Ruido que en ferma
diferencia de la contaminación ambiental que se acumula y mantiene en el tiempo, la acústica o auditiva, muchas veces es subestimada porque no se hace notar. El exceso de ruido -entendido como sonido excesivo y molesto – causado por las actividades típicas de una ciudad, como el tránsito, las industrias, los comercios, las obras en construcción, los aviones, etc, produce efectos negativos sobre la salud auditiva, física y mental de las personas.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el 76% de la población que vive en los grandes centros urbanos sufre de un impacto acústico muy superior al recomendable y esto se refleja en su calidad de vida. Para no afectar la salud auditiva de una persona, la exposición al ruido no debería sobrepasar los 65 decibeles, algo que hoy en día es bastante difícil de cumplir.
Actualmente, los estándares internacionales establecen que los niveles permisibles de ruido ambiental en el área residencial deben ser de 50 decibeles de día y de noche; en el comercio y la industria, deben ser de 70 en el día y 55 en la noche. Sólo tomando algunos ejemplos, el tráfico produce 90 decibeles, viajar en moto 95, mú-
En las grandes ciudades y con las actividades actuales estamos expuestos a sonidos que superan todo el día lo que el sistema auditivo puede soportar. Los jóvenes ensordecen como ancianos y sufrimos desequilibrios físicos y emocionales
Por Fernanda Bustos
sica a alto volumen 100, la sirena de un vehículo de emergencia 120 y un avión 140.
Está comprobado que la exposición a ese ruido que supera los estándares tiene como consecuencia daños en la audición en forma progresiva a lo largo de los años, todo tipo de trastornos fisiológicos, psicológicos y mentales, como estrés, irritabilidad, hipertensión, dolores de cabeza, taquicardias, fatiga, sordera, aceleración respiratoria y cardíaca y problemas cardiovasculares, problemas del sueño y molestias digestivas así como la disminución de la capacidad y del apetito sexual, al tiempo que contribuye con el incremento del número de accidentes. Lo peor es que quienes los padecen muchas veces son jóvenes y niños, no solo personas de edad avanzada.
Según la fonoaudióloga Mónica Matti, gerente de Formación de Gaes Argentina, Centros auditivos, “es necesario educar a la población sobre los daños que provoca el ruido en nuestra salud. Tanto el tráfico diario de las calles como la música de un boliche, por ejemplo, son causas que a lo largo de los años provocan la pérdida auditiva en personas cada vez más jóvenes. Desde ya que el uso de reproductores de música con auriculares a volúmenes excesivamente altos o la exposición a altos índices de ruido en boliches o conciertos son factores que han hecho que la pérdida auditiva aparezca a edades más tempranas generando un daño irreversible”.
Sordos precoces
Al igual que pasa con la visión, las personas empezamos a perder audición a
partir de los 20 años. Se trata de un proceso natural llamado presbiacusia, que se hace más evidente a partir de los 50 años. Sin embargo, hoy, los jóvenes tienen su audición en situación de riesgo. Según la OMS, de un 5 a un 10% de las personas que escuchan música con auriculares, experimentan pérdida auditiva u otros trastornos y, de hecho, muchos jóvenes acabarán experimentando presbiacusia (pérdida auditiva por la edad) ya a los 40 o 45 años, en vez de a los 60 o 65 años habituales. El oído tarda alrededor de 36 horas en recuperar su sensibilidad auditiva normal, después de estar sometido una noche a la música estridente en un boliche.
Además del impacto directo en la audición, la contaminación sonora genera:
Alteración del sueño. El ruido produce dificultades para conciliar el sueño y despierta a quien está durmiendo. Está demostrado que sonidos del orden de aproximadamente 60 decibeles reducen la profundidad del sueño, acrecentándose dicha disminución a medida que crece la amplitud de la banda de frecuencias, las cuales pueden despertar al individuo, dependiendo de la fase del sueño en que se encuentre y de la naturaleza del ruido. Es importante tener en cuenta que estímulos débiles sorpresivos también pueden perturbar el sueño.
Efecto sobre la conducta. Produce alteraciones momentáneas de la conducta, como agresividad, irritabilidad o un mayor grado de desinterés. Generalmente son desequilibrios pasajeros y se producen como consecuencia de un ruido que puede provocar inquietud, inseguridad o miedo.
Efectos en la memoria. Está demostrado que existe un mayor rendimiento en aquellos individuos que no están sometidos al ruido, ya que éste produce un descenso en su rendimiento. El ruido hace que la articulación en una tarea de repaso sea más lenta, especialmente, cuando se tratan palabras desconocidas o de mayor longitud, es decir, en condiciones de ruido, el individuo se desgasta psicológicamente para mantener su nivel de rendimiento.
Efectos en la atención. El ruido provoca la perdida de concentración en una actividad.
Sobre el embarazo. Está comprobado que las madres embarazadas que han es- tado expuestas a fuertes ruidos desde los 5 meses de gestación, tienen bebés más irritables, que no soportan el ruido, lloran cuando lo sienten, y al nacer tienen un tamaño inferior al normal.
Trastornos en el aprendizaje. Cuando los niños son educados en ambientes ruidosos, pierden su capacidad de atender señales acústicas, sufren perturbaciones en su capacidad de escuchar, así como un retraso en el aprendizaje de la lectura y la comunicación verbal. Todos estos factores favorecen el aislamiento del niño, haciéndolo poco sociable.