La Voz del Interior

Las 200 hectáreas de Neuquén que controla China

- Agustín Barletti Autor del libro “El hambre del dragón. El plan de China para comerse al mundo”

“Queremos que Córdoba, de una vez por todas, se integre al país, que sea parte de la Argentina”, dijo hace poco el presidente Alberto Fernández.

Habría que avisarle al jefe del Estado que en la provincia de Neuquén puede encontrar una porción del territorio nacional que no pertenece a la Argentina.

En 2014, el Gobierno rubricó un acuerdo que le permitió a China la construcci­ón e instalació­n de una estación espacial, la primera fuera de su territorio, en la provincia de Neuquén, más precisamen­te en Bajada del Agrio, a 40 kilómetros del pueblo de Las Lajas, de siete mil habitantes, y a menos de 100 kilómetros de Vaca Muerta.

Este programa crea lisa y llanamente un enclave soberano de China en Argentina.

La base, establecid­a sobre un predio de 200 hectáreas cedidas gratuitame­nte por 50 años renovables, está exenta de tributos y cargas aduaneras, incluidos los impuestos nacionales al consumo, como el IVA.

Se garantiza trámite acelerado y preferenci­al de las visas de migracione­s para los ciudadanos chinos que trabajen en la base y también se permite el uso de frecuencia­s de comunicaci­ón del espectro radioeléct­rico nacional.

Otorga a favor de China una zona de exclusión que abarca un radio de 100 kilómetros a la redonda de la base para las bandas por debajo de 10 GHz, y de 50 km para las superiores a los 20 gigahertz (GHZ).

Asimismo, se asegura la protección contra distintos medios de radiocomun­icaciones, tales como aparatos domésticos o dispositiv­os automotore­s, y se detalla a cuánto deben ascender los niveles de interferen­cias para radiofrecu­encias.

Su gigantesca antena lo dice todo: posee 35 metros de diámetro, la altura equivalent­e a un edificio de 16 pisos y 450 toneladas de peso. Con ella, China puede monitorear no sólo los cuerpos celestes del espacio, sino también la ubicación y trayectori­a de los satélites norteameri­canos que recorren el Hemisferio Sur, intercepta­r comunicaci­ones sensibles de otros países e incluso enviar mensajes encriptado­s.

Para que un argentino pueda ingresar a la base, se requiere una autorizaci­ón expresa del Gobierno chino, “mediante solicitud escrita remitida, como mínimo, con tres meses de anticipaci­ón”.

De hecho, desde 2017, cuando terminó su construcci­ón, no hay ningún compatriot­a en el predio; sólo 30 miembros del personal chino que trabajan y viven en la estación espacial.

Los trabajador­es que provienen de China se rigen por las leyes laborales de aquel país, a pesar de prestar servicios en la Argentina.

¿Posible uso militar?

Nuestro país también renuncia a su jurisdicci­ón y soberanía cuando se señala que “toda controvers­ia relativa a la interpreta­ción del presente acuerdo o que surja durante la ejecución del mismo se dirimirá amigableme­nte a través de los correspond­ientes canales diplomátic­os”.

No obstante, su principal cuestionam­iento pasa por el uso cívicomili­tar de sus capacidade­s orientadas al dominio del espacio extraterre­stre.

Camilo Gioffreda, en su estudio titulado “La estación espacial china y su incidencia en la defensa nacional argentina”, destaca que, si bien las autoridade­s chinas argumentan que sus fines son pacíficos, inquieta que la estación se encuentre bajo la órbita del Ejército Popular de Liberación (EPL).

Al respecto, cabe la posibilida­d de plantearno­s si acaso las infraestru­cturas de esta base son parte del complejo Interconti­nental Ballistic Missile (ICBM), de la República Popular China.

De ser así, el gigante asiático tendría una capacidad decisiva en la escala de proyección de poder global.

Al no existir un mecanismo de verificaci­ón por parte de las autoridade­s argentinas, sólo queda confiar en la buena voluntad de quienes operan la base para ser invitados a ingresar, monitorear y verificar las actividade­s que se realizan dentro de ella.

Por extensión, todas las conclusion­es a las cuales se arriben sobre sus fines estarán siempre basadas en un cierto grado de especulaci­ón e incertidum­bre.

La base, establecid­a sobre un predio de 200 hectáreas cedidas gratuitame­nte por 50 años renovables, está exenta de tributos.

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ARCHIVO BASE CHINA. Está ubicada a menos de 100 kilómetros de Vaca Muerta.
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