La Voz del Interior

Festivales de verano. ¿Se acabó la gracia del humor cordobés en las grillas?

En los grandes encuentros estivales, hace tiempo que los cuentistas brillan por su ausencia. ¿Cómo se reconfigur­a esta tradición cordobesa en tiempos de nuevos paradigmas?

- Diego Tabachnik dtabachnik@lavozdelin­terior.com.ar

Es curioso el fenómeno que se da en el verano cordobés de un tiempo a esta parte. No hay dudas de que una de las señas de identidad más representa­tivas de Córdoba es el humor, tanto en su chispa espontánea y callejera propia de su gente como por una extensa tradición de humoristas que traspasaro­n fronteras.

Sin embargo, en los grandes festivales de verano, como Jesús María, Cosquín Folklore y Villa María, esta figura, que muchas veces garantizab­a el momento de distensión y risas en la grilla artística, fue desterrada por completo. Más aún: ni siquiera en una plaza teatral como Villa Carlos Paz hay este año grandes “solistas” de humor (a excepción del Oficial Gordillo, aunque hace muchos años ya que readaptó su rutina y está más cerca del comediante que del cuentista, y del mendocino Cacho Garay).

Y otra paradoja más: este cambio de foco en la figura de quienes históricam­ente hacían reír se da en un momento en que el humor “anónimo” (con los memes como el mejor ejemplo) y de redes sociales (cuentas de humor, influencer­s y creadores de contenidos) viven su época dorada.

La risa está al acecho en cualquiera de estas plataforma­s, y el humor como estrategia de autodefens­a está casi en su pico. ¿Qué pasó entonces con los que vivían justamente de hacer reír a multitudes?

Otro tiempo

En una consulta con varios referentes y voces autorizada­s sobre el tema, no hay muchas dudas respecto de que el oficio de humorista clásico tal como se lo conocía ha quedado a destiempo con los cambios de paradigmas que atraviesa la sociedad.

“Son otras épocas, el humorista tradiciona­l, el de traje y corbata que se colgaba una guitarra y contaba chistes, me parece que no va más”, empieza diciendo el Flaco Pailos, que en su momento fue quien tomó la posta de referentes como el Negro Álvarez y Cacho Buenaventu­ra (este último, programado en Colectivid­ades de Alta Gracia, casi como excepción a la regla).

“En estos últimos tiempos, todos los que estamos arriba de un escenario nos estamos cuidando y aggior

nando a la nueva época, algo que me parece muy bien. En algunos festivales, los organizado­res tienen un poco de miedo con el humor, porque puede haber algo que se diga, chiste u ocurrencia, que haga sentir mal a alguien”, completa Pailos, que este año optó por hacer temporada en Mar del Plata.

Lo mismo sentencia Miguel Martín, más conocido por su personaje del Oficial Gordillo: “Los festivales ya no se juegan tanto a poner humoristas, especialme­nte en los que son televisado­s. Yo fui al de la Avicultura ahora, y tengo uno solo más en el verano, pero hay varios chistes que yo ya no hago porque no da… Hubo una evolución del humor”.

Igualmente, el humorista tucumano pone un manto de piedad sobre la vieja escuela de cuentistas. “No lo hacen de malos los humoristas, sino que es una herencia que tenemos de los ’90, de lo que hacía Tinelli, con chistes que fueron pasando sobre el pelado, el gordo, el gay… Yo trato de hacer un humor en primera persona, cosa que yo sea el protagonis­ta para que la gente o se identifica o se ríe de vos, y eso está como un poco más permitido”.

Miedo al qué dirán las redes

El humorista Marcos Ontivero dice que, en el caso de los festivales, “ningún funcionari­o quiere correr el riesgo de tener un comentario malo en redes sociales”. “Los intendente­s o funcionari­os no quieren quedar ‘pegados’ a lo que pueda llegar a decir un humorista; aunque esté dentro de un contexto de humor, por ahí se desprende alguno diciendo que fue discrimina­dor, xenofóbico, se tiró contra el feminismo o sonó machirulo”, ejemplific­a.

Más de uno recordará en ese sentido la presentaci­ón del Negro Álvarez en el Festival de Cosquín en 2018, como invitado de Los 4 de Córdoba, que precisamen­te se convirtió en el centro de feroces críticas en las redes sociales, lo que generó un debate que escaló a nivel nacional.

“Obvio que el humor hoy tiene que deconstrui­rse y me parece bárbaro – acota Ontivero–, hay cosas que ya no se pueden hacer o decir como antes. Yo estoy a favor del feminismo y creo en la igualdad de género, pero por ahí hay cosas dentro de un contexto de humor que incluso puede surgir de una improvisac­ión, pero eso ya no se perdona hoy”, agrega.

Carla Dogliani, la actriz y humorista popular conocida especialme­nte por su personaje de La Bicho, remarca también algo que tiene que ver con el formato de los festivales, más pensados para el impacto veloz que para favorecer un relato. “Ahora no es tan fácil hacer humor instantáne­o. El chiste es más efectista y tiene esta cosa del remate fuerte. Hoy está tan delicado todo, por suerte cuestionán­donos muchísimas cosas, y por ahí en un escenario en el que tenés un ratito breve para ocupar el espacio del armado de las bandas, en siete o 10 minutos tenés que hacer como una batería de chistes, y si no alcanzás a desarrolla­r, por ahí se puede ma interpreta­r, podés tocar una temática que ofenda a alguien y entonces deja de ser humor”.

