La recaída
Cuando elegimos ser vegetarianos, lo hacemos por varias razones, pueden ser espirituales, éticas o por salud. A partir de ahí, comenzamos a cambiar nuestros hábitos y todo a nuestro alrededor cambia. Al principio, seguramente habrás escuchado muchas campanas, palabras de apoyo y gente que no estuvo de acuerdo y se burló con argumentos cavernícolas. En mayor o menor medida, todos pasamos por experiencias similares ¡imagínense hace 20 años, cuando yo me hice vegetariano y no ha
bía tanta información al respecto! Aún así, seguimos adelante. Pero un día aparece la recaída, puede ser frente a una milanesa o unas albondigas con puré, y entonces aparece la culpa porque todas las creencias que tenías, las estructuras que habías levantado, se vienen abajo. Y lo que es peor, sentís las miradas de los otros que celebran tu fracaso como diciendo: “¡Viste… yo sabía que ibas a volver a comer carne!”. La buena noticia es que un tropezón no es caida. A muchos nos pasó, en algún momento, y luego seguimos adelante eligiendo ser vegetarianos. Ese es un buen momento para recordar las razones de nuestra decisión: elegimos ser vegetarianos porque no queremos causar daño a ningún ser vivo ni matar animales. Elegimos ser vegetarianos porque queremos cuidar nuestro cuerpo y sabemos que la carne nos llena de toxinas y grasas saturadas, además de todo el miedo que el animal siente en el momento que lo matan y que se traduce en hormonas que luego nosotros ingerimos. Elegimos ser vegetarianos porque sabemos que para crecer y evolucionar espiritualmente, debemos desarrollar el amor por toda la creación.