner en una órbita cercana satélites de todo tipo de menor tamaño.

Para Conae, y su sede en Córdoba, será otro hito tras la producción de los satélites argentinos que ya están en órbita.

Esto no es solamente Conae y Veng, sino todo el sistema tecnológic­o científico argentino. El desafío es inmenso. Raúl Kulichevsk­y Director ejecutivo de Conae

Argentina ha alcanzado el máximo para hacer satélites geoestacio­narios. Pero nos falta ponerlos en órbita.

Marcos Daniel Actis

Presidente de Veng

Este proyecto es clave. Gran parte del costo de poner en órbita un satélite es el lanzamient­o y se cierra toda la cadena.

Josefina Peres

Gerenta de proyectos satelitale­s de Conae

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PEDRO CASTILLO CON EL PRESIDENTE. Personal de Conae, en la cordobesa Falda del Cañete, con el presidente de la Nación en su visita de ayer.
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