Biodigestores de código abierto
El proyecto “Biodigestores de Código Abierto” que fue lanzado por el Instituto de la Energía del Colegio de Ingenieros Civiles de la Provincia de Córdoba, está siendo compartido y es del interés de la Federación Argentina de Cooperativas Eléctricas (Face).
La idea impulsada por los ingenieros Abelardo Lacherre y Raúl Karpowicz parte de una premisa básica: la misma consiste en desarrollar un modelo provincial de biodigestor adaptado a nuestras necesidades y clima. De esa manera, se espera disminuir los costos de inversión en más de un 50 por ciento, pero manteniendo la calidad de los productos finales del proceso, que son: el gas metano (el cual se convertirá en energía eléctrica o calor) y el fertilizante, tan necesario para nuestro campo.
Hay otras ventajas adicionales: una de ellas es que se evita la dependencia extranjera, pues la tecnología es completamente nacional, y a partir del “código abierto” se promueve la creación de múltiples microempresas especializadas en economía circular.
El campo de aplicación es muy grande, ya que de una adecuada separación de los residuos húmedos tratándolos en biodigestores cercanos se creará un negocio rentable, lo que evita los costos asociados a largas distancias de transporte hacia concentradores zonales de residuos, para que luego después de transportarlos nuevamente (con mayores costos) se entierren con residuos de otro tipo, creando áreas de potencial peligro ambiental. Así, muchos tambos, criaderos de cerdos y frigoríficos dejarán de contaminar y transformarán en divisas su contribución al ambiente.
Qué es un biodigestor
Básicamente, es un recipiente cerrado donde los residuos orgánicos en un proceso anaeróbico (o sea, privado de aire), se van transformando en gas metano y barro inerte (sin bacterias). Explicado así parece fácil, pero el biodigestor debe funcionar bien. Hay muchos, quizás no tantos, secretos que hacen a su buen diseño y funcionamiento, y en eso estamos trabajando.
Nuestra propuesta incluye la construcción y monitoreo de una planta piloto y compartir el conocimiento con una estructura como Face, que con su base de recursos humanos técnicos puede facilitar la creación de múltiples emprendimientos de la economía circular. La falta de financiación y las barreras que implican la conversión de antiguas estructuras a los nuevos tiempos y desafíos también están en el radar del proyecto de código abierto; igual consideración recibirán las regulaciones que promuevan el nuevo modelo.
Sin embargo, si de algo estamos seguros, es que el proceso de sustentabilidad y economía circular está creciendo y no se detendrá.