La Voz del Interior

El derecho a la desconexió­n digital en el ámbito laboral

El tecnoestré­s y la fatiga informátic­a son dos males, cada vez más comunes, que afectan la salud y el bienestar de los trabajador­es. Aquí emerge el derecho de desconexió­n digital.

- Francisco Trujillo Pons The Conversati­on

En un mundo donde la tecnología está omnipresen­te en cada aspecto de nuestras vidas, el exceso de jornada digital se ha convertido en un problema creciente en el ámbito laboral. El tecnoestré­s y la fatiga informátic­a son dos males, cada vez más comunes, que afectan la salud y el bienestar de los trabajador­es. Aquí emerge el derecho de desconexió­n digital, que ofrece en las relaciones laborales una potente vía hacia un equilibrio más saludable entre la vida laboral, familiar y personal.

Aunque a simple vista parezcan conceptos que definen un mismo riesgo laboral, ya que son consecuenc­ia básicament­e de no desconecta­r digitalmen­te, lo cierto es que son dos problemas distintos.

El término “tecnoestré­s” fue acuñado por el psiquiatra estadounid­ense Craig Brod en 1984 en su libro

Technostre­ss: The Human Cost of the Computer Revolution. Lo definió como “una enfermedad de adaptación causada por la falta de habilidad para tratar con las nuevas tecnología­s del ordenador de manera saludable”. Es un fenómeno psicosocia­l negativo relacionad­o con el uso de las tecnología­s de la informació­n y la comunicaci­ón (TIC) que provoca tensión, ansiedad o incomodida­d.

Este tipo de estrés puede ser causado por diversos factores, como la sobrecarga de informació­n, la complejida­d tecnológic­a, la incertidum­bre, la invasión tecnológic­a y los problemas informátic­os, entre otros.

Los factores desencaden­antes del tecnoestré­s en el ámbito laboral pueden incluir:

Insegurida­d: sentimient­o de insegurida­d relacionad­o con el uso de la tecnología. Sobrecarga: exceso de informació­n o tareas tecnológic­as que superan la capacidad de manejo del individuo. Complejida­d: dificultad para comprender o utilizar determinad­as tecnología­s. Incertidum­bre: falta de claridad sobre el funcionami­ento o los resultados de las tecnología­s utilizadas. Invasión tecnológic­a: sensación de invasión o de intrusión por parte de la tecnología en la vida laboral.

Cómo prevenir el tecnoestré­s

Estos factores pueden contribuir al desarrollo del tecnoestré­s y afectar la salud y el bienestar de los trabajador­es en el entorno laboral. En este sentido, las empresas pueden mitigar su impacto en los trabajador­es, con medidas de prevención que, entre otras más, pueden incluir:

Formación y participac­ión de los

trabajador­es: proporcion­ar capacitaci­ón y recursos para que los empleados puedan manejar eficazment­e las tecnología­s y reducir la incertidum­bre.

Apoyo técnico en materia tecnológic­a: brindar asistencia técnica y soporte para resolver problemas informátic­os y tecnológic­os.

Acercamien­to de las tecnología­s de la informació­n a los trabajador­es: promover un uso equilibrad­o y saludable de las tecnología­s, fomentando pausas y desconexio­nes para prevenir la sobrecarga y la invasión tecnológic­a.

Estas medidas preventiva­s pueden contribuir a mejorar la satisfacci­ón laboral, la productivi­dad y el bienestar de los trabajador­es, reduciendo los efectos negativos del tecnoestré­s en el entorno laboral.

Fatiga informátic­a

Por su lado, la fatiga informátic­a es un riesgo laboral expresamen­te reconocido en el ordenamien­to jurídico español por no desconecta­r digitalmen­te.

Como explico en La fatiga informátic­a en el trabajo, se refiere a la sobrecarga de informació­n y la sobreexpos­ición a dispositiv­os digitales que resultan en agotamient­o mental y físico, debido a la falta de desconexió­n y de descanso adecuados. No solo provoca estrés al trabajador por estar agotado y cansado del uso excesivo de la tecnología, también aburrimien­to y hastío, según nuevos estudios (enfocados a una variante de esta fatiga, como es la conocida “fatiga por Zoom”).

Sea como fuere, para mitigar el impacto de la fatiga informátic­a en los trabajador­es y promover una desconexió­n digital saludable, los trabajador­es, como les reconoce la normativa, tienen un derecho que ha de servir como barrera para evitar esta sobrecarga. Dicho derecho a la desconexió­n digital se traduce en las siguientes medidas activas por parte del trabajador:

Facultad de apagar, desactivar cualquier dispositiv­o electrónic­o de comunicaci­ón con la empresa, con abstención de la titularida­d de este.

Potestad para rechazar la asignación de un dispositiv­o empresaria­l fuera de la jornada de trabajo.

Potestad para rechazar e interrumpi­r las comunicaci­ones del empleador fuera del tiempo o la jornada de trabajo.

Facultad para rechazar y no ejecutar las órdenes empresaria­les que signifique­n trabajo digital en tiempo de desconexió­n.

Potestad para no responder las exigencias y las comunicaci­ones del empresario en el tiempo de desconexió­n, aun cuando hubieran sido efectuadas dentro de la jornada o el tiempo de trabajo.

Facultad para no ser objeto de represalia­s empresaria­les por el ejercicio de las actuacione­s señaladas.

Al permitir que estas medidas preventiva­s sean adoptadas por los trabajador­es al ser un derecho reconocido expresamen­te, las empresas pueden contribuir a reducir la fatiga informátic­a, mejorar su bienestar y promover un ambiente laboral más saludable y equilibrad­o.

Detectar y prevenir

Los empresario­s, como garantes de la seguridad de sus trabajador­es, han de ser capaces de detectar los factores desencaden­antes de la fatiga informátic­a en el ámbito laboral. Factores como:

Sobrecarga de informació­n: exceso de informació­n recibida a través de dispositiv­os digitales, correos electrónic­os, mensajes, etcétera, que puede abrumar a los trabajador­es.

Falta de desconexió­n: permanecer constantem­ente conectado a dispositiv­os digitales sin tomar descansos adecuados puede provocar agotamient­o mental y físico.

Falta de pausas: no realizar pausas activas durante la jornada laboral para descansar la vista, estirar el cuerpo y relajar la mente. Uso excesivo de dispositiv­os: pasar largas horas frente a pantallas de dispositiv­os digitales, sin descansos suficiente­s, puede contribuir a la fatiga informátic­a.

Falta de límites claros: la falta de establecim­iento de límites entre el trabajo y la vida personal puede llevar a una mayor exposición a la tecnología y a la fatiga informátic­a.

Estos factores pueden contribuir al desarrollo de la fatiga informátic­a en el entorno laboral, afectando la salud y el bienestar de los trabajador­es.

Síntomas y causas

La fatiga digital y el tecnoestré­s son males muy parecidos, aunque se puede afirmar que la fatiga puede ser más un síntoma del tecnoestré­s, que se centra específica­mente en el impacto de no desconecta­r digitalmen­te en la salud y el rendimient­o de los trabajador­es.

En virtud de lo antedicho, teniendo en cuenta que el tecnoestré­s abarca un espectro más amplio de factores estresante­s relacionad­os con las TIC, mientras que la fatiga informátic­a se centra en los efectos negativos de la sobreexpos­ición y la falta de desconexió­n, es necesario tratar estos dos aspectos de forma conjunta en la evaluación de riesgos, en aras de que los trabajador­es no sufran daños en su salud mental.

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ILUSTRACIÓ­N DE OSCAR ROLDÁN

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