Hamburguesas. Un pedacito de Nueva York en Nueva Córdoba
Hoppiness propone un clásico sin estridencias, pero con golpes certeros en lo que importa: carne, sal, cheddar, pan y cerveza.
Nueva Córdoba todavía es tierra de hamburguesas, de gente joven que busca comidas rápidas en lugares más cálidos que los tradicionales servicios de fast food, y menos formales que los restaurantes propiamente dichos. Música, carne, pan, queso cheddar, papas fritas, cervezas. Es todo lo que va.
Hoppiness Club es una hamburguesería al paso, que abrió en plena pandemia y que sigue en pie porque ofrece un buen producto, que apunta al clasicismo y no a las estridencias. Pan de papa, uno, dos o tres medallones, cheddar y alguna que otra magia como complemento.
Eso es lo que importa en el reino de la hamburguesa clásica, que la base sea firme y que cada uno luego pinte el cuadro que quiera, siempre y cuando haya equilibrio, tanto en la experiencia de comerla sin usar 50 servilletas como en la de la sensación en boca propiamente dicha.
“New yorker”
Entramos y tomamos asiento en la planta baja. El local tiene onda neoyorquina, luces de neón, azules, rojas, parece una disco. De hecho hay música a todo volumen, un house que cala los huesos y mueve las sillas. Escaneamos la carta y vamos derecho a la sección cervezas.
La sorpresa es que queda una única variedad disponible. Por suerte es una rica pinta ($ 700) de una cerveza Kolsch de la cervecería cordobesa Woden. Es suave, pero firme en la presencia del lúpulo. Muy buena cerveza artesanal. Se acompaña, por el momento, con maní salado.
La cocina se mueve mucho para delivery y take away. Salen y salen pedidos. Nosotros disfrutamos la charla con la cerveza y vemos cómo van y vienen las bolsas de papel. Luego sí, llega nuestra hora feliz. Llegan las burgers envueltas en aluminio y, cuando abrimos, sorpresas hubo.
Las papas
Las papas fritas que se comercializan peladas y fraccionadas realmente no tienen alma. Si a eso le sumamos la falta de pericia en el momento del salado (el momento más sensible en la cocina propiamente dicha), sin ketchup o algún aderezo, es difícil que pasen por la garganta.
Por eso se nota mucho la diferencia cuando un local ofrece papas caseras, o cuando sabe mejor que nadie cómo hacer que las papas que llegan con medio trabajo resuelto logren finalmente tener un poco de sabor y de mística crujiente.
Hoppiness Club lo consigue.
Tiene unas papas finitas, crocantes y algo húmedas, bien saladitas. Las combina con dos aderezos (alioli y salsa Hoppiness). Las hamburguesas aquí están bien acompañadas y eso es un montón.
Las “burgers”
Pedimos primero una básica, la clásica simple Cheesee Burger con un solo medallón ($ 1.990). Pan de papa bien liviano, suave y esponjoso. Medallón de 120 gramos y doble queso cheddar. Una servilleta basta para disfrutarla, de principio a fin. Simpleza y calidad es lo que hay.
Después vamos por una con un poco más: Victoria burger ($ 2.290). Pan original, doble medallón de 120 gramos, cuádruple queso cheddar, lechuga, tomate, cebolla morada, panceta ahumada y salsa Hoppiness.
Los vegetales refrescan, la panceta potencia. Ese es el yin yang hamburguesero que permite disfrutar de principio a fin un sándwich potente, con doble medallón y cuadrúple queso, sin empalagarnos. Sigue la música y la cerveza se va acabando. Todo concluye al fin.
Postre
No hay postres, pero hay una heladera con paletas de Lucciano´s. Otro día tal vez probaremos la paleta de pistacho porque hoy, señores, nos vamos a dormir con el sabor de las hamburguesas en boca. Ese es el retrogusto que necesitábamos para descansar mejor, al menos hoy.