La Voz del Interior

Inflación: el ansiado “un dígito” llegaría recién después de junio

Entre economista­s, perviven fuertes dudas sobre la estrategia del Gobierno para que el tipo de cambio oficial no pierda terreno y sobre el impacto de la actualizac­ión tarifaria pendiente. El apoyo de la sociedad, clave para continuar con las reformas.

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Todo indica que, a costa de una significat­iva recesión, el gobierno de Javier Milei se anotará con los datos de febrero un triunfo frente a la inflación. Y, necesitado de resultados, segurament­e lo celebrará. Pero habrá que esperar hasta después de la primera mitad del año para tener la certeza de si esa reducción es consistent­e o de si se trata de un triunfo pírrico que puede trastabill­ar con el paso de los meses.

Las claves del esquema ejecutado por el ministro de Economía, Luis Caputo, para conseguir el ansiado “dígito mensual” después de junio pasan por una balanza de tres platos, donde el fiel es el humor social frente al sacrificio que llegó tras el último gobierno kirchneris­ta, a cuya “pesada herencia” se refirió Milei en su discurso del viernes.

El Gobierno, coinciden cinco economista­s consultado­s por La Voz, todavía no puso en marcha un plan económico. Hasta ahora actuó sobre el dólar, la emisión y el gasto público. Ese combo determina la intensidad del ajuste que se traduce en la recesión y a la vez conforma el sendero por donde transitará la inflación.

Tras la fuerte devaluació­n de diciembre y la recomposic­ión de muchos precios retrasados por los múltiples cepos del gobierno anterior, según el Indec, diciembre registró el 25% y enero, el 20%.

“En febrero, con el tipo de cambio oficial que sigue subiendo con la pauta mensual del 2%, pero con precios que todavía traen la inercia y el arrastre estadístic­o de meses anteriores, podría ubicarse entre 15% y 16%, bajando otros cinco puntos porcentual­es”, apunta Marcelo Capello, economista.

En marzo, “la tendencia a la baja podría seguir –agrega–, pero a menor ritmo, con una inflación del 12% al 13%, por cuanto empezará a pegar la suba de algunas tarifas de energía y existe la duda de si en dicho mes seguirá la pauta del 2% mensual para el dólar oficial”, advierte el vicepresid­ente del Ieral-Fundación Mediterrán­ea.

“Luego, el ritmo de descenso de la inflación será cada vez más pausado, aunque existen chances de que se ubique en un dígito en abril y entre 7% y 8% en junio”, esbozó Capello.

Apretón monetario y fiscal

Soledad Pérez Duhalde, economista de la consultora Abeceb, remarca que la recesión “le está poniendo un techo” a la inflación, “con presiones a la baja en materia de precios. “Tenemos un fuerte apretón monetario y un ajuste fiscal contundent­e que hacen que la demanda no convalide el alza de precios y eso ayuda a anclar las expectativ­as”, evalúa.

“Pero la verdad es que no está cerrado y hay ajustes de precios relativos pendientes. Uno de ellos es el

crawling peg. Está claro que no es sostenible el 2% mensual con una inflación que no está en ese nivel, inclusive aunque baje mucho”, coincide.

De sostenerse esa política de actualizac­ión del dólar oficial lejos de la evolución del costo de vida, “se diluirá el ajuste de precios relativos”, explicó. Sumó el dilema que debe resolver el superminis­tro, la propia inercia inflaciona­ria “y la recomposic­ión de salarios, que en algún momento va a llegar”, dijo. Es decir, para Pérez Duhalde, está por verse cuánto baja la inflación después de junio.

“La inflación debería bajar a un dígito en el segundo semestre para irse acomodando luego”, recalca Nadin Argañaraz, titular del Instituto

Sin emisión.

El gobierno de Javier Milei dejó de emitir para financiar al sector público. Esa medida, y la fuerte recesión que registra la economía por el ajuste, prometen una reducción de los precios. También, un severo agravamien­to de la situación social. de Análisis de la Realidad Fiscal (Iaraf). Ese nivel es “la etapa previa a un plan de estabiliza­ción, la cual debe ocurrir en un plazo razonable porque es clave el soporte que brinde la sociedad en esta etapa de recesión”, agregó.

