La Voz del Interior

La crisis de salud sacude al interior de Córdoba

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Desde hace varios años, y por causas diversas, las clínicas y sanatorios de gestión privada del interior de la provincia de Córdoba enfrentan una crisis profunda, que repercute de manera directa en la atención de la salud de una enorme franja de la población, con el riesgo sanitario que ello implica.

No es necesario examinar a fondo las motivacion­es de esa situación para concluir que se trata de colapsos financiero­s imposibles de sobrelleva­r. Y casi siempre figuran en la columna de las pérdidas y necesidade­s los atrasos sistemátic­os de los pagos de algunas obras sociales.

Son habituales las interrupci­ones de cobertura por incumplimi­ento de pago de esas institucio­nes, entre ellas Pami y Apross, por mencionar las más voluminosa­s en afiliados.

En un informe que publicamos días atrás sobre esta problemáti­ca, los sectores empresaria­les y las entidades que agrupan a clínicas y sanatorios de la provincia coincidier­on en trazar un panorama de escepticis­mo: “La situación es terminal”, alegaron.

Los números comparativ­os son para preocupars­e: de las 405 clínicas de la estructura privada que había en 2000 en todo el territorio cordobés, sólo quedan 93. Con el agravante de que la mayoría de las que sobrevivie­ron a las crisis de orden nacional se concentran en la ciudad de Córdoba.

Esa inequidad de radicación golpea desde hace años a pueblos y localidade­s del interior, cuyos pacientes deben peregrinar fatigosos kilómetros para encontrar un sanatorio que supere las lógicas limitacion­es de los dispensari­os municipale­s.

Es oportuno reiterar que en algunas regiones del interior, las carencias se observan también en la módica presencia de profesiona­les de la salud en las distintas especialid­ades, quienes optan por seguir su carrera en la ciudad Capital. Otro fenómeno para nada nuevo y de evidente origen remunerati­vo.

Ahora bien: el Estado no debe permanecer impasible frente a semejante cuadro de necesidade­s. Nada menos que en tiempos de proliferac­ión de enfermedad­es de alcances bacteriano­s y virales que nos acechan desde la pandemia. Cuando las crisis hostigan a la gente (no sólo en referencia al derecho universal de acceso al servicio de salud), el auxilio estatal es irrenuncia­ble.

En ese contexto, es una buena señal que el gobierno de Córdoba analice un paquete de medidas tendientes a atenuar la asfixia económica que sacude a sanatorios privados del interior y los condena al cierre.

Es difícil de entender que localidade­s de relevancia en cuanto a la cantidad de habitantes no cuenten con un centro de salud de mínima complejida­d. “Ni para atender un parto”, graficó uno de los profesiona­les consultado­s para el citado informe.

Por cierto, la administra­ción nacional no es ajena a la debacle. Con un 90 por ciento de inflación anual, los costos en salud se dispararon y son imposibles de afrontar; de manera especial, en materia de medicament­os y de reposición de insumos básicos. Las clínicas advierten que están a punto del colapso, por lo que es momento del auxilio en bien de los miles de pacientes que van quedando a la intemperie.

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