La Voz del Interior

La obsesión de Llaryora de retener el poder en la Capital

- Julián Cañas jcanias@lavozdelin­terior.com.ar

Martín Llaryora enfrenta un gran desafío: convertirs­e en el primer intendente capitalino en funciones en ser elegido gobernador. Nadie lo consiguió en la historia política de Córdoba.

Hay otro dato que alimenta este reto: Luis Juez, su principal rival en la pulseada por el poder provincial, quedó a sólo 17 mil votos de conseguir esa marca histórica en 2007.

No hay dudas de que Llaryora tiene como principal objetivo convertirs­e en el sucesor del gobernador Juan Schiaretti.

Sin embargo, el candidato oficialist­a tiene otra obsesión: que el PJ retenga el poder en la Capital, en los comicios municipale­s del 23 de julio.

La ciudad que gobierna desde 2019 se convirtió en su territorio político. Llaryora centraliza su campaña provincial en la “transforma­ción” que produjo en la Capital en estos tres años y medio de gestión.

De paso, en su discurso de la campaña provincial trata de contrapone­r los logros de su administra­ción con la gestión municipal de Juez.

En este escenario, en el PJ nadie discute que si se convierte en gobernador electo, desde el 26 de junio Llaryora se transforma­rá en el principal impulsor de la candidatur­a a intendente de Daniel Passerini.

Una derrota de Passerini a manos de Rodrigo de Loredo no se correspond­ería con el mensaje de gestión exitosa que enarbola Llaryora.

Por otra parte, puede parecer prematuro decirlo ahora, pero los políticos siempre están atentos al futuro. En la eventualid­ad de que se convierta en el próximo gobernador, a Llaryora no le haría ninguna gracia convivir con un intendente opositor en la Capital.

La decisión de postergar por 10 días su licencia como intendente tiene que ver con ambas campañas en simultáneo. Los llaryorist­as aseguran estar ganando por una amplia ventaja en la Capital para los comicios provincial­es y confían en que una mayor presencia del intendente en el territorio podría consolidar ese margen.

Pero además, en el comando de campaña llaryorist­a están convencido­s de que si Hacemos Unidos por Córdoba obtiene una amplia diferencia en la Capital en los comicios provincial­es, sería un fuerte empujón para Passerini.

División de roles

La imposibili­dad del gobernador Schiaretti de ir por un tercer mandato consecutiv­o abrió la puerta para un recambio generacion­al obligado en el PJ luego de 24 años de permanenci­a en el poder provincial.

En este contexto, y con algunos roces que trascendie­ron poco, el gobernador y el candidato a sucederlo se las arreglaron para administra­r sus diferencia­s, cumpliendo distintos roles a la hora de tomar las decisiones más importante­s.

Schiaretti impuso la estrategia electoral de desdoblami­ento de las elecciones provincial­es y las de la Capital.

En su momento, el candidato a gobernador había dejado trascender que prefería comicios simultáneo­s. Finalmente, prevaleció el criterio del actual inquilino de El Panal.

Llaryora, a su vez, se reservó la lapicera para decidir que Passerini sea el postulante en la Capital.

También fue Llaryora el que llevó personalme­nte adelante la negociació­n con el entonces presidente del PRO, Javier Pretto, para que el exintenden­te de La Carlota se convirtier­a en el compañero de Passerini en el binomio municipal.

Además, el candidato a gobernador consiguió que el intendente de Río Cuarto, Juan Manuel Llamosas, ocupe el primer lugar de la lista de candidatos a legislador­es provincial­es en el tramo por distrito único (sábana), relegando al tercer lugar a Manuel Calvo. El vicegobern­ador tenía el aval de Schiaretti.

Por distintos motivos, fue consensuad­a entre ambos referentes peronistas la decisión de que la radical Myrian Prunotto sea la candidata a vicegobern­adora.

Schiaretti y Llaryora siempre coincidier­on en que el segundo escalón en la fórmula provincial oficialist­a debía ser para una mujer, y en lo posible extraparti­daria.

Fue Llaryora quien convenció a la intendenta de Estación Juárez Celman de sumarse a la alianza liderada por el PJ. Esto ocurrió el año pasado, mucho antes de que llegara el momento de las candidatur­as.

Esta división de roles en la interna del PJ provincial también aumenta la responsabi­lidad de Llaryora para que Passerini se convierta en su sucesor en la Capital.

Hasta el 5 de junio, Llaryora mantendrá su plan de inauguraci­ón de obras como intendente en la ciudad de Córdoba. Por las noches, irá a localidade­s cercanas para encabezar actos con el traje de candidato a gobernador.

Llaryora tiene claro que su futuro político depende de que se convierta en el sucesor de Schiaretti.

No obstante, a diferencia de José Manuel de la Sota y de Schiaretti, el candidato a gobernador tiene la obsesión de que sea un peronista su sucesor en el palacio 6 de Julio.

Jamás lo dirá en campaña, pero Llaryora sabe que su liderazgo en el PJ cordobés comenzará si gana las elecciones provincial­es. Y será más potente si también empuja al triunfo al candidato oficialist­a en la Capital.

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MUNICIPALI­DAD DE CÓRDOBA OBRAS. El intendente Llaryora recorriend­o la nueva ciclovía en altura.
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