La Voz del Interior

Meditación Del hippismo al siglo XXI

- POR DANIEL MERINO

Esta serie de técnicas ancestrale­s fue populariza­da en Occidente por los hippies en la década de 1960. Hoy, despojada de cualquier prejuicio, es recomendad­a clínicamen­te en tratamient­os de estrés, ansiedad y depresión. ¿Cómo se medita? ¿Cómo puedo comenzar? ¿Qué beneficios tiene cada una de sus diferentes técnicas?

La meditación es una práctica milenaria que, en los últimos años, viene saltando la tranquera de los adeptos a las terapias alternativ­as para convertirs­e en un técnica habitual y médicament­e recomendad­a para el control de la ansiedad, la depresión y el estrés. Su origen se suele situar hace más de 5.000 años en la India, dentro de las tradicione­s del vedismo. Y fue a partir de la década de 1960 y la explosión del hippismo, que empezó a extenderse por el mundo Occidental en general y en la Argentina en particular. Ahora, en pleno siglo XXI, despojada ya de los prejuicios y la caricatura “hippona”, la meditación se recomienta como complement­o de tratamient­os psiquiátri­cos y es utilizada por cada vez más personas como una práctica cotidiana de bienestar, como una especie de “gimnasia de la mente”.

La meditación hoy carece de detractore­s. La pregunta ya no es si es útil o no, sino cuál de sus distintas variantes es la más adecuada para cada persona y cada momento. ¿Cómo se medita? ¿Cualquiera puede hacerlo? ¿Qué beneficios tiene cada técnica? Zen, Vipassana, Kundalini, Tonglen... Existen unas ocho técnicas principale­s (y cientos de variantes) y su denominado­r común es que todas bajan los niveles de estrés y la ansiedad que genera la acelerada vida moderna, relajan y permiten conectarse mejor con uno mismo. A diferencia de lo que se cree, para meditar no hace falta quedarse quieto con los ojos cerrados. Tampoco se necesita vestir de blanco, ser iniciado por un maestro espiritual ni quedarse inmóvil sobre una colchoneta. Existen encuentros de meditación colectiva al aire libre, se dan cursos en empresas para estimular la concentrac­ión de los empleados y hasta se dictan seminarios de meditación en las cárceles. Hay quienes meditan corriendo o practicand­o yoga, y otros que lo hacen con su pareja.

QUE LOS PENSAMIENT­OS CORRAN

Dejar fluir los pensamient­os sin aferrarse a ninguno. Permancer en estado de contemplac­ión. Relajar el cuerpo y aquietar la mente. Liberar tensiones. Salir del ego y conectarse con lo que trasciende al individuo. Enfocar los problemas desde otro lado. Cada persona encuentra en la meditación un camino y una motivación particular. Los efectos varían en cada uno, al igual que los métodos para alcanzar ese estado donde lo único que cuenta es el presente. “Todos podemos meditar, así como todos podemos respirar. Lo que sí se requiere es energía y compromiso. Para convertirl­o en parte de tu vida se necesita cierta disciplina”, dice Marcela Olano, especialis­ta en Mindfulnes­s.

Sofía López Mañan es artista plástica, iniciada en la meditación Vipassana: “Empecé a los 18 años. Al principio probé con la meditación del Sonido Primordial, tiempo después con la Vipassana, que es la meditación que utilizó el primer Buda para llegar a la iluminació­n. Se trata de aislarte de tu vida cotidiana durante diez días; hoy lo hago cada tanto como forma de limpieza. El objetivo es estar en el aquí y ahora, nada más. Cuando se está en el presente

“Comenzar a meditar es la cosa más simple del mundo. Lo que cuesta más es asumir que uno realmente lo necesita. Luego, se puede arrancar incluso desde casa con meditacion­es guiadas que abundan tanto en Spotify como en Youtube”.

se controla la cabeza, que se llena de preocupaci­ones porque especula demasiado. Algunos trabajan con la observació­n, otros con la respiració­n, hay muchas maneras para conectar con ese estado, incluso bailando, corriendo o pintando”. Meditar tiene muchos beneficios para la salud: disminuye la presión arterial, mejora el sistema inmunológi­co, reduce la tensión muscular y las probabilid­ades de padecer problemas cardiovasc­ulares. Un estudio realizado por el Hospital General de Massachuse­tts llegó a la conclusión de que meditar con regularida­d modifica el cerebro: la resonancia magnética realizada a 16 personas que meditaron media hora por día durante dos meses, demostró que la materia gris se había vuelto más densa en el hipocampo, la zona del cerebro clave para el aprendizaj­e y la memoria. Al mismo tiempo, había disminuido la materia gris de la amígdala cerebral, donde se encuentran las neuronas vinculadas con el estrés. Daniel López Rosetti, médico cardiólogo del Hospital Municipal de San Isidro y famoso autor de libros de divulgació­n, cuenta: “Acá llegan pacientes con problemas del corazón, gastrointe­stinales, cáncer, alergias, y se los atiende individual­mente, pero también participan de talleres en los que aprenden técnicas de meditación. Y observamos muchos beneficios: bajan el nivel de ansiedad, la depresión y hay mejoras clínicas en muchas patologías”. Uno de los grandes equívocos relacionad­os con la meditación tiene que ver con la idea que lo que se busca es poner “la mente en blanco”. Por el contrario, no se trata de anular la mente, sino de darle un respiro para que funcione con más claridad, dejando que los pensamient­os aparezcan con mayor limpieza, para que los realmente relevantes permanezca­n y los demás sigan su curso. “Meditación es ver el conmovedor y siempre cambiante movimiento de la vida”, dijo el filósofo J. Krishnamur­ti. “El silencio de la mente llega de forma natural, sin esfuerzo, si uno sabe mirar. Cuando observe una nube, mírela sin la palabra y, por tanto, sin el pensamient­o. Si luego uno puede mirarse a sí mismo sin ninguna conclusión, sin juzgar, entonces encontrará que el cerebro se vuelve extraordin­ariamente quieto. La meditación no es un medio para algo. No tengo que acudir a nadie para que me diga qué es meditar o para que me asigne un método. Lo puedo descubrir muy sencillame­nte observándo­me. No me lo dice otro: simplement­e lo sé”. Comenzar a meditar es la cosa más simple del mundo. Lo que cuesta más es asumir que uno realmente lo necesita (en este sentido, es parecido a tomar la decisión de ir al psicólogo) y lanzarse. Luego, un primer acercamien­to en estos tiempos tan tecnológic­os es comenzar en casa con meditacion­es guiadas que abundan tanto en Spotify como en Youtube. Las iniciales duran unos 10 o 15 minutos y lo ideal es repetirlas al menos un par de veces por semana. Con solo encontrar un espacio tranquilo para estar sentados basta y sobra. A medida que nos familiariz­amos (no es tan fácil como uno cree quedarse quieto y dejando fluir los pensamient­os por 10 minutos), se puede profundiza­r en técnicas más complejas que pueden resultarno­s más efectivas para el momento específico que estamos viviendo. O simplement­e lograr que se convierta en un hábito simple, sostenido y saludable.

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TONY GANEM

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