Un opositor que confía en las alianzas
Logró el 44,9% de los votos y se ha visto obligado a aliarse con sectores nacionalistas de cara a la segunda vuelta.
El socialdemócrata Kemal Kilicdaroglu, de 74 años y de modales modestos y afables, tiene la oportunidad de acabar con 20 años de poder de Recep Tayyip Erdogan.
Kilicdaroglu fue elegido en 2010 como presidente del Partido Republicano del Pueblo (CHP), el principal de la oposición y heredero de los principios laicos del fundador de la Turquía moderna, Mustafa Kemal “Atatürk”.
Nacido en el seno de una humilde familia aleví en la provincia de Tunceli, en el este de Turquía, Kilicdaroglu hizo carrera en el funcionariado público y llegó a dirigir durante años la seguridad social turca.
Durante la campaña para la primera vuelta, uno de sus puntos fuertes fueron los videos que dirigió a sus seguidores desde la cocina de su modesto piso en Ankara.
Sus seguidores lo llaman “Ghandi” por su estilo reposado y pacífico, y el apodo se popularizó en junio de 2017, cuando inició una marcha a pie de 450 kilómetros, desde Ankara hasta Estambul, para protestar contra el creciente autoritarismo de Erdogan.
Sin embargo, al quedar casi cinco puntos por debajo de Erdogan en la primera vuelta, con un 44,9%, su tono se ha endurecido y ha adoptado un discurso mucho más nacionalista, especialmente contra la presencia de los 3,5 millones de refugiados sirios.
Kilicdaroglu tuvo muchos críticos dentro de su partido y también fuera de él, y meses antes de las elecciones se lo definió como “el candidato que no puede ganar”, pero consiguió imponerse al forjar la coalición política más amplia de la historia de Turquía, reuniendo a partidos de tendencias muy diversas.
La promesa de Kilicdaroglu es simple: “Reconstruir Turquía, mejorar la democracia y el Estado de derecho, luchar contra la pobreza, el desempleo y la corrupción”.
Erdogan ataca a Kilicdaroglu con una retórica religiosa y nacionalista y llega a definirlo como “caballo de Troya de los imperialistas” y “aliado de los terroristas”, por haber aceptado el apoyo del HDP, al que la derecha turca considera el brazo político del PKK, la guerrilla kurda.
Bajo el liderazgo de Kilicdaroglu, el CHP ya hizo tambalear la imagen de “líder imbatible” de Erdogan en las elecciones municipales de 2019. Las principales ciudades del país, como Ankara, Estambul y Esmirna, pasaron a ser gobernadas por ese partido.
Kilicdaroglu promete devolver a Turquía la democracia plena y reparar las tensas relaciones con Estados Unidos, con la Otan y con la UE, respetar todas las identidades del país y unir el polarizado país.