¿ que hablar me entienda?
Si no hay discusión con él en la que puedas decirle todo lo que querés, si te paraliza con su discurso, si se levanta y se va sin escucharte, necesitás recuperar el poder de tus palabras. Te damos algunas estrategias para conseguirlo
Practicaste frente al espejo gestos y tonos: nada podía fallar. Pero, al final, frente a él, el plan no se sostuvo. Dijiste todo lo que no pensabas, te paralizaste, dejando que él lo dijera todo. Después, te llenaste de reproches: “¿Por qué no le dije…?”, “¿para qué le dije lo de siempre, por enésima vez…”.
Enganchada en la bronca, en el dolor de la repetición, en el autocastigo, perdés la posibilidad de hacerte las preguntas claves, esas que pueden marcar un cambio: “¿para qué lo hago?”, “¿por qué no puedo enfrentar la situación?” Estos interrogantes son los que realmente te pueden ayudar a abrir el juego y armar estrategias de resolución.
Vivimos desde las emociones, están en lo que pensamos, decimos, hacemos, escuchamos y, desde ese lugar, nos comunicamos.
Cada uno, desde su historia, sus creencias, sus modelos aprendidos en la infancia, arma su verdad, su manera de ver la realidad. Desde este lugar, interpreta y reacciona ante las situaciones cotidianas. En realidad, lo que más nos afecta no es la situación en sí que vivimos, sino cómo la vivimos, y esto tiene que ver con nuestra manera de interpretarla.
Hay personas que viven sus vidas pegadas a las situaciones conflictivas del pasado, desde ese lugar, desarrollan sus debilidades en lugar de sus fortalezas, enfrentan sus vidas con la premisa de que “nunca nada me sale bien”, “no creo lograrlo”, “me lo hace a propósi-
Algunas personas, más allá de lo vivido, piensan sus vidas desde el “si no me sale bien, mala suerte, pero al menos lo intenté” o “le puede pasar a cualquiera”. Desde este lugar, te das más chance para encontrarte con lo posible, con tu potencial, siempre dependerá desde dónde nos ubiquemos.
Podemos ver la realidad de una manera catastrófica y eso nos despierta emociones negativas (tristeza, miedo, enojo, desesperación) o elegimos verla, simplemente, como una situación más a resolver, aunque nos pueda provocar dolor pero nunca desesperación. Esto nos permite sentirnos con recursos para intentar resolver el conflicto. Actuamos de acuerdo a como percibi-