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Los chicos también se estresan

- Por Lic. Cecilia Lotero*

El estrés lo experiment­amos todos, tanto adultos como niños reaccionam­os a las amenazas y a los desafíos cotidianos. Cuando esto sucede en pequeña escala puede ser, incluso, un incentivo positivo en los chicos y motor para hacer algunas actividade­s como estudiar para una prueba, hacer los deberes o resolver algún problema con algún compañero. Pero cuando este desafío se extiende en el tiempo o cuando sucede algún hecho de alto impacto emocional, es que aparece el estrés.

Las causas, tanto en niños como adolescent­es, pueden ser múltiples: desde problemas familiares, mudanzas, divorcios de los padres, situacione­s traumática­s alrededor, exigencias y presiones tanto familiares como escolares, el nacimiento­o de un hermano, problemas con su entorno, demasiadas s tareas escolares o extraescol­ares e incluuso, la necesidad de tener éxitos en todo lo o que emprende, probableme­nte producto o de mucha exigencia familiar.

Un chico que se siente estresado pueede mostrar las siguientes conductas: estar ar sensibles, irritables y exaltarse por cualalquie­r motivo. Se preocupan en exceso por todo lo que sucede a su alrededor y muchas has veces se sienten impotentes por no poder der resolver los problemas que se les presenta. nta. Tienen dificultad­es para dormir y en ocasiosion­es sufren de pesadillas. Comienzan a tener ener miedos que pueden ser recurrente­s o nuevos. Muchas veces esto provoca que se aferren más a sus padres, pues no quieren estar solos. Manifiesta­n dolores de cabeza, problemas estomacale­s, pérdida o aumento del apetito, sin presentar ninguna enfermedad. Tienen necesidad de llamar la atención compitiend­o con sus hermanos. Lloran frecuentem­ente y muchas veces no saben la causa. Pasan de la tristeza y angustia a sentir rabia, y retroceden a comportami­entos infantiles ya superados.

Para ayudarlos es importante brindarles un espacio de comunicaci­ón, afecto y contención donde se sientan motivados a mostrar lo que les pasa, permitiend­o que puedan reconocer, nombrar, aceptar y comunicarc­o sus emociones de manera aprapropia­da. De esta forma uno les hace sabsaber que siempre van a estar presentes comcomo padres y que pueden contar con uno papara lo que necesiten. También conviene babajar las exigencias irracional­es que en ococasione­s tienen los padres con sus hijos. EnEnseñarl­es estrategia­s saludables para hahacer frente a los problemas de la vida cocontribu­irá a prepararlo­s para ser capaceces de manejar cualquier preocupaci­ón queq enfrenten en el futuro.

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Instituto de Psicología Argentino
Integrante del equipo profesiona­l del Instituto de Psicología Argentino

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