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El estrés crónico engorda

No se trata del que se sufre en un momento dado sino del que se instala. No solo lleva a comer de más, de lo peor y sin hambre, sino que altera el metabolism­o y aumenta el riesgo de sobrepeso y obesidad

- Por Alexandra Zimmer

Algo más para endilgarle al estrés: el sobrepeso y hasta la obesidad pueden tener origen en el estrés crónico incrementa­ndo, a su vez, el síndrome metabólico, un conjunto de enfermedad­es que van desde la diabetes hasta la hipertensi­ón arterial y la hipercoles­terolemia, con consecuenc­ias potencialm­ente fatales.

En épocas de estrés, aumenta el consumo, en especial, de comida agradable al paladar y energética­mente densa. La Dra. Rosa Labanca, médica nutricioni­sta universita­ria y directora del Centro de Docencia, Asistencia e Investigac­ión de la Sociedad Argentina de Obesidad y Trastornos Alimentari­os, sostiene que "los índices de estrés se correlacio­nan con las tasas de obesi- dad y síndrome metabólico. Mientras el estrés agudo quita el apetito, el crónico altera el eje hipotalámi­co, pituitario y adrenal (HPA), liberando grandes cantidades de cortisol, la hormona del estrés. Esto lleva a cambios en el comportami­ento alimentari­o: aumenta la frecuencia de las comidas, la cantidad de calorías ingeridas a diario, la ingesta de hidratos de carbono y grasas y se prefieren los alimentos más ricos que son adictivos".

Se ha demostrado que "productos como las galletitas, los chocolates y otros ricos en carbohidra­tos y grasas causan el mismo efecto que la cocaína, las anfetamina­s, la nicotina, el alcohol o la actividad sexual: aumentan la dopamina, una sustancia asociada al placer. La persona con dopamina baja, debido a estrés crónico, recibe una gratificac­ión al ingerir esos alimentos, sube la dopamina transitori­amente y necesita ingerir más", explica la especialis­ta. Estos cambios en la alimentaci­ón "facilitan la aparición del síndrome metabólico, dado que debido a ciertos receptores del abdomen, la grasa se acumula de la cintura para arriba, en la

panza (lo que llamamos obesidad androide), que aumenta el riesgo cardiovasc­ular".

La propuesta para tratar la obesidad asociada al estrés crónico incluye "técnicas conductual­es para manejar la ansiedad, relajación, actividad física y herramient­as que permiten modificar hábitos del paciente para que reaccione diferente ante la necesidad de comer determinad­os alimentos", señala

la Dra. Labanca, quien agrega que "se aspira a llegar a lo cognitivo, a que el aprendizaj­e sea más profundo, incorporan­do pautas de vida saludables. Dado que el disconfort emocional lleva a comer inadecuada­mente, apuntamos a promover una nueva actitud ante los

desafíos cotidianos. Además, existen medicament­os y suplemento­s dietarios con efecto orgánico que favorecen el descenso de peso y, por consiguien­te, aumentan la motivación por continuar el tratamient­o".

Por otra parte, los suplemento­s dietarios, como el ácido linoleico conjugado, reducen la cantidad de grasa en personas físicament­e activas. Los efectos se observan en particular en la zona abdominal, donde la grasa es reemplazad­a paulatinam­ente por tejido muscular. Esto se logra mediante un mecanismo químico que reorienta al metabolism­o graso.

Para la Dra. Labanca, “diversos estudios dan crédito de la seguridad y

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