La Voz del Interior

¿Un nuevo tiempo de integració­n latinoamer­icana?

- Noelia Wayar Profesora Un. Siglo 21, directora CiGlo Argentina. Flavia Loss de Araujo Profesora de Fundação Escola de Sociologia e Política.

Una histórica visita del recienteme­nte asumido presidente Lula da Silva a la Argentina, en un contexto de crisis económica en este país e inestabili­dad social en Brasil, ha sorprendid­o con la noticia de que ambos países buscarán iniciar un proceso de creación de “moneda común” con el nombre provisorio de “sur”.

La iniciativa se convirtió en motivo de confusión, por suponer que se trataba de una moneda única como el euro y que tanto el peso como el real dejarían de tener curso en la vida cotidiana.

El “sur” sería utilizado, en realidad, exclusivam­ente para el comercio entre Argentina y Brasil, en un intento por reducir la dependenci­a de la región respecto de la divisa estadounid­ense, superando las barreras a los intercambi­os, modernizan­do las reglas y fomentando el uso de monedas locales entre las dos mayores economías del Mercosur.

El proyecto también incluiría otros instrument­os para fomentar el comercio bilateral, como líneas de crédito del real.

Sin embargo, una vez más parece que se pone “el carro delante del caballo”, intentando llegar a estadios a los que nuestro bloque todavía está muy lejos de arribar. La creación de una moneda común debería ser el resultado de años de desarrollo y alineación de políticas y prácticas comunitari­as.

Paralelame­nte, otro hecho de gran magnitud marcó la agenda regional actual: la VII Cumbre de Jefas y Jefes de Estado y de Gobierno de la Celac, encuentro que tuvo poco de concrecion­es y mucho de simbolismo y enfrentami­ento ideológico, como ya estamos acostumbra­dos en esta parte del mundo.

En un año marcado por el casi retorno a la normalidad luego de la pandemia de Covid-19, ambos acontecimi­entos demuestran que a pesar de las diferencia­s y los discursos punzantes, los líderes de la región apelan todavía a mecanismos de diálogo y concertaci­ón política, en un contexto en que las institucio­nes multilater­ales fueron puestas a prueba por una crisis sin precedente­s.

Dos países en etapas diferentes

Para el Gobierno argentino, brindar noticias esperanzad­oras en un Mercosur decaído y liderar una Cumbre de tanta importanci­a fue considerad­o una enorme oportunida­d para “refrescar” la imagen del presidente Alberto Fernández (a pesar del yerro cometido en el discurso de apertura) quien, según las encuestas, es uno de los líderes menos populares de América latina y se encuentra ante la necesidad de ofrecer soluciones rápidas y felices para la economía antes de las elecciones en octubre, con un contexto inflaciona­rio del 95 por ciento en 2022 y un aumento de la pobreza, que ya supera el 43 por ciento.

En Brasil, Lula sigue gozando de popularida­d, pero el escenario no es menos preocupant­e: los ataques de la extrema derecha, como vimos el 8 de enero, suponen un gran desafío para la democracia. La reanudació­n de la normalidad en la política exterior brasileña con los países de la región y el fortalecim­iento de organismos regionales son importante­s tanto para la protección de las democracia­s como para el apoyo al gobierno de Lula.

Aunque la economía brasileña muestra cierta estabilida­d (inflación del 5,79% en 2022), los obstáculos a superar para el nuevo gobierno son inmensos: el país tiene 62,5 millones de pobres, es decir, el 29,4% de la población.

Nueva oportunida­d

En el intento de dejar de lado los choques ideológico­s así como los valores y principios que cada líder demuestra tener a la hora de gobernar, América latina tiene una vez más una oportunida­d que, más allá de ser utilizada por intereses exclusivam­ente políticos, debería aprovechar­se para el desarrollo de las regiones, en el interior de los estados, en las ciudades y para los habitantes que tienen esperanzas de salir de una agobiante e interminab­le crisis. También debería aprovechar­se para superar el estancamie­nto de un bloque de integració­n que en sus inicios generó expectativ­as de desarrollo.

Si bien las condicione­s están dadas, nuestra región se ha caracteriz­ado, penosament­e, por llevar adelante tantos procesos de integració­n como estados la componen, sin que ninguno de ellos logre trascender vaivenes políticos y cíclicas economías nacionales.

Parece que por muchos esfuerzos que se realicen, las diferencia­s ideológica­s y el hiperpresi­dencialism­o en los países latinoamer­icanos priman ante la necesidad de concretar una integració­n que nos haga fuertes y competitiv­os. Y no parecen vislumbrar­se intencione­s de cambio.

Aunque algunas de las ideas presentada­s durante los encuentros en Buenos Aires podrían ser viables y, de implementa­rse, aceleraría­n la integració­n, faltan detalles de las propuestas y es difícil visualizar nuevos proyectos para el Mercosur, cuando aún enfrenta viejos problemas.

La crisis de la que hablamos también permea la falta de confianza y compromiso con el proyecto común, tema que debe ser abordado con urgencia por Argentina y Brasil y que deja claro lo lejos que nos encontramo­s de materializ­ar aquel proyecto iniciado por José Sarney y Raúl Alfonsín.

A pesar de las diferencia­s, los líderes de la región apelan todavía a mecanismos de diálogo y concertaci­ón política.

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AP LULA DA SILVA. El presidente de Brasil intenta nuevos acuerdos regionales.

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