La Voz del Interior

No arreglar con el FMI, ¿un anuncio tribunero?

- Juan Turello Especial

Cristina Kirchner congregó a una multitud bajo la lluvia para hablar a grandes rasgos del pasado, con citas polémicas. Además, volvió a cargar contra el Fondo Monetario Internacio­nal (FMI).

Al igual que Néstor Kirchner, la vicepresid­enta tiene una obsesión con el Fondo en sus charlas “magistrale­s” o en sus discursos, que no aportan nada nuevo.

Néstor Kirchner decidió en 2006 cancelar la deuda con el FMI porque le molestaba que ese organismo hurgara en las cuentas públicas y señalara la desmesura de un gasto amparado en el boom del precio de los granos.

La bonanza le sirvió para coptar al peronismo y para gastos innecesari­os, como la creación de una aerolínea poblada de empleados, pero que nunca realizó vuelos.

El ahora elevado déficit fiscal ya no se puede financiar con deuda externa, apenas con deuda local a tasas exorbitant­es, y con emisión. Cristina Kirchner no quiere que el FMI le ponga límites.

El problema es que no hay financiami­ento para un Estado que es el doble del que existía hace 20 años. Y la emisión sólo genera más inflación y, por ende, más pobres e indigentes.

Apenas los salarios de un puñado de gremios protegidos por el kirchneris­mo, como la Asociación Bancaria y Camioneros, pueden ganarle a la inflación. Los demás y las jubilacion­es pierden la carrera.

Entonces, ¿la apelación de Cristina Kirchner contra el FMI es para la tribuna?

El kirchneris­mo siempre buscó un enemigo político en los malos momentos. En este caso, además, le sirve para quitarle una bandera a la izquierda.

Este sector político siempre rechazó al Fondo y el pago de la deuda, por una concepción ideológica de rechazo al mundo capitalist­a que funciona bajo su ordenamien­to.

La legislador­a provincial Luciana Echevarría (MST) había planteado “suspender los pagos al FMI” horas antes de la apelación tribunera.

¡Ay, Massa!

Pero Argentina no puede prescindir del Fondo, salvo que decida sumergirse en un caos económico indescifra­ble.

Romper con el FMI implica caer en default, con una economía estancada, sin inversione­s, sin crédito internacio­nal y con una inflación entre las más altas del mundo.

Por eso, Sergio Massa –el único del palco de invitados que no aplaudió la frase de Cristina Kirchner– está empeñado en obtener el adelanto de 10.200 millones de dólares que el FMI debe entregar en el segundo semestre.

En realidad, se trata de un asiento contable, ya que es el monto que el país debe pagar de la deuda renegociad­a por Martín Guzmán.

Massa pretende usar una parte para atender la demanda del mercado local sin acudir al recorte del gasto y a una devaluació­n que lleve el dólar oficial a 300 pesos. El miércoles cerró a 245 pesos; la actualizac­ión sería de 22%.

Los productore­s de maíz esperan para el próximo mes un programa “dólar maíz” a 400 pesos. ¿La necesidad tiene cara de hereje?

El viaje a China que el ministro emprenderá mañana puede ser una rueda de auxilio para el comercio bilateral.

Los kirchneris­tas, en cambio, lo ven como el eje de una nueva alianza económica para la Argentina. Máximo Kirchner estará en la comitiva.

El último anuncio de Massa para alentar el consumo de la clase media con el aumento del límite de compra para las tarjetas resultó un fiasco.

La medida no será aplicada por una resolución de Economía, sino por los bancos en función del historial crediticio del titular del plástico.

Además, las tasas de financiaci­ón triplican el precio de compra en un año y las familias están sobreendeu­dadas.

Las ventas con Ahora 12 retrocedía­n desde agosto en la comparació­n interanual. En marzo, cayeron 8% en relación con un año atrás.

La actividad comenzó a dar señales de estancamie­nto. En marzo, avanzó apenas 0,1% sobre febrero, reconoció el Indec.

Para la consultora Orlando Ferreres, la industria se estancó en abril respecto de marzo. Luis Macario, titular de la Unión Industrial de Córdoba (UIC), advierte que el sector está trabajando al límite.

La sociedad está impotente ante los actos que exaltan el pasado y el personalis­mo de su protagonis­ta; las peleas por los cargos en la oposición y la interna partidaria.

¿Quién se encarga de transmitir­les esas señales a quienes usan las tribunas? En esos discursos, hay poco de soluciones concretas.

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GENTILEZA CLARÍN CFK. La vicepresid­enta dijo que el acuerdo con el FMI deber ser “político”.
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