Marie Claire (Argentina)

En Guatemala, el las café. son las protagonis­tas del

LA VIDA DE EN UN PUEBLO DE cafetales EN GUATEMALA SE DIVIDE ENTRE igualdad LA PRODUCCIÓN, LA LUCHA POR LA Y EL reclamo DE UN PAGO JUSTO. UN RETRATO trabajador­as DE LAS QUE PREDOMINAN EN LA INDUSTRIA DE ESTA INFUSIÓN.

- TEXTO: FERNANDO GOMEZ DOSSENA. FOTOS: MORENA PÉREZ JOACHIN.

Cuando era niña mi abuelito tenía cafetal, entonces cada mañana mi papá iba a trabajar allí; y yo lo acompañaba y lo ayudaba. Yo tenía 7 años y cada día volvía a casa con diez centavos, los cuales repartía entre mis hermanitos”, cuenta Elvia María Monzón Del Valle, hoy de 50 años, a través de una videollama­da desde Rancho Viejo, un pueblo de 2000 habitantes ubicado en Guatemala. Enseguida describe entusiasma­da su “paraíso cafetero” como un sitio entre montes, con un pequeño río y muchos pinos, robles, chalunes y cafetales, así como también caña. El lugar se llama así porque hace más de 50 años solo había una pequeña casita precaria, hoy, en cambio, y gracias al café se transformó en una aldea en desarrollo. “La mayoría de las personas que trabajan en el área rural con el grano son mujeres”, asume Elvia y agrega: “Por empezar, es la manera más sencilla de obtener un empleo para nosotras. Si no contamos con una parcela propia, trabajamos en las de otras fincas más grandes. Nos dedicamos más bien a cortar la cereza de café y a despulpar. Antes lo hacíamos con la mano y lavabámos todo en una especie de canoa, ahora tenemos artefactos que nos ayudan, pero nadie como nosotras sabe el punto del lavado y del secado del grano”, asume.

“SIEMPRE QUIEN MÁS TRABAJA ES QUIEN MENOS RECIBE. TENEMOS LUCHANDO QUE SEGUIR Y BUSCANDO OTRAS MANERAS Y ESTRATEGIA­S PARA TERMINAR POR FIN CON INJUSTA”. ESA CADENA

Elvia trabajó por muchos años en otras parcelas hasta que logró tener la suya propia. En la actualidad, en su espacio trabaja con tres personas más. “Lo único que yo les indico, es cómo vamos a hacer la poda y cuánto tiempo dejaremos secar los granos al sol”, cuenta y añade: “Antes vendía mi café a cualquiera que pasaba, pero cuando entré a nuestra cooperativ­a empecé a aprender y capacitarm­e para saber cómo y a quiénes venderle para tener más rédito”. Monzón también le enseña a la gente de su cooperativ­a a trabajar de manera sustentabl­e. “Nos importa mucho proteger nuestro medio ambiente, más en este momento que aprendimos varias técnicas gracias al apoyo del IICA (Instituto Interameri­cano de Cooperació­n para la Agricultur­a)”, cuenta. La cooperativ­a se llama Asociación Integral de Caficultor­es Rancho Viejo, se abrió en 2013 y de sus 15 miembros originales, Elvia era la única mujer. “La mayoría se preguntaba qué estaba haciendo una señora entre tantos varones, por qué no se quedaba en su casa haciendo lo que ellos creían que tenía que hacer”, recuerda entre risas. Ahora el número es más equitativo (ya son 10 mujeres) y Monzón ya va por su segundo mandato al frente del equipo. “Me acerqué porque sabía que juntos y juntas íbamos a poder lograr muchas más cosas. Antes estábamos muy separados y aislados y no podíamos crecer. Con la cooperativ­a, por ejemplo, ya logramos tener nuestra propia tostaduría, que nos aliviana el esfuerzo y aumentamos mucho la producción para la venta. De esta manera, además el grano no se quema y podemos ofrecer un café bueno y de alta calidad”, detalla. La tostadora de café es parte del plan de fortalecim­iento a organizaci­ones de productore­s que promueve el PROCAGICA (Programa Centroamer­icano de Gestión Integral de la Roya del Café) para mejorar la integració­n de diversas comunidade­s en la cadena de café.

Esto generó nuevos puestos de trabajo, especialme­nte para muchos jóvenes que estaban desemplead­os en la zona. “Muchos chicos querían emigrar a Estados Unidos en busca de un empleo, pero arriesgaba­n su vida, se iban sin ninguna oferta laboral y de forma ilegal. De a poco estamos dándoles otras oportunida­des. Yo siempre digo que el café es lo que mueve a nuestro país”, explica Elvia, quien entiende muchas veces la

frustració­n de los productore­s frente a una realidad: sus desproporc­ionados réditos en la larga cadena de valor del café. “Siempre quien más trabaja es quien menos recibe. Tenemos que seguir luchando y buscando otras maneras y estrategia­s para terminar por fin con esa cadena injusta”.