Ella particular­mente no cuenta chistes, así que no se identifica con esa metodologí­a. “Yo cuento anécdotas, hago relatos, y ahí están las ocasiones de humor. Yo por eso en los festivales sí o sí tengo que tener 20 minutos o media hora, y no era lo que buscaban para llenar el espacio entre el armado y desarmado del set de los músicos”.

Camilo Nicolás, que hace temporada en la obra Un plan perfecto en Carlos Paz y también su unipersona­l todos los lunes en Studio Theater, le da otro enfoque a la cuestión.

“El problema es el chiste en sí, no la figura del cuentachis­tes. Antes el chiste quedaba encerrado en las cuatro paredes de un teatro, y hoy con las redes es más difícil. Pero la variación viene de humorista a comediante: el primero quedó un poquito más relegado y el segundo ha tomado un poquito más de vuelo”, interpreta Nicolás, quien se considera parte de “la nueva generación” de los que hacen humor en Córdoba.

La palabra de los programado­res

En plena temporada de festivales, se hacen esquivas la mayoría de las voces oficiales de los principale­s encuentros sobre la decisión de no incluir humoristas en sus grillas.

Juan López, presidente del Festival de Doma y Folklore de Jesús María, sí respondió a la consulta de VOS, aunque descartó que se trate de evitar la polémica de los chistes “incorrecto­s”. “En el caso nuestro se debe a que vemos que la mayoría de los humoristas no es solo escucharlo­s, sino que además hay que observarlo­s por los gestos que realizan, las poses”, empieza argumentan­do.

“Al ser tan grande el anfiteatro hay mucha gente que no lo puede apreciar (tenemos tribunas a 60 metros del escenario) y solo lo disfrutan quienes están en plateas o al costado. Hay humoristas muy buenos pero con esas caracterís­ticas”, finaliza.

Otro que sí habla es Raúl Sansica, que, además de ser el actual presidente de la Agencia Córdoba Cultura, está en la dirección del festival Pensar con Humor, iniciativa oficial que desde el año 2007 celebra a los humoristas cordobeses.

“El humor sigue existiendo y la renovación está presente, nada más que de otra forma. Quizás el cuentista está sustituido por el stand up, algún

influencer con ese humor dinámico influencia­do por lo tecnológic­o, y hay ya toda una renovación del público también, pero quizás un público histórico que quizás no lo aceptará”.

Como ejemplo, cita lo que sucede dentro del festival Pensar con Humor en la sección “humor al toque”, que es humor al paso para humoristas noveles, en la que “están pintando otra realidad con la que estamos conviviend­o”.

“Tenemos que ver cómo la idiosincra­sia de nuestros barrios ha cambiado, en una urbe que ha crecido mucho, y el humor sale desde esos lugares. Pero el cambio de paradigma en lo escénico recién está llegando, a diferencia del humor gráfico, que explota por todos lados y nos saca más de una sonrisa y una reflexión”.

Es que, en medio de todo este recambio, también queda en evidencia que no hay cuentistas tradiciona­les sub-30, y muchos señalan que el contexto no está para nada propicio a que surjan. “En este cambio social, el humorista tradiciona­l ya deja de estar. Primero porque no tiene espacio donde desarrolla­rse: no está en la radio ni en la tele, los medios han dejado de poner ese tipo de personajes que hacen su humor a través del cuento. Eso también limita y genera que no surjan nuevos talentos”, dice Ontivero.

Pailos va al hueso sobre el mismo punto, y es muy crítico con los medios. “Tiene que ver con cómo se maneja también el periodismo ahora. Hay que salir e investigar un poco más: en los portales salen huevadas…

Gran Hermano… siempre cosas ‘más importante­s’. Tiene que ver con el porqué los cordobeses a veces tenemos que recurrir a otros lados: porque el mismo periodismo de acá no te da un tronco de bola”, dispara.

De cualquier manera, todos los entrevista­dos son optimistas y coinciden en que se trata de una coyuntura, pero que el humor cordobés, a la larga, prevalecer­á.

El mismo Flaco Pailos marca una alerta, pero lo pone en perspectiv­a: “Los cambios no son de un día para el otro. A veces tardan años. Imaginate que para que salga otro como Gordillo en Tucumán… va a estar medio difícil, va a pasar mucho tiempo. Acá en Córdoba tenemos más posibilida­des de que se renueven, y hay… pero hay que valorarlos. Córdoba siempre va a tener humoristas”.

El problema es el chiste en sí, no la figura del cuentachis­tes. Antes el chiste quedaba encerrado en el teatro, y hoy no.

Camilo Nicolás

Actor y humorista

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LA VOZ/ARCHIVO NO VAN MÁS. Muchos festivales de verano en Córdoba dejaron de lado el humor.
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LA VOZ/ARCHIVO NO QUIEREN POLÉMICA. Para el Flaco Pailos, “los organizado­res tienen un poco de miedo de que el humor haga sentir mal a alguien”.
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LA VOZ/ARCHIVO FORMATO. Para Carla Dogliani, los festivales requieren chistes efectistas y rápidos.

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