En medio de la crisis, algunas señales de esperanza
Mientras la escena local y nacional se debate entre ajustar los precios de las entradas y disminuir la oferta de espectáculos, hay algunas señales prometedoras.
Por mencionar algunas: Paraguay dejó lista hace muy poco una sala con menor capacidad llamada Formosa; Chilli Street Food se agrandó e inauguró hace pocos meses su Chilli Street Club; y el exbar Bela Lugosi amplió también sus instalaciones y se encuentra a la espera de poder inaugurar Bela, un ambicioso proyecto multidisciplinario.
En otra escala, Atenas acondicionó su estadio para espectáculos deportivos, pero también musicales. El lugar se inaugurará el 8 de mayo con el show de Abel Pintos. Según informaron desde la comisión del club, el estadio ahora podrá recibir a unas 3.500 personas sentadas y a otras 2.500 paradas.
En el caso de la sala Formosa, ubicada también en barrio Güemes en Achával Rodríguez 349, a la vuelta de su “hermana mayor”, las instalaciones ya están listas aunque aún no comenzó a funcionar. La idea es ofrecer otra alternativa en eventos de pequeña y mediana escala.
El caso de Chilli Club es paradigmático porque decidieron ampliar su espacio luego de 5 años de un exitoso trabajo con ciclos de jazz, soul y rock under. El bar quedó chico y, justo en medio del cambio de gobierno nacional, inauguraron una sala con capacidad media.
El trabajo se hizo contrarreloj y en medio de las subas de precio de los materiales, pero Chilli Street Club finalmente vio la luz y ahora ya piensa en el siguiente paso.
Juan Perich, uno de los socios del club, cuenta a La Voz que a partir de junio esperan ampliar las opciones de shows hacia otros un poco más convocantes.
Es que hoy Chilli sigue trabajando en formato cena show con algunos ciclos y además tiene otros en los que la modalidad es de recital, con más personas y todos parados.
Al igual que en otras salas, acá también se realizan fiestas pero a diferencias de otros locales del estilo, Chilli se caracteriza por el servicio de gastronomía elaborada y coctelería de autor, lo que genera “llamador” y un ingreso extra para el lugar, más allá de la música.
En épocas de crisis como la actual, la gastronomía es lo que primero se resiente y el público a veces prefiere comer en casa y salir luego a ver el show, dice Perich.
“A partir de junio tenemos planeado hacer programaciones un poco más ostentosas, más jugadas para intentar convocar a más gente. Hasta este momento, veníamos trabajando con propuestas locales, underground y eso nos funciona muy bien, pero ahora queremos ir por más”, dice Perich.
Entre los ciclos que se distinguen en la sala, están las “jam session” de los jueves y los “Viernes deformes”.
Sobre el final, Perich valora al público del lugar que es “una garantía” para seguir trabajando porque, según dice, “con lo difícil que está todo hoy en día”, lograron “algo superimportante que es que la gente venga a Chilli, más allá de quien sea el artista o la banda”.