En qué se nos va la plata y el barco lleno de agujeros
“Cuida los pequeños gastos; un pequeño agujero puede hundir un gran barco”. Esta frase, convertida ya en cita antológica, la dijo el inventor y político estadounidense Benjamín Franklin. Y al releerla en este contexto de crisis argentina, adquiere especial valor para miles de familias.
Es que con la inflación galopando por delante de los salarios, en muchos hogares no queda otra que tratar de controlar al máximo los gastos, con la idea de que la plata alcance hasta el 30. Salirse apenas un poco del presupuesto disponible puede significar quedar “en rojo” un mes entero; varios meses; todo el año.
Por eso es muy importante hoy prestarles especial atención a los denominados “gastos invisibles” u “hormiga”, aquellos que prácticamente no tenemos en cuenta, pero que suman, y a veces mucho.
Algunos especialistas también los llaman “gastos vampiro”, porque chupan poco a poco el presupuesto. hasta dejarlo casi inerte.
Componente impulsivo
Se trata de consumos de montos pequeños, que hacemos sin incluirlos en la previsión general, pero que a lo largo de un mes tienen un alto impacto en las finanzas personales o familiares. Son compras frecuentes – y muchas veces impulsivas– de cosas que por lo general no son tan necesarias. Que si podemos hacerlas, enhorabuena, pero que debemos tener en cuenta, porque suman.
Veamos algunos ejemplos:
Un cafecito. Ya sea al paso, mientras trabajamos o estamos de compras. Un café en un bar puede costar entre $ 400 y $ 500, y tomarse uno cada mañana puede significar un gasto mensual de entre $ 9 mil y $ 12 mil. Golosinas. Hay mucha gente que suma un alfajor, una golosina o una gaseosa a media mañana o por la tarde, que a lo largo de 30 días también pueden sumar un número de cuatro o cinco cifras.
Meriendas. A las galletitas para que los chicos merienden en el cole tampoco solemos tenerlas en cuenta. Un paquete no baja hoy de $ 150 o $ 200. Por 25 días, son entre $ 4 mil y $ 5 mil. Y si los “merendantes” son dos, llegamos a $ 10 mil al mes.
Cumpleañitos. Otro gasto “invisible” por el lado de los chicos: los regalos para los cumpleaños de los amigos. Cualquier juguete sale de $ 2 mil para arriba. Y una remerita, no menos de $ 3 mil. Si en un mes hay dos o tres festejos, la suma es importante. Taxis y remises. Todo el mundo se autopromete no tomar taxis, pero luego alguna urgencia o llegada tarde nos hace levantar la mano de apuro en plena calle. Un viaje corto ya ronda los $ 1.000, y uno más largo, $ 2.500. Y varios al mes son unos buenos pesos. “Delivery”. Por lo general, estimamos el gasto de la compra mensual en el súper y las que hacemos periódicamente en los negocios del barrio. Pero la “fiaca” de cocinar nos termina empujando a pedir comida por teléfono y así sumamos otro gasto oculto a la lista.
“Streaming”. En los últimos años, se sumaron las suscripciones a servicios de películas, que comienzan no siendo tan caros, pero como están en dólares, al poco tiempo ya se sienten en el resumen de la tarjeta. Primero fue sólo Netflix, y hoy ya ni sabemos a cuántos estamos adheridos.
Cuando el sueldo no alcanza, es importante identificar gastos “hormiga” que se quedan con parte del presupuesto mensual.
Lo iluso y lo saludable
Así podríamos seguir repasando otros gastos que solemos no tener en cuenta, pero que tienen su “peso” en la cuenta final.
“No sé en qué se me va la plata”, es la frase más repetida por estos días.
Y la respuesta muy probablemente venga por el lado de estos gastos “hormiga”.
Pretender eliminarlos por completo sería de ilusos. Y tampoco saludable para la economía social.
Al fin de cuentas, siempre algún gustito nos damos. Pero al menos conviene tenerlos presentes para que –como decía el amigo Franklin– el barco no se nos termine llenando de agujeros.