VIRUS Y CONECTIVID­AD

Como en todo el mundo la situación de pandemia afectó a la cooperativ­a y por ende a todas las familias. Según explica Elvia dejaron de vender muchas cantidades de café, más que nada debido a que las cafeterías estaban cerradas y no había prácticame­nte consumo y menos importació­n. “Al comienzo fue muy duro y triste, la gente ya no quería ir a trabajar a los cafetales. Realmente daba muchísima pena”, recuerda, a la vez que explica que hoy en día están activos, pero con los cuidados preventivo­s por el coronaviru­s. La conectivid­ad es otra de las dificultad­es que experiment­an en el pueblo. La mayoría de las trabajador­as no tienen teléfonos inteligent­es -Elvia recibió el suyo recién el año pasado- y tampoco saben cómo funcionan. “Nos quisieron dar capacitaci­ones vía Zoom por ejemplo para enseñarnos, pero es algo que nosotras deconocemo­s totalmente. Manejamos teléfonos más viejos con teclitas y solo pocas tienen dominio de WhatsApp”, cuenta. El IICA desarrolló el año pasado el informe llamado Desigualda­d digital de género en América Latina y el Caribe, realizado por la Universida­d de Oxford, IICA, BID Y FIDA que brindó mucha informació­n para poder reconocer la exclusión digital y realizar acciones de capacitaci­ón como sucedió en Rancho Viejo. En tanto, lograron sacar su primer crédito y compraron un terreno, pero aún no decidieron qué construirá­n allí.

El próximo sueño que tiene Elvia para su cooperativ­a es poder tener una bodega para acopiar el café, ya que muchas veces guardan la producción en sus propias casas y, por supuesto, no es el lugar más adecuado. “Y más tarde quiero que existe una escuela cafetera en la comunidad. Mi hijo siempre me dice: ´“Usted está vo

lando muy alto”’ y yo le respondo: ‘No, mi hijo, siempre vale soñar. Mirá todo lo que ya logramos’”.

UNA VIDA DEDICADA AL CAFÉ

Como buena productora de café Elvia también es gran consumidor­a de esta infusión, mejor dicho “de su propio café” del que se siente súper orgullosa. “De mi producción dejo tres quintales por mes para tostar y tomar en casa. Vivo con mi hijo y una de mis niñas (una chica de 15 años que se la dieron en guarda), la otra reside en un pueblo cercano que no tiene café y le llevamos del nuestro cada semana”, explica. El proceso de preparado de Elvia es poner una jarra en agua hasta que hierva, ahí le baja la llama y le agrega tres o cuatro cucharadas repletas de grano molido, lo bate, deja que se asiente y finalmente lo cuela. “En casa siempre tomamos de nuestro café, estoy muy orgullosa del producto que hacemos. Podemos mejorar, pero con lo que tenemos realizamos una bebida de muchísima calidad”, asegura y cuenta que además de trabajar en el cafetal adora criar animales. Hasta hace poco tuvo más de cien gallinas, que luego vendió, y ahora tiene colmenas dedicadas a la producción de miel. “Soy parte de un proyecto que se llama Paz en cadena, me dieron dos colmenas y cuando tenga cuatro le tengo que dar un par a otra mujer”, aclara y revela que en breve tiene muchas ganas de envasar el producto y venderlo. “Lo más lindo de mi trabajo es recibir la paga después de tanto esfuerzo y trabajo. También me gratifica cuidar mis cafetales, porque realmente de ellos vivimos no sólo yo, sino muchísima gente”, cuenta y lanza: “A mi hija de 15 años ya pienso darle su propia parcela para que empiece a conocer cómo es el trabajo. Ya lo hice con mi hijo. Quiero que ellos también disfruten y vivan a través del café”.

MAYORÍA “LA DE LAS PERSONAS QUE TRABAJAN ÁREA RURAL EN EL CON EL GRANO SON MUJERES. ES LA MANERA MÁS SENCILLA DE OBTENER UN EMPLEO PARA NOSOTRAS”.

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COOPERATIV­A CAFETERA EN LA
LOCALIDAD DE RANCHO VIEJO EN
GUATEMALA.
ELVIA MONZÓN ES LA LÍDER DE UNA COOPERATIV­A CAFETERA EN LA LOCALIDAD DE RANCHO VIEJO EN GUATEMALA.
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MUJERES EN LOS CAFETALES.
RECOLECTAR, DESPULPAR Y DEJAR SECAR SON ALGUNAS DE LAS TAREAS QUE REALIZAN LAS MUJERES EN LOS CAFETALES.
 ??  ?? GRACIAS AL IICA, LA COOPERATIV­A QUE PRESIDE MONZÓN TUVO CAPACITACI­ONES DE CONECTIVID­AD PARA PODER INSERTARSE EN EL MUNDO.
GRACIAS AL IICA, LA COOPERATIV­A QUE PRESIDE MONZÓN TUVO CAPACITACI­ONES DE CONECTIVID­AD PARA PODER INSERTARSE EN EL MUNDO.
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