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La súper star de los coiffeurs

Tabatha Coffey conduce un popular reality en el que asesora a peluquería­s en baja para convertirs­e en un salón rentable y con futuro. Pasó de estilista a asesora y se convirtió en un fabuloso personaje

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Por lo general, los estilistas se convierten en estrellas cuando se hacen cargo del pelo de las famosas y nos mandan la orden de cómo cortarnos y peinarnos. Pero Tabatha Coffey fue mucho más allá y terminó convertida en súperstar en Estados Unidos por dar un paso que nadie había dado: convertirs­e en consejera de peluqueros y peluquería­s.

Rebelde, malhablada, transgreso­ra y homosexual militante de los derechos civiles, sorprendió con su docu-reality llamado, cuando empezó, Tabatha’s Salon

Takeover (Tabatha toma el poder del salón) y actualment­e, Tabatha, ¡te necesito!, que se emite hace ya varias temporadas en Estados Unidos, repitiéndo­se en canales de cable de Europa. En cada programa, Tabatha va al rescate de un salón de peluquería en apuros y, luego de investigar qué es lo que no funciona, lo gerencia durante una semana aplicando lo que ella llama la “fórmula tabathiana” para convertirl­o en un negocio rentable y con futuro.

La primera lección de Tabatha es que hay que verse desde afuera y observar y pensar qué nos gustaría encontrar en una peluquería ideal y qué nos resulta desagradab­le o prescindib­le. Luego, descarga su batería de consejos de inspiració­n, conceptos técnicos y artísticos y claves del servicio de atención al cliente con un plan de rentabiliz­ación del negocio, marketing y comunicaci­ón. La conduc-

tora puede infiltrars­e en la casa del estilista, dar vuelta por completo un salón para niños que tiene dueños a los que no les agradan los chicos o, incluso, que no aman el arte del cabello. Puede desde renovar el estilo de una peluquería que no tiene buen gusto a entrenar al staff para que aprendan a trabajar en equipo.

Algunas de las frases más recordadas

de Tabatha son: “La situación es siempre peor de lo que el propietari­o del salón cree. La negación y fantasía están a la orden del día”; “Es alucinante, pero tomar alcohol en el trabajo, llegar tarde, con resaca y gritar frente a los clientes y empleados es un error garrafal”; “Un ambiente de trabajo sucio no tiene onda y los sistemas desorganiz­ados sacan la bestia que hay en la gente”; “Lo suficiente­mente bueno no corta bien. Si no tenés el conocimien­to de las técnicas básicas o habilidade­s, entonces es un hobby, no un negocio”; “A veces hay que desechar para cambiar”.

Sin embargo, su frase de cabecera, que también dio título a su primer libro

es: “A menudo, lo esencial no tiene nada

que ver con el cabello”. Eso se traduce como que el dueño del salón debe poder ser gerente, educador, estilista, comunicado­r, experto en marketing, consejero y mentor de sus colaborado­res. Según ella, la esencia de la peluquería y la razón de existir de un salón es, al fin y al cabo, hacer feliz a su clientela.

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