Perro al agua
El baño puede ser un momento de mucha tensión para el animal y de incomodidad para el bañador. Qué debemos tener en cuenta si decidimos higienizarlo en casa
Si bien muchos veterinarios aconsejan no bañar a los perros (su olor es su identidad), una mascota dentro del hogar necesita estar higienizada para optimizar la convivencia y para que no contagie o genere infecciones.
Se aconseja bañarlo dependiendo de la actividad que realice, siendo la media cada quince días o una vez al mes, aunque también hay razas que no requieren más de dos baños al año. Higienizarlo muy asiduamente podría perjudicar su salud, produciéndole una disminución de las defensas de la piel y de la grasitud, una característica de su pelaje que evita que se seque y genere caspa. Además, hay que tener mucho cuidado con los días fríos, ya que la humedad del agua puede permanecer debajo del pelo por 2 o 3 días, por más que el pelo parezca seco, lo que, en algunas razas, produce cierto tipo de afecciones en la piel.
Una buena opción, para tener en cuenta, son los baños en seco con espumas o polvos, para evitar la exposición al agua. De esta manera se puede mejorar el olor que los caracteriza y, además, que mude excesivamente su pelo (como sucede con el baño tradicional).
Si no estás segura de poder bañar a tu mascota, lo mejor es llamar a la veterinaria y dejar que los especialistas se encarguen de este asunto. Si se lo baña en la casa, tener en cuenta que lo último a enjabonar es la cabeza y que, al enjugar, no debe entrarle agua ni jabón en los ojos y oídos. Además, se debe secar el pelo con un secador.
Paso a paso
Antes de meter al perro en una pileta o bañadera, chequear la temperatura del agua y asegurarse de que esté tibia. Una vez en el agua, frotarle bien el pelo con algún champú especial que se haya adquirido en un centro veterinario. También es posible utilizar jabón de coco.
Para que quede bien higienizado, se lo debe limpiar respetando el siguiente proceso:
Aplicar el champú por el lomo y extenderlo hasta las patas, dejando la cabeza para lo último. Cuando llegue el turno de lavarla, extremar las precauciones para evitar que el jabón no se introduzca en sus oídos y ojos.
Agarrar al perro por el hocico para enjuagarlo mejor y echar el agua de adelante hacia atrás con un recipiente apropiado. Ésta es una de las fases principales del baño, donde se prestar mucha atención. Muchos perros sufren trastornos en la piel debido a los restos de champú o jabón que les quedan por no enjuagarlos bien.
Secarle el cuerpo con una toalla, acariciándolo, sin frotar, y siempre en sentido descendente para evitar que se erice y enrule. Luego, utilizar un secador convencional. En la actualidad existen secadores especiales para perros que controlan el ruido (que suele ser lo que más los asusta). Es conveniente acostumbrar al animal al secador de pelo desde que es cachorro, ya que se trata del medio más eficaz y rápido para evitar que la humedad persista en la piel durante demasiado tiempo. Se debe cuidar que no le entre el aire caliente en los oídos.
Peinarlo y cepillarlo, dependiendo del tipo de pelaje del animal, la intensidad y frecuencia.