La Voz del Interior

El caso Máscolo y un poder que no se investiga

- Roberto Battaglino rbattaglin­o@lavozdelin­terior.com.ar

Cuentan quienes saben de crímenes organizado­s que hay detenidos que duermen mucho mejor en las apretadas y poco confortabl­es celdas en las que están alojados que varios que se acuestan en las amplias camas de sus lujosas residencia­s de la libertad.

Desde que el empresario contratist­a del Estado Federico Máscolo está alojado en Bouwer, en diciembre del año pasado, hay una larga lista de consumidor­es de ansiolític­os para poder conciliar el sueño. Están de este lado de las rejas.

El escándalo amenaza con esquirlas por todos lados y parece revelar que la asociación de la corrupción con la obra pública es tan inherente de la constituci­ón del poder local como lo ha sido a nivel nacional.

El caso Máscolo, ese empresario de descomunal crecimient­o patrimonia­l y adjudicata­rio de todo tipo de obras provincial­es y municipale­s sin tener casi estructura, no sólo nos habla de ausencia de transparen­cia en Córdoba sino de presuntas falencias severas de calidad institucio­nal, de la que tanto se alardea por estas tierras.

Primer elemento: para que avance, el caso debió caer, casi por carambola, en la Justicia federal. La Justicia provincial tiene cada vez más aceitado el mecanismo que impermeabi­liza cualquier investigac­ión que pueda inquietar al poder político.

20 años

Su fuero Anticorrup­ción ya lleva más de 20 años de virginidad, y el resto del andamiaje acompaña, para que los ojos estén bien vendados.

¿Cómo es que en tan poco tiempo de investigac­ión un par de fiscales federales y un juez del mismo ámbito encontraro­n tantas sospechas de manejos de la obra pública en Córdoba y a los magistrado­s provincial­es jamás les sorprendió nada, pese a la existencia de denuncias?

Los pocos fiscales provincial­es que se animan a encarar al poder, aunque sea de manera lateral, son objeto de persecucio­nes altamente sospechosa­s de una estructura paraestata­l bastante efectiva a la hora de disciplina­r.

Se ha perdido tanto la referencia de una lejana independen­cia de poderes que los fiscales provincial­es que investigan determinad­as áreas del Estado se reúnen con el ministro responsabl­e del sector para ver cómo encarar la pesquisa.

La Voz informó esta semana que el fiscal que investiga la muerte de un preso el año pasado por presuntas torturas en Bouwer, José Mana, se reunió con el fiscal adjunto, José Gómez Demmel, y con el ministro de Justicia, Julián López. En cualquier lado, un encuentro de ese tipo sería objeto de una investigac­ión.

Para poder correr el velo de la corrupción en la obra pública en Córdoba, tuvo que hacerse cargo la Justicia federal, con auxilio nacional y salteando los datos del Gobierno.

Puñado

Pero el caso Máscolo arroja otros mensajes de deterioro de la calidad institucio­nal. El fiscal federal Enrique Senestrari le pidió al Tribunal de Cuentas, en manos de la oposición desde diciembre, que le informe las obras que la Provincia le entregó a Máscolo.

¿No confía el fiscal en los datos que le pueda suministra­r el Ministerio de Infraestru­ctura o el propio Ejecutivo provincial?

Es que hace rato esos jugosos contratos del Estado son manejados por un puñado de funcionari­os que se van alternando en cargos de presupuest­os elevados.

El caso Máscolo no sólo parece desnudar un poder provincial ejercido desde hace más de 25 años por la misma fuerza política, que cambió tres gobernador­es pero casi no tocó sus esquemas de vinculacio­nes, sino un entramado opositor puesto al servicio de esos andamiaje.

Ese poder no se puede ni se quiere investigar a sí mismo. Por eso, interviene­n la Justicia federal, la Unidad de Investigac­iones Financiera­s de la Nación, las fuerzas federales.

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LA VOZ/ARCHIVO FEDERICO MÁSCOLO. El empresario se encuentra detenido e imputado por lavado.
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