Los nuevos sueños de las izquierdas
Las izquierdas, a nivel internacional, tienen una nueva gurú económica: Mariana Mazzucato (Roma, 1968), docente en el University College de Londres. Entonces, las editoriales lanzan sus ensayos y en más de un caso reimprimen libros que hasta aquí habían pasado desapercibidos. Es el caso de El Estado emprendedor, cuyo primer copyright es de 2015, aunque recién apareció en castellano a fines del año pasado, pero con un prólogo especialmente preparado para una reedición que tuvo en 2019. Estos datos son importantes porque implican que sus planteos tienen sus añitos y que las condiciones generales del contexto pueden haberse modificado.
La tapa, para más datos, no tiene ilustración alguna, sino palabras: “la oposición público vs. privado y sus mitos”, por ejemplo, además del adjetivo que usó quien lo criticó en el Financial Times, como su nombre lo indica, uno de los diarios económico-financieros más influyente del mundo (“Brillante”).
En el título, está condensado, al mismo tiempo, el desafío y la tesis que Mazzucato desarrolla: por un lado, “emprendedor” es un término que en la actualidad se asocia a la supuestamente nueva versión del neoliberalismo, que aspiraría a diversificar y profundizar el imperio del capitalismo a través de millones de personas que deciden no ser empleados, sino los desarrolladores de sus propias y exitosas ideas (“hazlo tú mismo y sé el Henry Ford o el Walt Disney del nuevo siglo”, digamos); por otro, como a las izquierdas siempre les ha interesado dirigir la economía desde el Estado, qué mejor que proponerles, en vez del modelo del planificador centralizado que cayó en desuso con la implosión de la Unión Soviética, apropiarse del modelo que promueve el neoliberalismo y cambiarle su significación.
Idea tentadora con grandes ejemplos a su favor que, al mismo tiempo que obran como argumentos, caramba, muestran sus limitaciones: en Estados Unidos, fue el Estado quien hizo posible el plan espacial que terminó con Neil Armstrong caminando en la luna, quien siempre dio el puntapié inicial para el desarrollo de nuevos fármacos y de nuevas terapias para el tratamiento de enfermedades complejas, y quien diseñó la primera versión de lo que hoy es internet. Por lo tanto, según Mazzucato, el Estado debiera participar de las ganancias que obtienen todas las empresas que organizaron sus productos y servicios alrededor de esos desarrollos...
Ahí empiezan los problemas. Por un lado, en EE.UU. todos esos desarrollos se justifican por cuestiones geopolíticas y tienen su impacto en cuestiones de seguridad que remiten a cuestiones militares. Por otro, ¿hay en el mundo democrático algún otro país que pueda hacer semejante inversión de dinero? ¿No, verdad?