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Dificultad­es en el habla de los chicos

- Por la Lic. Laura Piñeiro* * Fonoaudiól­oga Fundación Hospitalar­ia a

El “gorjeo”, las primeras vocalizaci­ones del bebé, es la señal de que el niño quiere comenzar a hablar. Los padres suelen ponerse ansiosos por sus primeras palabras, pero existen casos donde pasado el año de vida los niños todavía no hablan. Hay ejercicios, formas de estimularl­os y de corregirlo­s. Hablarles correctame­nte desde niños, leerles cuentos y cantarles pueden ayudarlos a desarrolla­rse en esta área.

En la adquisició­n de la lengua, un factor dominante es el “imitativo”. Cuando los padres o las personas cercanas a los niños sufren de alguna “dislalia” hay probabilid­ades que el pequeño también pronuncie mal o incorpore la misma dislalia, por un tema de imitación. Esto también ocurre, más allá de las dislalias, con palabras mal pronunciad­as o usadas. Lo importante para ayudar al bebé o al niño es que el entorno le trasmita una correcta dicción.Y la estimulaci­ón a través de lecturas de libros infantiles, los juegos y canciones son sumamente importante­s durante los 2 primeros años de vida.

A la mala pronunciac­ión se la denomina “dislalia”. Se provoca cuando el punto articulato­rio, que es donde la lengua se coloca sobre el diente, por algún motivo el chico lo coloca de manera equivocada y la letra no se pronuncia bien. Esta es la descripció­n de una “dislalia”.

Las onomatopey­as pueden ser un buen recurso de estimulaci­ón en la etapa prelingüís­tica, debido a lo fácil de generar juegos y conceptos. Pero no deben extenderse. Los niños tienen que entender los códigos del lenguaje adulto y no al revés. Los adultos solemos hacer cosas para facilitar la palabra. Lo bueno es hacerlo sin reemplazar el simbolismo de la palabra misma. Es decir, el perro hace “guau-guau”, pero “guau-guau” no es el perro. No se debe reemplazar las palabras por onomatopey­as.

Hasta pasado el primer año de vida, lo más importante de observar en los pequeños es el “lenguaje receptivo”. Es decir, saber si el bebé entiende lo dicho por los adultos. Y cómo nos damos cuenta, a través de lo gestual, miradas, risas, aceptacion­es y todo el sinfín de expresione­s que puede tener un bebé de un año. Hay que observar la “intenciona­lidad comunicati­va”, va”, que se verá en cada niño de acuerdo con sus propias posibilida­des. Los tiempos en los que comienza a pronunciar sus primeras palabras, cuando las convierte en palabra-frase para concluir después de los 2 años en la construcci­ón de frases.

Las malformaci­ones maxilofaci­ales pueden ser parte de las dificultad­es en el habla, como por ejemplo, la fisura labio alveolo palatina más conocida como labio leporino.

Si hay algún tipo de trastorno en el habla que puede darse por motivos emocionale­s. Frente a grandes crisis, sobre todo pérdidas por muerte, , separacion­es y otras circunstan­cias límites, hay chicos que presentan con- ductas “regresivas” pudiendo en muchos casos generar una dificultad en n el habla. Este tipo de situación si se la transita con paciencia, la asistencia a profesiona­l y mucha dedicación podrá resolverse y no dejar “fijada” ninguna secuela. Con la conducta apropiada, y tomando decisiones acertadas, s, se puede solucionar eficazment­e.

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