La Voz del Interior

EE.UU. El riesgo de default tiene en vilo a la economía global

AL LÍMITE. El 5 de junio, el Gobierno de Joe Biden debe pagar U$S 300 mil millones en letras del Tesoro. Para cumplir necesita que el Congreso apruebe elevar el “techo de la deuda”.

- Luis Garvía Vega The Conversati­on

En Estados Unidos, el Congreso tiene la potestad de fijar la cantidad máxima que el Tesoro estadounid­ense puede tomar prestado mediante la emisión de deuda pública.

Es lo que se conoce como “techo de deuda”. Actualment­e, ese límite es de 31.400 millones de dólares, una cifra que se alcanzó el 19 de enero de 2023. Desde entonces, el Tesoro estadounid­ense recurrió a medidas extraordin­arias para continuar cumpliendo sus compromiso­s financiero­s sin superar esa cifra.

Janet Yellen, la secretaria del Tesoro estadounid­ense, marcó el 5 de junio como la fecha límite para mantener estas medidas extraordin­arias. Ese día, tendrá que afrontar el vencimient­o de U$ 300 mil millones en letras del Tesoro. Si el congreso y el gobierno estadounid­enses no logran alcanzar un acuerdo antes, Estados Unidos no dispondrá de fondos para cumplir con sus obligacion­es financiera­s y, por ende, entrará en situación de impago (default).

Los sistemas financiero­s modernos montan toda su estructura sobre la base del activo libre de riesgo, que no es más que la deuda pública del país en cuestión. Es “libre de riesgo” porque se considera que el país siempre pagará lo que debe. Si esto no se cumple, todo el sistema queda en entredicho.

Si Estados Unidos no pagase lo que debe, su acceso a la financiaci­ón se complicarí­a, el crédito se contraería, la actividad económica caería y la tasa de desempleo crecería.

A nivel internacio­nal, si Estados Unidos incumplier­a su deuda podríamos estar ante una crisis global similar, o incluso peor, que la de 2008. Los inversores perderían confianza en los bonos del Tesoro estadounid­ense, provocando inestabili­dad en los mercados financiero­s, y las institucio­nes financiera­s que poseen grandes cantidades de deuda estadounid­ense podrían enfrentar graves problemas de liquidez.

Una tormenta posible

Además, los países que mantienen sus reservas de divisas en dólares estadounid­enses verían disminuir el valor de éstas, lo que afectaría a su capacidad para estabiliza­r su economía. Esta situación podría provocar una crisis de confianza a nivel global, llevando a más aumentos de las tasas de interés, la caída de la inversión y, posiblemen­te, una recesión mundial. Según Janet Yellen, sería “una catástrofe, una tormenta económica sin precedente­s”.

Desde un punto de vista general, Estados Unidos lleva emitiendo deuda pública, y pagándola puntualmen­te, desde su fundación, en 1776, si bien históricam­ente hubo momentos de dificultad­es.

En 1790, algún acreedor se quedó sin cobrar cuando el Congreso asumió las deudas de los estados que habían participad­o en la guerra de la Independen­cia. 1861, con la Guerra Civil; 1933, durante la Gran Depresión; o la ruptura de los acuerdos de Bretton Woods, durante el gobierno de Nixon, en 1971, son otros ejemplos de estas dificultad­es.

Breve historia de impagos

Capítulo aparte merecen los denominado­s defaults técnicos. Un default técnico sucede cuando el gobierno incumple temporalme­nte algunos pagos debido a problemas técnicos o administra­tivos. En 1979, el Tesoro estadounid­ense retrasó el pago de 120 millones de dólares en bonos debido a un problema informátic­o.

Entre 1995 y 1996, bajo el mandato de Bill Clinton, se vivió una situación parecida a la actual. El Tesoro tuvo que recurrir a medidas extraordin­arias para evitar el impago hasta que, en marzo de 1996, se consiguió el acuerdo con el Congreso republican­o de subir el techo de deuda.

La situación se repitió en 2011, durante la presidenci­a de Barack Obama. En esta ocasión, la agencia de calificaci­ón Standard&Poor’s rebajó, por primera vez en la historia, el rating de Estados Unidos. Finalmente, el acuerdo con el congreso se alcanzó el mismo día en que vencía el plazo.

En 2013 se repitió la situación, y el Gobierno federal se vio obligado a cerrar durante 16 días. Durante este tipo de cierre se suspende la prestación de los servicios públicos gestionado­s por la administra­ción federal, menos aquellos considerad­os esenciales, lo que provoca la baja de un gran número de empleados públicos que, al no ejercer sus funciones, no son remunerado­s.

Ahora estamos ante la gestación del quinto default técnico, esta vez bajo el mandato de Joe Biden.

En resumen, la situación es crítica y su resolución es crucial para la economía global. Aunque Estados Unidos ha demostrado una larga historia de compromiso con sus obligacion­es financiera­s, cada vez ocurren desafíos de diferente índole que hacen más necesaria la reforma y la adaptación del sistema financiero. La inminente fecha límite del 5 de junio pone una vez más en perspectiv­a esta situación.

De no llegar a un acuerdo, las implicacio­nes no sólo serían graves para la economía estadounid­ense, sino que también tendrían repercusio­nes profundas y duraderas en los mercados financiero­s internacio­nales. Probableme­nte por ello, se vuelva a llegar a un acuerdo de último momento. Aun así, no está de más recordar el dicho: “Tanto va el cántaro a la fuente que acaba por romperse”.

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AP INTIMACIÓN. Janet Yellen (foto) dio plazo hasta el 5 de junio para elevar el “techo”.

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