La Voz del Interior

“Nunca me río de los demás, salvo de mi ex”

La comediante dice que cada vez hay menos temas para hacer humor sin que alguien se enoje. Cuenta que hace dieta desde los 4 años. Y que los “haters” son un mal necesario.

- Edgardo Litvinoff elitvinoff@lavozdelin­terior.com.ar

–¿Bailar en el show de Tinelli te cambia la vida?

–No te cambia la vida, pero sí te hace más popular y famosa. Estar ahí fue avasallant­e. La fama y la popularida­d me llevaron un poco puesta. Pero después seguí siendo la misma. No cambié mucho. Vivo para rescatar animales y hago mi trabajo con mucho amor.

–¿Qué fue lo mejor que te dejó esa experienci­a?

–Haber tenido esa posibilida­d. Marcelo es un genio, me trató bien, me cuidó, me aconsejó. Es imponente estar con él. Nunca había sentido una energía positiva así. No es por chuparle la media, por algo llegó a ser el número uno. Tiene una vibración distinta a todos nosotros.

–¿Y lo peor?

–La exposición mediática. Digas lo que digas, hagas lo que hagas, siempre la exposición va a ser negativa. Siempre le tratan de buscar el pelo al huevo porque Argentina es un país en el que los medios de prensa están en declive constante. Las únicas noticias que venden son las malas. Sólo importa alguna cagada que te mandes y te atacan por ese lado.

–¿Qué es más difícil? ¿Lidiar con el público de un stand up o con las celebritie­s de la tele?

–Con las celebritie­s de la tele, obviamente.

–¿Qué es más difícil? ¿Lidiar con las celebritie­s o bajar 27 kilos, como lo hiciste?

–Bajar de peso. Por eso los gordos somos gordos. No es fácil. Hay más de 100 variables que determinan el peso y es imposible controlarl­as a todas. El cuerpo genera resistenci­a, y es un tira y afloje permanente.

–¿Cómo te llevás con este cambio de hábito reciente?

–Hago tratamient­o desde los 4 años. Mi papá pesaba 350 kilos, tenía obesidad mórbida. Toda la vida estuve intentando bajar de peso. El problema es que mi metabolism­o vuelve a engordar. Es muy difícil. A la gente que tiene el privilegio de ser flaca no se lo voy a explicar. Pero lo hago de toda la vida. A veces funciona, a veces no, a veces me estanco. Mi primera dieta fue a los 4. A los 7 me internaron en la clínica Cormillot.

–¿Cómo manejás tus redes sociales (en especial los comentario­s) sin morir en el intento?

–95% son comentario­s buenísimos. Si la gente no te quiere, no te compra. Agradezco eso. Y sí hay un porcentaje de gente de mierda que nos ataca a todos quienes trabajamos en redes. No es personal. Mirá lo que comentó Tini de lo que le estaba pasando. El que escribe esas cosas se describe a sí mismo. Las personas que se esconden para agredir, aparte de cobardes, están frustradas. Siento lástima por ellas.

–¿Sos de bloquear?

–Aprendí que no hay que bloquear al hater. Ayuda a viralizar, es un mal necesario. Por eso los quiero. Cuando me escriben, saltan 100 seguidoras a defenderme y se arma un quilombo que termina siendo superposit­ivo. Logré impulsar el contenido, que a un video lo vean dos millones de personas. Hay gente que mete justo el dedo en la llaga ardida, y a veces sí exploto y de verdad me duele. Pero casi siempre el hater es funcional.

–Vendés y modelás ropa plus size. ¿Cómo te va con eso?

–Soy laburante, emprendedo­ra, empresaria, que reniega mucho con este país y la inestabili­dad económica. Ya tendría que haber colgado los guantes mil veces, pero tengo la capacidad de reinventar­me. Sería hipócrita decir que me va rebién. Pero tengo todo lo que necesito, no me quejo. Ser empresario hoy en Argentina es ser kamikaze. No ahora: con el gobierno anterior también.

–¿Cómo te fue o te va con el contenido erótico en Divas Play?

–Superbién. Mejoró mi relación con el público masculino, que no tenía. Siempre vendí ropa para mujeres, hacía mi show Minas jodidas...

Mejoró esa relación con muchos que antes me veían como una minita hablando en contra de los hombres.

–¿Qué te dice la gente en la calle cuando te reconoce?

–Me preguntan por mis perritos, Morcilla y Molleja. O me dicen que soy más linda personalme­nte que en las redes. Siempre ando medio zaparrastr­osa, así que no sé si me están charlando, si lo dicen para quedar bien. Pero cuando me dicen “sos más flaca personalme­nte que en las redes”, me ofende. Lo dicen como un halago, pero no lo es: es una cosa mía, mi cuerpo y mi alma.

–¿Qué cosas ya no te bancás más?

–La Afip y cómo nos exprimen en Argentina a las pymes. Basta. Me gustaría que este Gobierno hiciera un cambio. Las pymes empiezan bien, pero después se funden. No me banco más la presión impositiva que tiene este país .

–¿Alguna vez apareciste tanto en los medios, como cuando te peleaste con Pampita?

–Sí, fue cuando gané “La chica del verano” en La Voz. Esa vez me entrevista­ron hasta medios como la revista People, de EE.UU. O desde España, Colombia, Ecuador... Fue más potente eso que pelearme con Pampita. Pero está todo bien con Pampita. Arreglamos las cosas. Ella se terminó sumando a la campaña de los perritos y se limaron las asperezas. Nos ayudó un montón.

–¿Te ponés algún límite a la hora de hacer humor, especialme­nte en el stand up?

–Sí, porque vivimos en una sociedad de cristal en la que no se puede decir nada y la gente está perdiendo el sentido del humor. No podés dejar contento a todo el mundo. Hay cosas del respeto que son primordial­es y no toco, pero a la gente ya le molesta todo. Siempre hay alguien que te dice que está mal.

–¿Aprendiste a reírte de vos misma?

–Sí, mi show Minas jodidas es reírme de mí misma y de las cosas que me pasaron en la vida, para encontrar identifica­ción del público. Nunca me río del otro. Salvo de mi ex, que me cagó un montón de plata. De él sí nos reímos, pero es una causa justa. Me cagó U$S 40 mil, se lo merece. Por lo menos me tengo que reír con él y así vender entradas para recuperar la guita que me cagó

–¿Cómo te sentís en Córdoba?

–Me encanta. Es mi lugar en el mundo. Aún no pienso en volver a Salta. No lo descarto, porque mi familia y mis amigos están allá. Pero Córdoba es todo lo que está bien.

–¿Qué no volverías a hacer?

–No le prestaría de nuevo plata a un novio, a un amigo ni a un familiar. Entendí que la plata no se presta y tengo que aprender a decir no, aunque me cueste.

–¿Volverías a Tinelli?

–No me gustaría estar tan expuesta en la TV hoy. Pero si la propuesta está buena, volvería. Hoy estoy muy tranquila. Mi paz no tiene precio. Pero quién te dice mañana.

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