Un mercado patas para arriba
¿ Se pueden generar condiciones que perjudiquen al mismo tiempo y por igual a las dos partes principales involucradas? Sí, se puede. La normativa vigente vinculada al alquiler de inmuebles logró el difícil objetivo de empeorar el estado de las cosas. Un ejemplo de cómo la regulación excesiva empeora las condiciones de un mercado y genera el efecto contrario al perseguido.
Eso sucedió con la actual ley de alquileres. La norma fue sancionada bajo la premisa de que venía a solucionar las desventajas que tenían los inquilinos a la hora de alquilar, pero terminó encareciendo el valor de las propiedades en alquiler por efecto de la salida del mercado de unidades ante la falta de rentabilidad que generaron las nuevas condiciones.
Como muestra nuestro Primer plano de hoy, además, el mercado inmobiliario está impactado por otras realidades no menos nocivas para su desarrollo.
No sólo el exceso de regulaciones opera en contra, también el desmejoramiento de las condiciones socioeconómicas juega un rol importante, por ejemplo, con el incremento de la inseguridad.
Los precios en dólares de propiedades que hasta no hace poco eran valoradas en barrios tradicionales de la ciudad de Córdoba se volvieron menos atractivos ante el riesgo creciente de la falta de seguridad. Nuevas zonas y, especialmente, la oferta de propiedades en barrios cerrados o con vigilancia permanente se imponen y modelan un mercado que también se ve afectado por el parate económico.
A comienzos de abril último, el presidente Alberto Fernández y el ministro Sergio Massa dejaron trascender que la ley de alquileres sería derogada en breve. Desde aquella filtración, se paralizaron operaciones, se quitaron más inmuebles del mercado y pasó lo obvio: los precios se encarecieron. Una muestra palpable de inoperancia con afectación real y angustiante para miles de personas.
La ley de alquileres es un ejemplo de cómo la regulación excesiva empeora las condiciones y genera el efecto contrario al perseguido.