Luz y funcionalidad en esta casa de Martínez.
Cuando Gaby Di Pietro se mudó a esta casa, el panorama era casi desolador. Si bien conservaba su elegante fachada de estilo inglés, el interior estaba muy venido a menos. Con puertas y ventanas que chirriaban, cañerías viejas, pisos dañados y un aspecto general “detonado”, desde el inicio supo que la esperaba un largo camino. Pero lejos de desanimarse, se entusiasmó. Y en esos meses de trabajo germinó en ella la pasión por estas ganas constantes de bocetar y animarse, haciendo que, incluso 11 años después de esta obra original, la casa siga siendo un proyecto permanente.
De profesión abogada, sin embargo, al poco tiempo la vida la llevó por caminos mucho más lúdicos. Recién mudada a Martínez, pasó ocho años vendiendo ropa y haciéndose amiga del barrio, para luego decantarse por una disciplina que siempre había admirado: la fotografía. Y a la par de su aprendizaje nació su cuenta de Instagram, @everythingisdato, donde hoy más
de 76 mil personas la ven a diario mostrar su gran ojo a la par de su generosidad al compartir información útil. Desde ese lugar además logró convertirse en productora de contenido y abrirse puertas en producciones de fotos y cobertura de eventos. “Así, muy de casualidad, se me fue abriendo un nuevo universo”, cuenta sonriente.
Madre de Bautista, de 14, y Lorenzo, de 12, y mujer de Nicolás, la de Gaby es una familia de puertas siempre abiertas. Por eso entre sus mayores reformas luego de la inicial estuvo la de abrir la cocina al comedor y el living, generando un enorme espacio social. “Antes, cuando invitábamos gente nadie iba al living, porque estaba como encerrado, así que terminábamos apilados en la cocina. Esto cambió mucho la dinámica de la casa, además de aportar mejor luz”, detalla. Hoy, mientras ella cocina los chicos pueden estar en el sillón mirando algún partido de fútbol, para luego comer todos juntos en la barra. Por detrás del living, además, un nuevo sector social puede unirse o separarse a través de unas puertas estilo granero de pinotea, que Gaby diseñó con un carpintero que le proveía maderas antiguas. “No soy tanto de comprar de una como de investigar y dar exacto con eso que quiero, aunque lo tenga que hacer con alguien. Esto nos permite cerrar pero seguir teniendo luz, y adaptar los espacios a distintas situaciones”, cuenta.
Aunque si se hace eje en lo social, el quincho recientemente agregado al jardín es tal vez el foco más importante. Con vidrio repartido y protagonismo de la madera, se ha vuelto uno de los sectores más usados de la casa. “Otro lugar que redescubrimos hace poco a partir de una obra es el altillo. Le pusimos cuatro ventanas de techo, lo ampliamos y colgamos una hamaca. Quedó súper cálido”, apunta. Gracias a su labor como fotógrafa e influencer, muchas veces las reformas comienzan por alguna alianza con una marca, como en este último caso las ventanas de Velux. “Me hacen propuestas y lo que comencé pensando como algo chico termina escalando en importancia. El resultado siempre es mucho mejor de lo esperado”. Con un marido que trabaja en proyectos inmobiliarios, por suerte la decisión de “vivir en obra” no es motivo de conflicto, dado lo familiar que le es el tema. “¿Que por qué voy encarando por proyectos y no hago una gran reforma? Porque esta casa ya tuvo un arreglo fuerte, entonces entiendo esto como un mantenimiento. Lo que pasa es que todo empieza chico y luego se agranda…”, ríe.
Si tuviera que describir su estilo, Gaby se inclinaría por lo ecléctico. “Soy de cambiar mucho, me canso y muevo las cosas. Me gusta la mezcla de lo antiguo y lo moderno, básicamente porque soy un poco de allá y un poco de acá también en mi personalidad”, sostiene. Versátil, en sus ambientes se combinan materiales nobles como madera o fibras rústicas con destellos de color en su justa medida. También acentos más sofisticados como el mármol o el vidrio. Pero en líneas generales, el suyo (y de su casa) es un perfil accesible, cercano. Alcanza escucharla un rato en algún vivo de Instagram o verla en sus historias mostrando algo de su casa para sentir que podría ser una amiga, y que tranquilamente podríamos estar sentadas en su barra con una taza de café de por medio.