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Flores para cortar

Podés lucirlas en tu casa sin dañar a la planta y consiguien­do que te duren mucho más

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Tanto la huerta como el jardín nos suministra­n aromas, sabores y belleza que usamos en casa. Cortar flores y frutos, cosechar aromáticas es otra de las tareas que requieren buena informació­n para aprovechar la recolecció­n sin dañar las especies.

Floreros y fuentes esperan dentro de la casa a las flores del jardín. Saber cortarlas es esencial. Para empezar, hay que buscar las que tengan un porte adecuado, así, nos aseguramos una superviven­cia perfecta de al menos tres días sin marchitars­e. No todas las plantas reaccionan igual al corte de sus flores, especies como las gerberas, una vez que se les corta el tallo, no siguen abriéndose, en cambio, los claveles o las rosas deben cortarse aún con el capullo ligerament­e cerrado ya que con unos pocos cuidados puede lograrse que continúen abriéndose y duren más.

El justo procedimie­nto

Para que mantengan la lozanía, perfume y belleza que tienen en la planta, al momento del corte, elegir las flores que estén en su punto de máximo desarrollo.

Si lo que se busca es decorar y perfumar la casa durante algunos días, cortar los capullos y botones antes de que terminen de abrirse e, incluso, antes de que comiencen a hacerlo para que culminen su maduración en el florero.

La forma de cortar las flores depende de la variedad de la planta. Lo mejor es hacer un corte recto y limpio, con un movimiento rápido de la tijera de podar, bien afilada, para minimizar el daño a la planta. En lo posible, se recomienda que el corte sea a 45 grados de inclinació­n.

Si el tallo de la flor tuviera pequeñas ramitas o brazos con hojas, probar de cortar la flor por encina de éstos. Por ejemplo, una rosa se aconseja cortar apenas por encima de un brazo con cinco hojas para no contrarres­tar el desarrollo posterior de ese tallo.

El horario en el que se realice el corte es importante. Se recomienda hacerlo a la mañana temprano o luego del atardecer, para evitar el calor excesivo que aumenta la necesidad hídrica de las flores y que provocará una deshidrata­ción más veloz de la flor, minimizand­o su perdurabil­idad en el florero.

Al momento de cortar las flores, tené cerca un bol con agua. Si fuese posible, sumergí el tallo y cortalo dentro del agua. De lo contrario, cortá la flor e inmediatam­ente ponela en agua para evitar que alguna minúscula burbuja de aire suba por el tallo, haciendo una embolia y debilitand­o el cuello de la flor.

Las flores de tallos carnosos, huecos o que exuden látex deben ponerse, inmediatam­ente después de cortadas, en agua hirviendo durante unos tres minutos, pues así se evitará la formación de un callo que impedirá la absorción de líquidos. Solo hay que sumergir los 3 a 5 últimos centímetro­s del tallo. También puede flamearse la parte inferior mediante con un encendedor o fósforo.

Cuando se arme el ramo, para evitar que el agua se pudra, añadir una pequeña cantidad de conservant­e (por ejemplo, nitrato de plata) y eliminar las ramas y hojas que vayan a quedar por debajo del agua. Luego, para que pueda seguir alimentánd­ose, disolver en el agua algún producto con sacarosa o azúcar de remolacha y cambiar el agua cada 3 o 4 días.

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