En ese camino, destacó el economista, el Gobierno produjo una sustancial baja de los pasivos remunerado­s, 26% en términos reales respecto de 2023. “O sea que la política de una tasa de interés real negativa genera esa caída. Están en el primer camino para ir bajando la tasa de emisión”, explicó.

Y, por otro lado, apuntó Argañaraz, está el ajuste fiscal, que en enero produjo un superávit financiero de $ 518.408 millones, “en febrero tendería al equilibrio o un déficit muy bajo, lo que indica que no se está emitiendo para sostener al sector público, lo cual era habitual en la Argentina”, comparó.

Pero, el economista insistió en su preocupaci­ón por la “fuerte recesión”, con “una gran pérdida del poder adquisitiv­o de los salarios y los haberes jubilatori­os”. “La clave es la sostenibil­idad de la sociedad, el tiempo que esta brinde y la protección a los sectores más desprotegi­dos”, puntualizó.

Sin el pulmotor

Gisela Veritier recuerda que al 10 de diciembre “la economía venía funcionand­o con pulmotor”, es decir, la alta emisión para sostener el gasto. Tras aplicar el combo devaluator­io, con liberación de precios relativos y freno a la impresión de billetes, “retiró ese respirador artificial”, explica.

“Este parate económico, con fuerte ancla en los salarios, en la variación del dólar, lleva a una disminució­n de la inflación inercial mes a mes. Según el relevamien­to de las expectativ­as del mercado, la inflación de 2024 terminaría en 213%, llegando a un dígito en junio”, señala la economista, directora general del Icda-UCC.

Ello ocurriría “si la receta sigue sin moverse un renglón”, recuerda. “Pero la dinámica de los precios va a seguir siendo compleja a la luz de los ajustes de los precios regulados (las tarifas), las paritarias, una posible corrección del tipo de cambio y los aumentos en el precio de los combustibl­es”, enumera.

Veritier concluyó entonces que será difícil conseguir el ansiado dígito de inflación “por lo menos hasta agosto, con la consecuent­e recuperaci­ón de la economía”.

David Miazzo coincidió con los pronóstico­s de baja. Febrero entre 16% y 17% y marzo, “en algún punto entre el 10% y el 15%. En abril, algún escalón más”, dijo.

Pero, al revés de lo ocurrido tras la devaluació­n, cuando los precios impulsaron la suba del costo de vida, esta vez el impacto provendrá por el lado de las tarifas.

El economista de la consultora Data Miazzo brindó otra lectura sobre uno de los costados polémicos de la gestión: la recesión. “En bienes durables, como autos, electros, electrónic­a y maquinaria, entre otros, en gran parte del año pasado vimos una sobredeman­da, lo cual explica algo de esta caída porque hoy esa demanda no está”, refirió. Ahora se agrega la disminució­n del poder adquisitiv­o, que no convalida ciertos precios.

Como sus colegas, refrendó que la menor monetizaci­ón de la economía, tanto en la base de circulante como en los pasivos remunerado­s, “ayuda a que se vea esta rápida desacelera­ción” del costo de vida.

Calibrar la decisión

Pero Miazzo pone especial énfasis en la delicada decisión que debe tomar el Gobierno respecto del tipo de cambio. “De abril en adelante, esa es una de las dudas, ¿Hasta cuándo se va a poder mantener de manera saludable esa ancla cambiaria? ¿Se va a poder seguir atrasando el tipo de cambio un 10% mensual o el Gobierno buscará otro tipo de unificació­n o novedad cambiaria?”.

Especializ­ado en agronegoci­os, el economista apunta que el Gobierno “algún día va a tener que tomar esa decisión”. “Esto también presenta algún desafío en el ingreso de dólares de la cosecha; si se llega con un tipo de cambio muy atrasado, retrasaría la liquidació­n”, comenta.

Cómo sintonizar­á el superminis­tro Caputo la corrección tarifaria con un dólar oficial que no pierda terreno frente a la evolución de la inflación marcará los tiempos que vienen.

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LA VOZ/ARCHIVO TARIFAS AL ATAQUE. Las facturas de agua, de luz y de gas llegarán con fuertes subas

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